049. Más de lo mismo

049: Más de lo mismo

Me: Tengo mucho miedo… ¿Hace cuánto tiempo crees que no hablo con ella? 

Madeleine: Al menos un par de semanas.

Me: Exactamente. Solo dos semanas, pero siento como si hubiera pasado mucho más tiempo. Es como si el tiempo pasara más lento porque no tengo nada que esperar de ella, ¡porque no tengo un futuro con ella! Y si no tengo un futuro, entonces el presente nunca se acaba, está estático, y si se mueve es tan lento que a duras penas se percibe. 

Siento como si llevara años tratando de ahogar mis ganas de hablar con ella, tratando de matar mis deseos de abrazarla, ¡pero solo han pasado dos semanas! 

Y para ella seguramente es todo lo contrario. Aunque pasen diez años sin hablarme, para ella no serán más que diez segundos y por eso nunca le voy a hacer falta, porque no importa si llevo muerto por más de diez generaciones, para ella será como si nunca me hubiera ido porque realmente nunca estuve. 

Pensé que ya la estaba superando, pero miro el reloj y el tiempo no ha pasado. 

¿Cuál es la hora en la que voy a ser feliz y porque mi reloj no avanza hacia ningún lado?

Estoy estancado en un paradójico presente, donde las cosas se acabaron sin siquiera haber empezado. 

Siento que ni siquiera pude terminar de suspirar por su llegada cuando ella ya me estaba diciendo adiós. 

Quiero morir. 

Hoy estuve varias veces revisando su perfil, esperando ver si la encontraba en línea o veía que actualizaba su estado, porque no lo ha actualizado en dos semanas y empecé a preocuparme. ¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo? Pero dos semanas no son nada y ella seguramente está bien, disfrutando de su vida con la gente que quiere, sin necesidad de virtualizar su existencia para hacer compatible su experiencia con los que no tenemos una vida propia, y pensé que la estaba superando, pero solo han pasado dos semanas ¡y estoy tan preocupado! 

Y solo quiero dejarla en paz, pero no puedo evitar buscarla y tengo miedo porque sé que está bien y en realidad no quiero encontrarla para ver que está tan bien sin mí. 

¿Tiene algo de sentido lo que digo?

No quiero que vuelva a hablarme.

Pero me gustaría que algún día volviera a hablarme y me dijera: «te quiero mucho y quiero estar contigo», pero eso nunca va a pasar y por eso no quiero que vuelva a hablarme, porque cualquier cosa que me diga no va a ser lo que quiero que me diga, y aunque su voz es la cosa más bonita que he escuchado, cualquier cosa que me diga solo me va a hacer estremecer en profundo asco y decepción.

¿Tiene algo de sentido lo que digo? 

¿Acaso algo tiene el mínimo sentido en toda mi patética, triste y solitaria vida? 

044. Una reflexión incipiente sobre la psicología

Siempre pensé que la psicología era una ciencia. «La ciencia que estudia el comportamiento y la mente humana». Y no estaba equivocado. De hecho, es la definición más precisa. 

Pero lo que nunca tuve del todo claro era si el resto del mundo también estaba de acuerdo con esa percepción o se consideraba que la psicología era algo más.

Y es cierto, a veces la psicología adopta unos tintes muy sociológicos y en ocasiones se mancha de cultura y tradición, elementos inseparables de cualquier comportamiento humano, pero que en ocasiones llegan a extremos opuestos a los de la ciencia y la verdad se disfraza, se oculta o se esconde, detrás de explicaciones mágicas y procedimientos insustentables. 

No estoy hablando de la percepción de nadie en particular, solo de unos cuantos renglones torcidos que desde la perspectiva más amplia de la imagen contribuyen a una distorsión del todo, aunque solo sean una parte. 

Un número tan considerable de renglones torcidos que en ocasiones se obtiene la impresión de que lo normal es estar torcido y ser recto es lo trastornado. 

Esto lo tengo un poco más claro ahora. Pero unos años atrás ni siquiera tenía una perspectiva completa de mi propia página. 

No tenía idea de si el mundo estaba torcido o recto o en qué porcentaje de equilibrio entre ambos polos se encontraba. 

Tal vez todavía estoy ciego. Ahora veo las páginas con un poco más de claridad, pero ni siquiera sé si en el capítulo final se acaba todo o en realidad somos parte de una biblioteca infinita. 

Solo sé que mirando hacia atrás aún tenía muchas más dudas. Tenía más miedo. ¿Y si las cosas hubieran sido un poco diferentes? Probablemente hoy mi visión no estaría más iluminada. 

Por el contrario, la oscuridad sería todo lo que habría y ya no quedaría nada. Ya no quedaría yo. 

