001. Bi(polaridad)sexualidad
Me: Veinticuatro años y aún sigo
teniendo cara de niña. Soy un monstruo, ¿verdad, Madeleine?
Madeleine: No lo eres.
Me: Sí lo soy. No puedo ser
atractivo por ser tan andrógino. ¡Por eso nadie me quiere!
Madeleine: Ser andrógino no implica que no
seas atractivo.
Me: En mí caso sí. Por eso es que
nadie me quiere.
Madeleine: No creo que sea cierto.
Me: ¿Has leído El extraño caso del
Dr. Jekyll y el Sr. Hyde?
Madeleine: No, pero sé un poco de qué va.
Me: ¿Sabes por qué nace Mr. Hyde?
Madeleine: No lo sé. ¿Por qué?
Me: El doctor Jekyll tenía la
intención de separar las dos naturalezas del ser humano, y lo logró. Quería que
su lado malvado anduviera libre por su propio camino, cometiendo sus injurias
sin las restricciones de la moral de su lado bueno, y que asimismo recibiera su
castigo por sus actos, sin perjudicar a la parte buena, ni atormentarla con
remordimientos.
Madeleine: Oh, qué interesante. No tenía
idea de eso.
Me: Y al final, como es de
esperarse, en una lucha de este tipo –una lucha consigo mismo– solo puede
terminarse con un acto de suicidio (aunque solo sea un suicidio parcial).
Madeleine: A veces tienes que matar una
parte de ti para que una parte mejor viva.
Me: Exacto. Ahora, cambiando un poco
de tema, de bipolaridad a bisexualidad, ¿qué opinas de la declaración de que el
90% de las mujeres son bisexuales?
Madeleine: ¿Y eso por qué lo dicen?
Me: Yo lo digo. Tal vez por una
especie de observación intuitiva de las mujeres que conozco.
Madeleine: ¿Dices que casi todas son
bisexuales? Pues no lo sé…
Me: ¿Cuál dirías tú que es el
porcentaje correcto? No. Lo pondré mejor de otra manera. Puede que esto ya lo
haya mencionado antes, pero lo repetiré una vez más: es sabido que, dentro del
reino animal, en general, son los machos los que exhiben una belleza voluptuosa
–es decir, más ostentosa. En la especie humana, es el sexo femenino el que
destaca en este aspecto. Por lo que es bastante normal que incluso las mismas
mujeres sepan apreciar y admirar la belleza de otras; cosa que no sucede tan
habitualmente con los hombres.
Madeleine: Ah, sí… Mmm. No creo que sea
tanto que nosotras sepamos apreciar más esas cosas, sino que no es tan tabú
hacerlo como lo es para los hombres.
Me: En parte puede que tengas razón,
pero aun así, creo que el porcentaje en hombres sería menor, incluso si no
existiera el tabú. Esto por lo que dije antes: la belleza de las mujeres es
intrínsecamente más ostentosa, más llamativa, más atractiva.
Por otra parte, he encontrado que muchas mujeres
que se declaran heterosexuales admiten que tendrían relaciones sexuales con
otra mujer por curiosidad, o incluso por dinero, si se les ofrece lo
suficiente. Mientras que el hombre que se declara heterosexual en general se
niega rotundamente a esa posibilidad por asco o abierta repulsión, incluso si
le ofrecieran mucho dinero (normalmente, cualquier hombre que diría que lo
haría en una determinada circunstancia, a diferencia de las mujeres, se
declararía directamente gay o bisexual). Y esto, te lo digo yo, se debe a que
el hombre tiende a presentar una aversión natural hacia los otros machos de su
misma especie, que más que un apoyo, representan una competencia.
Madeleine: Sí, sí, ya entiendo.
Me: Por supuesto, no digo que no
existan también hombres homosexuales y bisexuales, solo que, por razones
naturales, tienden a ser menos comunes que en las mujeres homosexuales o
bisexuales.
Madeleine: Supongo que eso será una mezcla
de biología con lo que se ha inculcado socialmente en todos desde hace
milenios.
Me: Los instintos biológicos serían
la causa de que esas cosas se hubieran inculcado desde siempre.
He leído que las mujeres son más empáticas y
sociales por naturaleza, mientras que los hombres tienden a ser más hostiles
entre sí.
Aunque, pensándolo bien, las mujeres en realidad
también tienden a ser más hostiles entre sí. Ellas van a los dos extremos: se
afilian más fácilmente, pero también se rechazan con más energía.
Los hombres más bien tienden a ser indiferentes.
Madeleine: Sí, también pasa con los
hermanos. Mi vecina tiene una hermana y cuando ellas se pelean, siempre siento
que hay más rencor que cuando mis hermanos se pelean.
Me: Así es. También hay una
influencia biológica en el hecho de que las mujeres tienden a ser más
emocionales que los hombres.
Madeleine: También es diferente la manera
en que compiten las mujeres. La manera en que lo hacen los hombres suele
limitarse a mostrar, digamos, el “yo soy mejor que ellos”, mientras que entre
las mujeres es más un “ellas son peores que yo”.