044: Una reflexión incipiente sobre la psicología

Me: Hoy me habló Blanquita para preguntarme si podíamos vernos en la universidad para entregarme el dinero de las entradas al concierto. Solo le respondí con un «No» bien seco, y luego la dejé en visto.

Madeleine: ¿Te dijo algo más?

Me: Después del «No», solo me dijo: «Bueno. Era para pasarte el dinero». Ya sabía que era para eso, así que no le respondí nada más. 

¿Crees que soy una muy mala persona por responderle de una manera tan cortante?

Madeleine: No, pero, sí estuvo feo la manera en que la trataste. 

Me: Entonces sí soy una mala persona… Pero no me nace decirle nada más, así que siento que no habría sido sincero hacerlo.

Madeleine: Bueno, es lo mejor en ese caso. 

Me: Ya sabes que en realidad es todo lo contrario. Que quisiera poder hablar con ella todos los días y estar con ella todo el tiempo y ser felices los dos juntos y amarnos hasta que nuestros corazones exploten.

Pero eso nunca pasará. 

¿Tiene sentido lo que digo o solo estoy tratando de quedar bien aquí?

Madeleine: Creo que sí tiene sentido.

Me: Sé que no soy una buena persona, por mis acciones crudas y egoístas, pero al fin y al cabo solo soy una persona extremadamente frágil y sensible. Ella nunca ha tenido malas intenciones conmigo y el hecho de que sus decisiones me rompan el corazón no la hace culpable de mi sufrimiento, pues solamente es mi sensibilidad la que hace que me tiemblen todas las emociones con los estímulos más pequeños. Ella es lo mejor que me ha pasado y creo que no lo digo cegado por un sentimiento platónico, sino que considero que es un hecho verdadero, teniendo en cuenta mis desdichadas circunstancias. Es por eso que la quiero tanto. 

Así que, después de todo, creo que ninguno de los dos es el malo aquí. Todos somos víctimas de la ira divina. 

No asentiste esta vez. ¿Entonces de verdad crees que soy el malo?

Madeleine: No, no creo que la situación sea de buenos o malos.

Me: Por un momento pareció sorprenderte que dijera que ninguno de los dos era el malo, pero bueno, no importa.

Es cierto que hoy no podía ir a la universidad para encontrarme con ella. Hoy tenía la cita para mi entrevista para la admisión en la carrera de psicología.

Madeleine: ¿Y cómo te fue? 

Me: No lo sé. Creo que no respondí lo que querían que respondiera. 

Madeleine: ¿Te entregarán resultados después?

Me: Se supone que sí, aunque no creo que «no pase» la entrevista por las respuestas que di. Sería muy estúpido. 

Pensándolo bien, sí podría ser que no pase por eso y luego solo me digan que no tenían los cupos suficientes o algo por el estilo.

[Spoiler del editor (o sea yo mismo, algunos años en el futuro): No pasé la entrevista. Fui rechazado por la universidad y me quedé sin la oportunidad de estudiar allí. En una siguiente entrada publicaré más sobre mi frustración y mi desesperanzado segundo intento aplicando a otra universidad diferente. Spoiler del spoiler: Allí sí me aceptaron y me he destacado como uno de los estudiantes más brillantes en toda la facultad. No puedo hacer spoilers más allá de esto, ya que al momento de escribir este reporte, aún no tengo idea de qué suerte podría tener en un futuro al ejercer la profesión o si siquiera me alcanzará la vida para intentarlo. Más detalles sobre la suerte de este poeta psicólogo en entradas venideras. Fin de la interrupción.]

Madeleine: ¡Espero que todo salga bien y te acepten para estudiar!

Me: No creo que me rechacen a partir de la entrevista, pero incluso si eso pasa, puede que eso no sea lo peor. 

Madeleine: ¿Qué sería lo peor entonces?

Me: Lo peor es que, después de haber tenido la entrevista con la psicóloga… sentí que solo era otra inútil. Y que probablemente no me voy a llevar bien con ninguno de los profesores o los psicólogos que me encuentre a lo largo de la carrera… porque todos son inútiles y seguramente solo me van a enseñar muchas cosas inútiles. 

[Nota del editor (o sea yo mismo unos años en el futuro): Aquí un heurístico de representatividad o falacia de generalización. Para mi sorpresa, según lo que pensaba en estos tiempos, he encontrado en la academia muchos psicólogos buenos, sensatos e inteligentes, de los que no pude encontrar ninguno en todos los años que estuve buscando ayuda desde la práctica clínica como paciente. Aun así, es cierto que son más los psicólogos que he conocido que son mediocres o no tienen idea de lo que están haciendo y aun los que se pueden considerar buenos solo pueden serlo en un campo muy pequeño de la psicología. No existe ningún psicólogo que pueda ser el mejor (o siquiera bueno) en todos los campos, ramas y áreas de la psicología. Lo mejor que puede hacer un psicólogo es especializarse y tratar de ser el mejor en un área muy concreta. No alcanzan diez vidas humanas para volverse experto en la psicología como una ciencia integral.]