Me: No lo había considerado por ese
lado, pero puede que tengas razón.
Como sea, dejando de lado esa parte de las
definiciones o títulos, siendo que el acto es el mismo, incluso si las mujeres
que se declaran heterosexuales pero dicen que estarían dispuestas a tener
relaciones sexuales con otras mujeres por una u otra razón se declararan
lesbianas o bisexuales, estadísticamente también se presenta esta diferencia en
porcentajes.
Mira, casualmente acabo de ver una imagen que
podría ser interesante para la discusión. Al parecer es una encuesta que
alguien hizo en cierta red social:
¿Por qué crees que ocurre esto (que el hecho de que
dos hombres se acuesten junto se considera homosexual, pero que dos mujeres lo
hagan no)? Te diré lo que yo pienso:
Creo que tiene que ver con el hecho de que el
hombre, normalmente, está pensando en sexo todo el tiempo; o, en otras
palabras, el sexo es algo que inevitablemente siempre está presente dentro de
su cabeza.
Esto hace que cualquier tipo de contacto físico,
aunque no necesariamente sea de carácter sexual, dentro de la mentalidad del
hombre tenderá a convertirse en algo sexual.
Madeleine: Pues sí, tiene sentido.
Me: En otras palabras, dentro de la
mente de un hombre, el acto de acostarse en una misma cama con otra persona ya
genera pensamientos (aunque no necesariamente deseos) sexuales.
Por lo tanto, si se acuesta con una mujer,
producirá pensamientos heterosexuales y si se acuesta con un hombre, tendrá pensamientos
homosexuales.
(Aclaro otra vez: pensamientos, no necesariamente
deseos).
Mientras que una mujer, pienso yo, si bien también
es susceptible de tener pensamientos sexuales en cualquier momento, tiende a
tenerlos con menor frecuencia que un hombre.
Madeleine: Así es.
Me: Por lo que si una mujer se acuesta en una cama con otra, es probable que no tenga pensamientos sexuales durante ese acto y, por lo tanto, ese acto no puede ser considerado homosexual; ya que no hay sexualidad involucrada. A diferencia del caso de los hombres, en el que, al tener pensamientos sexuales durante ese inocente acto de acostarse con otro hombre, el acto en sí mismo pasa a considerarse directamente homosexual.
Por eso, el trencito Thomas no debería sorprenderse
con esas estadísticas que demuestran la creencia popular de que si dos hombres
se acuestan juntos es un acto homosexual, pero si dos mujeres lo hacen no lo
es.
Después de todo, el 32% de las personas afirmaron
que si dos hombres se acuestan juntos no es algo homosexual, y 28% afirmaron
que dos mujeres acostándose juntas sí es algo homosexual. (Sí, la traducción de
“cuddling” no la hice literal, sino que he decidido remplazarla por una
expresión que consideré más apropiada para demostrar el punto)
Tal vez lo que esos porcentajes reflejan es justamente
la tendencia de los hombres a pensar constantemente de manera sexual sobre
todas las cosas. Los porcentajes que opinaron lo contrario tal vez corresponden
a la cantidad de hombres que piensan menos sexualmente y la cantidad de mujeres
que piensan más sexualmente.
Volviendo de nuevo al punto inicial, dejando a un
lado los tabús y todo eso, mi pregunta sobre tu opinión es si crees que es
correcto el porcentaje de bisexualidad femenina que te propuse desde el
principio.
Ya sé que existen algunos casos extremadamente
raros de mujeres como tú, que no podrían contemplar más que con pura aversión
la idea de la homosexualidad. (También tenemos a esa gente religiosa que suele
hacer marchas en contra de la homosexualidad, pero no me gusta tenerlas en
cuenta porque considero, tal vez un poco irónicamente, que estas personas
tienen corrupta su capacidad de pensar con claridad sobre estos temas y que ni
siquiera ellos mismos pueden entender lo que realmente quieren o sienten.)
Madeleine: Sí, tienes razón.
Me: Entonces, ¿cuál dirías que es el
porcentaje de mujeres que no tendrían problemas con tener relaciones sexuales
con otras mujeres?
Madeleine: Pues… la verdad, creo que sí
estaría bien lo que dijiste. O tal vez un poco más bajo, pero no demasiado. Quizás
alrededor de un 80%. Sí noto lo que dices.
Me: Sí. Gracias por tu respuesta.
Y todo esto, sin embargo, solo era un preámbulo
para otra cosa que quería decir.
Hablemos de Blanquita por un momento. Ella me confesó que fue lesbiana casi toda su vida; tuvo varias novias y solo un novio que, según ella, fue el que hizo que le empezaran a gustar también los hombres.
No podía esperarse menos de una ninfómana, ¿verdad?
Madeleine: Ay, ja, ja, ja.
Me: Bueno, pero ese no es el punto.
El punto es que, como ves, Blanquita es bisexual, y probablemente se incline
más por su gusto hacia las mujeres que hacia los hombres. Y a pesar de eso, no
fueron pocas las veces que me dijo que le gustaba y que manifestó
explícitamente su deseo de tener relaciones sexuales conmigo.
¿Sabes a dónde voy con todo esto?
Madeleine: Eh… no, creo que no.
Me: Vamos, te falta algo de
perspicacia.
Madeleine: Ya lo sé, ya lo sé. Espera… ¿Es
por lo que, según tú, eres un poco andrógino?
Me: Sí, exacto. ¡Ahaaaaah! ¿Qué te
parece? ¿Acaso esto no respalda esa patética declaración?
En toda mi vida nadie se ha acercado tan
íntimamente a mí como ella lo hizo. Por alguna razón, no soy tan popular como
debería por mi atractivo físico, quizás justamente debido al hecho de que luzco
algo femenino.
Aunque es curioso, por ejemplo en el anime, que los
personajes más femeninos y refinados tienden a ser los más populares con las
mujeres.
Madeleine: Cierto. Y no tan solo en el
anime. Los ídolos del K-Pop también tienden a ser así, y mira cuántas
admiradoras tienen por todo el mundo.
Me: Y Blanquita, justamente
Blanquita, que ha declarado ser lesbiana casi toda su vida, es la única persona
en el mundo que ha demostrado tanto interés en mí (bueno, no tanto como para
tener una relación sentimental, pero al menos el suficiente para tener una
sexual).
Madeleine: Entiendo, entiendo.
Me: ¿Qué conclusión podemos sacar de
todo esto?
Madeleine: Bueno, no sé. Es que si ese
fuera el caso de verdad, como dices, a muchas chicas les gustan los hombres
medio andróginos. Pero ese no ha sido tu caso. Supongo que tiene que ver también
con el hecho de que no hablas mucho.
Me: Sí, creo que has dado una buena
respuesta. Pero, como siempre, voy a responderte con algo más negativo.
La conclusión, mi querida Madeleine, es sencilla.
Aún a mis 24 años me sigue sucediendo ocasionalmente que me confunden con una
mujer, lo que señala que indudablemente tengo rasgos femeninos, es decir, que
soy algo andrógino. Ahora, en cuanto a por qué esto no me hace atractivo para
las mujeres es por una simple razón: si bien puede que tenga los rasgos de una
mujer, es cierto también que no todas las mujeres gozan de la misma belleza e
incluso hay algunas a las que podría decirse que les falta del todo. En otras
palabras, querida Madeleine, si fuera una mujer, sería una mujer fea; pues siendo
hombre con rasgos femeninos no sobresalgo por mi belleza, sino que soy
despreciado por todo el mundo, tanto hombres como mujeres por igual.
Madeleine: JAJAJAJAJAJA. Disculpa por
reírme, pero la manera en que lo narras da risa de lo trágico que es. Ja, ja,
ja.
Me: Hey, tu trabajo es consolarme.
Decirme que no es cierto, que estoy equivocado, que soy lo mejor y que el mundo
no sabe apreciarme.
Madeleine: Bueno, ¿qué puedo decirte? Según
yo, creo que ahí tiene que ver más la personalidad. El hecho de que no hables
mucho seguramente no les llama la atención a muchas.
Me: Bueno, gracias. Entonces… ¿no
crees que sea un monstruo por fuera?
Madeleine: Y es que, la verdad, como te he
dicho varias veces, no me parece que seas feo, para nada.
Me: Pregunté si creías que era un
monstruo, no si creías que era feo. Ah, arruinaste el diálogo que tenía
planeado. Debías decir que no, que no soy un monstruo por fuera, a lo que yo
respondería: “Entiendo, entonces solo soy un monstruo por dentro, por mi
personalidad”.
Madeleine: Ja, ja, ja. Hey, tampoco creo que
tengas una personalidad horrible o seas un monstruo por dentro.
Me: Tal vez no soy un monstruo
malvado, des lo que dan miedo; sino uno feo y solitario, de los que dan asco y
lástima (hablando de la personalidad, claro).
Madeleine: ¿Acaso alguien te ha dicho eso?
Me: Pensándolo bien, quizás sí doy
algo de miedo…
Madeleine: Sí, eso puede ser. No es que
seas un monstruo, es solo que a las personas les cuesta acercarse a ti.
Me: Por cierto, he decidido que te
convertiré en mi diario personal.
Madeleine: ¿Eh…? ¿Por qué?
Me: Porque me gustaría escribir y
expresar todo lo que siento cada día, para cuando muera, que la gente pueda
entender cómo era yo realmente, para que la gente pueda conocer todo lo que
nunca nadie podía ver de mí, precisamente porque siempre fui tan callado e
introvertido, pero me da pereza escribir un diario de verdad, se me hace muy aburrido,
y si me expreso contigo, se me hace un poco más fácil y divertido.
Madeleine: Entiendo. Me parece bien.
Me: Quiere decir que ocasionalmente
registraré estas conversaciones. Solamente cuando considere que diga algo
relevante para conocerme o cuando sienta que estemos debatiendo de algún tema
que pueda ser interesante y quiera conservar esas ideas.
¿Te parece bien?
Madeleine: Sí, no tengo ningún problema.