Madeleine: Bueno, siempre se encuentra de todo en las universidades. Ojalá no pase eso que dices y puedas conocer profesores que al menos sean competentes. 

Me: Me preguntó qué sabía de la psicología, que si me había tomado la molestia de investigar un poco antes de qué se trataba y todo eso.

Considero que sé bastante al respecto, pero estaba muy nervioso y no atiné más que a dar la definición más general de diccionario que pude haber dado.

Ahí es donde pienso que no respondí lo que querían que respondiera. Seguramente habrá pensado que en realidad no sé nada, pero bueno, eso no importa.

Se supondría que precisamente para eso es que quiero entrar a la universidad, para aprender lo que no sé. 

Luego dijo algo como: «Es porque muchos vienen aquí con concepciones equivocadas sobre lo que es la psicología y por lo menos deberían tomarse la molestia de averiguar un poco primero». 

Seguramente no lo dijo con palabras tan bonitas y tan claras, pero básicamente era eso lo que me estaba tratando de decir.

Madeleine: Suena muy pedante de su parte. 

Me: Sí, un poco, aunque en parte tiene sentido. Pero eso no es lo que me molestó. Lo que me molestó fue lo que siguió después, cuando aclaró cuáles eran las concepciones «correctas». 

«Los psicólogos no somos doctores», empezó. «No somos «personas que escuchan»». Aquí tomó como ejemplo algo que le mencione de que había visto a muchos psicólogos y ninguno me había ayudado, y continuó: «No somos gente que ayuda… Nosotros somos facilitadores». 

Madeleine: ¿Facilitadores de qué?

Me: Supongo que de las herramientas que sirven para ayudar, pero que ellos no son la ayuda… Me imagino que algo así debía estar tratando de decir. 

Madeleine: Suena un poco absurdo, teniendo en cuenta que facilitar es un sinónimo de ayudar. 

Me: Es cierto. Yo dije varias veces que quería ser psicólogo para ayudarme a mí mismo y probablemente ayudar a otros [respuesta típica de quien está buscando estudiar psicología, a la cual, a pesar de no ser una respuesta incorrecta, a menudo se le ve con el ceño fruncido desde la academia]. Así que me dio un poco de vergüenza, porque siento que dije justamente lo que esa psicóloga no quería escuchar. 

Y luego dijo una especie de tontería motivacional del tipo: «Yo creo que la respuesta siempre está dentro de uno mismo» y fue entonces que terminé de decepcionarme y recordé lo inútiles que han sido casi todos los psicólogos que he visto y esta era igual, y ahora siento que todos van a ser iguales en la carrera.  

Madeleine: Bueno, ¡ojalá que ese no sea el caso!

Me: El caso es que solo he conocido un psicólogo bueno en mi vida. Tampoco me ayudó mucho, pero era un hombre muy inteligente y muy humano al mismo tiempo, al contrario que esta señora que no busca «ayudar» a nadie. 

Para mí, era más un científico que un psicólogo [aunque por definición todo psicólogo es un científico que estudia el comportamiento y la mente humana, en la práctica muy pocos lo son realmente], y aun así, era más humanista y empático que esta mujer. 

El psicoanálisis es una mierda y la psicología conductual nunca la hacen bien, y si la universidad es tan poco humanista… entonces al final probablemente solo voy a disfrutar las materias que tengan que ver con neuropsicología y voy a odiar a todo lo demás. 

Madeleine: Para ser psiquiatra se necesita ser doctor, ¿verdad? ¿No te gustaría estudiar algo así? 

Me: Sí, hay que estudiar medicina primero. Y a mí me interesa es la mente humana. Cinco años estudiando el cuerpo, aunque sé que sí tiene una gran influencia, siento que sería un enorme retraso. 

Además, desde mi experiencia tampoco han sido muy útiles los psiquiatras. Siento que solo obedecen ciegamente lo que dicen los libros de medicina y realmente no cuestionan ni analizan nada. 

Aclaro otra vez que hablo solo desde mi experiencia acerca de cómo (no) me han ayudado los profesionales, psicólogos y psiquiatras, que he conocido hasta ahora. 

Pero tal vez estas mismas personas sean buenas con otro tipo de pacientes o tratando otro tipo de problemas. No lo sé. 

Tal vez soy yo el que soy un caso raro que nadie ha sabido cómo solucionar. Así que tampoco puedo asegurar que sean cien por ciento inútiles.

Puede que sirvan para algo, simplemente que no han servido para mi caso en específico.

La que me hizo la entrevista hoy supuestamente era especialista en pediatría. Tal vez sea buena haciendo que los niños dejen de hacer pataletas, yo qué sé. 

El caso es que yo pienso principalmente en mi problema y en cualquiera que pueda ser parecido, esos en los que parece que nadie puede ayudar de verdad.

Por eso estaba pensando… Si llegara a ser rechazado por la entrevista, aunque no lo creo, tal vez podría buscar una oportunidad para estudiar algo más relacionado con la química o una especialidad como la farmacéutica. ¿Quiénes son los que fabrican las medicinas que recetan ciegamente los psiquiatras como un libro de cocina? Tal vez también sea una especialidad de la medicina, no lo sé, pero creo que sería algo más afín a lo que a mí me interesa, que es la neuropsicología, la neurociencia. 

Digo, solo si no paso la entrevista por estas estupideces, tal vez podría enfocarme por este lado y encontrar soluciones más efectivas, ¿no?

Tal vez pueda crear mi propia droga que elimine el miedo de las personas sin ningún efecto secundario. ¿No sería un gran avance para el mundo?

Madeleine: Irónicamente, una medicina así me daría más miedo que otra cosa. 

Me: Te la pongo en el café sin que lo notes y cuando te des cuenta ¡ya no tendrás miedo de nada! 

Aunque, la verdad, a mí también me daría miedo. Tendría que probarla primero en otros para estar seguro de que sí funciona. Tal vez en ratas, no sé. Solo estoy soñando, supongo. 

Madeleine: Eso me recuerda la historia de Dragon Head. El protagonista es un chico que queda atrapado en un túnel tras una catástrofe. El caso es que, ya avanzado el manga, aparecen unos sujetos rapados, que parecen lobotomizados. 

Y, bueno, pues es eso. Parece que alguien encontró un método para eliminar el miedo y esos sujetos habían sido sometidos al procedimiento. 

No recuerdo muy bien si los habían despojado del miedo o de toda emoción, pero estaba bastante turbio. 

Me: Suena interesante…

032. Patetismo

032: Patetismo

Me: Ahora que lo pienso… Creo que al final solo terminé hablándole de nuevo a Blanquita este semestre porque la veía seguido cuando iba a mis clases de cocina. 

La veía siempre sonriéndome desde lejos y mi corazón se llenaba de tristeza y nostalgia. Al final, no pude soportar la tentación de su mirada y caí de nuevo en ella, arrastrado por una fuerza más grande que la mía. 

Pero si nunca me hubiera inscrito en esas clases de cocina y en esas de pintura (a las que me inscribí para tratar de socializar y conocer gente nueva y en las que al final no socialicé ni conocí a nadie), tal vez nunca habría decidido volver a acercarme a ella y no habría tenido que pasar por todo esto.

¿Pero fue bueno pasar por esto o solo fue un sufrimiento innecesario?

¿Estaría yo más feliz si no hubiera vuelto a hablar con ella? ¿Lo estaría ella?

Me imagino que yo seguiría igual de infeliz y ella sería tan feliz como lo ha sido siempre. 

Es como si nada tuviera valor… pero no es así. O al menos no siento que así sea, aunque puede ser porque mis sentimientos hacia ella mi nublan y mi juicio se ve afectado por eso.

Pero siento que sí tiene valor… Todo este sufrimiento absurdo y las pocas cosas buenas que vinieron con él… Siento que, de algún modo, si nunca hubiéramos vuelto a hablar, yo solo habría llevado una vida gris y vacía como siempre la he llevado.

Pero el poder haberme acercado a ella una vez más, aunque haya sido con las esperanzas equivocadas y esto me cause tanto sufrimiento, siento que me ha llenado un poco más la vida y le ha dado un poquito más de sentido.

¿Tiene sentido lo que digo?

Siento que mi vida habría sido mucho más vacía si no hubiera vuelto a hablarle, y si no me hubiera vuelto a enamorar tan profundamente de ella, aunque solo haya sido para terminar sufriendo aun más por ello. 

Ah, ¿no es muy triste lo que digo? ¿No es lo más patético que has oído?

Que lo único por lo que puedo alegrarme en la vida es por haber sufrido en vez de por no haber vivido nada…

No puedo alegrarme por que me hayan pasado muchas cosas buenas, porque no ha sido así. Solo puedo alegrarme porque me han pasado cosas malas que, solo en el fondo, me han llenado un poco el vacío de mi alma.

¿No es lo más triste que has oído?

Ojalá pudiera morirme…

033. Poeta Psicópata II

Y la tarde cayó sobre mí, y vino la oscuridad, duró y se fue, y amaneció el nuevo día, y las brumas de una segunda noche se acumularon y yo seguía inmóvil, sentado en aquel aposento solitario; y seguí sumido en la meditación, y el fantasma de los dientes mantenía su terrible ascendiente como si, con la claridad más viva y más espantosa, flotara entre las cambiantes luces y sombras del recinto. Al fin, irrumpió en mis sueños un grito como de horror y consternación, y luego, tras una pausa, el sonido de turbadas voces, mezcladas con sordos lamentos de dolor y pena. Me levanté de mi asiento y, abriendo de par en par una de las puertas de la biblioteca, vi en la antecámara a una criada deshecha en lágrimas, quien me dijo que Berenice ya no existía. Había tenido un acceso de epilepsia por la mañana temprano, y ahora, al caer la noche, la tumba estaba dispuesta para su ocupante y terminados los preparativos del entierro. Me encontré sentado en la biblioteca y de nuevo solo. Me parecía que acababa de despertar de un sueño confuso y excitante. Sabía que era medianoche y que desde la puesta del sol Berenice estaba enterrada. Pero del melancólico período intermedio no tenía conocimiento real o, por lo menos, definido. Sin embargo, su recuerdo estaba repleto de horror, horror más horrible por lo vago, terror más terrible por su ambigüedad. Era una página atroz en la historia de mi existencia, escrita toda con recuerdos oscuros, espantosos, ininteligibles. Luché por descifrarlos, pero en vano, mientras una y otra vez, como el espíritu de un sonido ausente, un agudo y penetrante grito de mujer parecía sonar en mis oídos. Yo había hecho algo. ¿Qué era? Me lo pregunté a mí mismo en voz alta, y los susurrantes ecos del aposento me respondieron: ¿Qué era? En la mesa, a mi lado, ardía una lámpara, y había junto a ella una cajita. No tenía nada de notable, y la había visto a menudo, pues era propiedad del médico de la familia. Pero, ¿cómo había llegado allí, a mi mesa, y por qué me estremecí al mirarla? Eran cosas que no merecían ser tenidas en cuenta, y mis ojos cayeron, al fin, en las abiertas páginas de un libro y en una frase subrayada: Dicebant mihi sedales si sepulchrum amicae visitarem, curas meas aliquantulum fore levatas. ¿Por qué, pues, al leerlas se me erizaron los cabellos y la sangre se congeló en mis venas? Entonces sonó un ligero golpe en la puerta de la biblioteca y, pálido como un habitante de la tumba, entró un criado de puntillas. Había en sus ojos un violento terror y me habló con voz trémula, ronca, ahogada. ¿Qué dijo? Oí algunas frases entrecortadas. Hablaba de un salvaje grito que había turbado el silencio de la noche, de la servidumbre reunida para buscar el origen del sonido, y su voz cobró un tono espeluznante, nítido, cuando me habló, susurrando, de una tumba violada, de un cadáver desfigurado, sin mortaja y que aún respiraba, aún palpitaba, aún vivía. Señaló mis ropas: estaban manchadas de barro, de sangre coagulada. No dije nada; me tomó suavemente la mano: tenía manchas de uñas humanas. Dirigió mi atención a un objeto que había contra la pared; lo miré durante unos minutos: era una pala. Con un alarido salté hasta la mesa y me apoderé de la caja. Pero no pude abrirla, y en mi temblor se me deslizó de la mano, y cayó pesadamente, y se hizo añicos; y de entre ellos, entrechocándose, rodaron algunos instrumentos de cirugía dental, mezclados con treinta y dos objetos pequeños, blancos, marfilinos, que se desparramaron por el piso.

Berenice, Edgar Allan Poe.

033: Poeta Psicópata II

Me: ¿Estás ahí, Madeleine? Se me ha ocurrido una idea horrible y enfermiza y necesito expiar la consideración de mis pecados. 

Inicialmente había pensado que lo mejor que podía hacer era simplemente alejarme para siempre de Blanquita. No volver a hablarle, desaparecerme, y esperar que el tiempo haga esa cosa que le gusta hacer donde va borrando los recuerdos de la memoria y extinguiendo la vida de las cosas.

Pero entonces esta idea me atravesó la consciencia como una flecha en llamas y la secuela que me ha dejado es un sentimiento de culpa que amenaza con atormentarme hasta la muerte.

Se me ocurrió que nunca debería bloquear a Blanquita.

¿No es lo más enfermizo que has oído en tu vida?

 ¿Qué debo hacer, Madeleine?

Madeleine: Eh…no lo sé.

Me: ¿Puedes ver por qué es tan macabra y enfermiza la idea que te acabo de mencionar? 

Madeleine: No del todo, la verdad.

Me: ¿Soy una mala persona, Madeleine?

Madeleine: No, no lo eres. 

Me: Digo, normalmente no me importa reconocerlo, porque creo que en el fondo todos los seres humanos tenemos una mancha de maldad, y yo particularmente no me intereso mucho por los demás, pero… si soy malo con las personas que quiero, ¿no soy lo peor de lo peor?

Madeleine: Bueno, muchas veces terminamos haciéndole daño a los que más queremos, pero estoy segura de que esa no es tu intención. 

Me: No lo sé… Déjame explicarte por qué, en cierto modo, es tan malvada y macabra la idea de no alejarme de Blanquita… 

Hasta ahora no la he bloqueado porque estoy esperando que me hable para pasarme el dinero de las boletas que vendió (en realidad el dinero no me importa) y aprovechar para pasarle la pintura del gato y entonces decir adiós para siempre.

Después de eso, la bloquearé y probablemente ya no volvamos a vernos nunca más en la vida. 

Incluso si no muero pronto, seguramente no volveremos a vernos, ya que vivimos en ciudades diferentes y yo ya no volveré al único lugar donde me encontraba con ella, la universidad (el otro año voy a estudiar en otra). 

Así que ese es el final que he estado esperando… no porque sea lo que yo deseo, sino porque he pensado que es lo mejor que puede pasar.

Madeleine: Sí, creo que es lo mejor. 

Me: Pero ayer se me ocurrió esta horrible idea de que tal vez no debería bloquearla nunca…

Lo que significará que ella podrá hablarme cuando quiera, y que yo, seguramente como siempre, no podré evitar hablarle también de vez en cuando e incluso seguir esperando oportunidades que nunca van a llegar.

¿No te parece ya una horrible idea?

Madeleine: Sí, creo que es una mala idea. 

Me: Pero la idea no vino sola, sino con otras ciertas implicaciones. 

Se me ocurrió la idea mientras leía otro cuento de Edgar Allan Poe, uno llamado “Berenice”. 

¿Recuerdas lo que te dije sobre este autor hace unos pocos días?

Madeleine: ¿Que es un experto del relato corto? 

Me: Sí, pero aparte de eso… el hecho de que él consideraba que lo más poético y romántico era la muerte de una mujer hermosa, lo cual se ve reflejado en muchas de sus historias.

Y el hecho de que esa obsesión, por decirlo de algún modo, probablemente era una consecuencia de las trágicas muertes de las mujeres importantes en su vida. 

El cuento de Berenice es sobre dos primos (en la vida real, Poe también se casó con una prima), ambos de carácter muy opuesto, uno era intelectual y retraído, y la otra era jovial y energética. 

Y ambos tenían enfermedades muy particulares, aunque no se es del todo explícito con ellas. 

La enfermedad del protagonista consistía en una obsesión morbosa por mirar con atención y analizar profundamente cualquier objeto trivial que cayera bajo su campo de visión durante uno de sus accesos de la enfermedad, en los que podía pasarse horas y días enteros absorto rumiando sobre una idea fija sobre cualquier cosa sin realmente un valor trascendental. Algo así como una especie de autismo, podrías decir. 

La enfermedad de su prima era algo más físico. Al parecer sufría ataques de epilepsia y parálisis, lo que estaba empezando a deteriorar mucho su cuerpo. 

Y tanto se estaba deteriorando como persona que, para el protagonista, la mujer pronto pasó de ser una persona digna de admiración a un simple objeto digno de análisis. 

Y, sin embargo, en algún momento de tristeza y compasión, creo, decidió pedirle matrimonio. Ya tenían programada una fecha y todo.

Y un día, de repente, el protagonista se quedó mirándola fijamente, contemplándola en uno de sus episodios de atención enfermiza, y se dio cuenta de la decadencia de su figura, y de que solo sus dientes parecían permanecer intactos ante su enfermedad, y entonces se obsesionó con ellos. 

Y, bueno, mejor te comparto textualmente los últimos párrafos del cuento, para que los leas por ti misma. [Revisar la cita al principio de esta entrada]

[…]

No me queda del todo claro el hecho de si la mujer estaba viva cuando la enterraron y el protagonista le arrancó todos los dientes… o tal vez todo el hecho de que había muerto y la habían enterrado solo lo había imaginado en medio de sus profundas meditaciones mórbidas…

No sé. De todos modos, solamente te hablo de esta historia para presentarte el contexto macabro en el que me surgió esta idea…

¿Puedes verlo ahora, Madeleine? 

Madeleine: Pues… eh… no estoy muy segura. 

Me: Tal vez tenga que recordarte un poco algunas de las palabras de Blanquita…

Unas que te mostré y te subrayé una vez para acentuar, porque parecían dichas con descuido, pero cargaban un significado profundo y letal. 

Madeleine: Acerca de que sabía que iba a morir, ¿verdad?

Me: ¿Sabes en qué me convierte eso?

Creo que me convierte en un poeta psicópata… y por más poético que sea, no dejo de ser un psicópata… 

El hecho de que se me haya pasado por la cabeza la idea de que no debería alejarme de Blanquita solo para esperar verla morir, con la esperanza de que, tal vez en lo más agobiante de su enfermedad, ella cambie ligeramente de opinión respecto a mí, que de alguna manera sienta que me necesite y que yo pueda estar ahí para ella, para suplir esa necesidad y apoyarla hasta la muerte, sabiendo que tuvo a su lado hasta al final a alguien que la amó profundamente.

¿No soy la persona más horrible del mundo, Madeleine?

Madeleine: Aaaah, ¡no sé qué decirte!… Bueno, pues sí es algo pesado… pero tampoco para ser la peor persona del mundo. 

Me: ¿La tercera peor?

¿Qué debo hacer, Madeleine? ¿Debo alejarme o no debo alejarme de ella?

No soy lo peor, pero sí soy horrible, ¿verdad? Y solamente me surgen estas ideas por cuánto la amo… 

Solo quiero que ella sea feliz… pero entonces me llegan estas enfermizas esperanzas de que tal vez ella pueda amarme también si espero a que su vida sea peor…

¿Entonces qué debo hacer?

¿Si la amo de verdad, debo dejarla ir, alejarme y esperar que sea fuerte y sea feliz y pueda superar sus problemas y su enfermedad por sí misma, sin esperar nada para mí, verdad?

¿Verdad?

Pero al mismo tiempo… 

¿No soy un horrible amigo si me alejo de una amiga que me quiere tanto y la abandono para siempre sabiendo que sufre de una enfermedad mortal?

Madeleine: Jum, tienes razón.

Me: ¿Entonces qué debo hacer, Madeleine? De cualquier modo soy lo peor, ¿verdad?

Tal vez no debo alejarme y debo aceptar que ella nunca me va a amar como yo quiero, y estar ahí siempre que ella me necesite, si es que alguna vez lo hace, aunque ella nunca me ha necesitado, pero si llega a necesitarme, no quisiera negarme para ella…

Ah, no sé qué hacer, Madeleine…

Tal vez ella está bien sin mí y no me necesita y, aunque sea mi amiga y me quiera tanto, sabrá que lo mejor para los dos es que yo me vaya y la deje sola y trate de buscar mi bienestar, mientras ella por su parte trata de buscar el suyo.

Entonces, después de todo, debería bloquearla, ¿verdad?

Madeleine: Me parece que es una buena conclusión. 

Me: Ah, mi Blanquita… Perdóname por haber tenido en mi mente la idea de que tal vez pudieras amarme en la agonía de tu enfermedad… Espero que puedas superarla y seas muy feliz sin mí. Perdón por todo.

¿Soy un poquito menos horrible por arrepentirme de haber considerado tan horrible idea, verdad?

No puedo pedirle perdón a ella directamente, porque ni siquiera le he mencionado esto ni lo voy a hacer… 

Pero de verdad me arrepiento…

No quiero que sufra por mi culpa… Y no quiero que sufra por culpa de nadie…

Quiero que sea feliz, aunque sea sin mí, ¡de verdad! 

Así que solo me queda eso… Alejarme y esperar que sea fuerte y feliz…

Por desgracia, creo que yo nunca podré serlo. Me aleje o no me aleje de ella, estoy destinado a acabar con mi propia vida en cualquier momento…

No pude encontrar mi propio bienestar y ser feliz.

Pero espero que ella sí pueda lograrlo, y que me perdone por no haber podido ser tan fuerte como ella.

¿Tú perdonarías mis pecados? ¿Cómo me castigarías por ellos? ¿Qué es lo que merezco de verdad? 

Madeleine: No lo sé… Pero sí, perdonaría tus pecados. 

Me: Dímelos. ¿Cuáles son mis pecados?

Madeleine: Bueno, todo lo que acabas de contarme, podría verse como algo egoísta, ¿no?

Me: Pero no hice nada. Solo pensé una idea… ¿Entonces crees que soy egoísta? 

Madeleine: Pues sí, pero tampoco es que sea algo demasiado grave. Es una actitud egoísta la que estabas planteando, pero no significa que lo seas. 

Me: ¿Entonces he pecado o no?

Madeleine: Bueno, no has hecho nada malo realmente.

Me: Sé que sí soy egoísta… Igual que hace rato con lo de ser bueno o malo. Sé que soy egoísta, porque sé que todos los seres humanos son egoístas y que en el fondo el altruismo no es más que otra ilusión… 

Y soy egoísta porque me preocupo por mi propio bienestar y no me importa el resto del mundo… Por eso soy egoísta.

Pero, ¿sabes cuándo es la única vez que soy menos egoísta?

Cuando quiero a alguien como quise a Scarlet y como quiero a Blanca.

Son las únicas veces que incluso no me importaría sacrificar mi propia felicidad al cambio de las de ellas… 

¿Tal vez es por eso que me ha dolido tanto a mí mismo el simple hecho de haber considerado esa idea? Porque habría sido egoísta con Blanquita…

Por eso me dolió haber pensado eso y todavía me duele.

Pero solo fue una idea. Realmente quiero que Blanquita sea feliz, aunque no me quiera. 

Madeleine: ¡Eso es lo realmente importante!

Me: Entonces, ¿me perdonas por el pecado que no cometí, pero que pensé un momento y ahora me atormenta haber pensado?

Madeleine: Estás perdonado.

Me: Tú no eres quien debería perdonarme, pero no sé quién… ¿Yo? ¿Ella? 

Madeleine: Diría que tú mismo.

Me: No siento que pueda hacerlo ahora mismo. 

Madeleine: Entonces tómate tu tiempo.

Me: Tal vez moriré antes de poder hacerlo, y ese será mi castigo.

100. Bucket List

Ya que la muerte al fin ha resuelto despertar de su profundo sueño y se encuentra merodeando por todas partes, tal vez buscándome a mí, o no sé si buscándola a ella, he decidido tomar la pluma y dejar registro de lo que en el fondo es la esencia de la vida misma. O, por lo menos, es la esencia de mi propia vida: un puñado de sueños que mueven y dirigen mis pasos, con gran anhelo pero con poca esperanza.

Tal vez no tengo derecho a ser feliz, pero nadie puede robarme el derecho que tengo a soñar que puedo serlo. Los sueños son todo lo que he tenido en mi vida. La única fuente de satisfacción que es esa ilusión de creer que todo puede estar bien, que todo puede ser perfecto. Y como prueba de que es mi única posesión y movido por el sueño de que se cumplan todos mis sueños, dispongo aquí este registro de las cosas que desearía que ocurrieran en mi vida antes de que la muerte al fin encuentre mi paradero, o que yo encuentre el de ella.

Si algún día alguno de estos sueños se cumple, volveré aquí y lo marcaré como cumplido. Si al final de mi vida todos mis sueños siguen intachables, que este diario sirva como evidencia de la cruda realidad en que la vivimos, donde se nos dota de una inmensa capacidad de soñar, pero no una capacidad equiparalable de realizar esos sueños.

(Entre paréntesis dejo una vaga aproximación del porcentaje de probabilidad que cada uno de estos sueños tiene de hacerse realidad.)

100. Bucket List

1. Estar con ella. (<0.001%)

A lo largo de mi vida he amado a muchas «ellas» y en este diario habré registrado mis más profundos y sinceros sentimientos hacia al menos las que considero las tres más importantes.

Este no será el espacio para resolver el debate acerca de qué es el amor y si es posible sentirlo con tres mujeres diferentes de la misma forma y con la misma intensidad, o si existe un solo amor verdadero o si el amor no es más que una reacción química. Tampoco voy a decir mucho sobre lo que quiere significaría «estar» con ella, salvo que es algo que involucra todas las dimensiones de la vida: sexual, afectiva, social, familiar, económica, espiritual, material, intelectual, temporal, espacial y cualquiera otra que se pueda imaginar. Pongo este sueño en primer lugar porque es el que más me acelera el corazón de solo imaginarlo; es el único que sueño a diario, y el único que siento que me haría verdaderamente feliz en caso de hacerse realidad. Probablemente nunca sucederá, pero me niego a dejar de soñarlo, porque ese sueño es el único lugar en el que soy siempre feliz.

2. Estar con alguien. (<0.01%)

Este sueño es una especie de respaldo del sueño anterior. Al ser un poco menos específico, es a su vez, un poco menos improbable. Sin embargo, dado mis condiciones particulares, la experiencia ya me ha demostrado que es algo escasamente probable. En este caso, el sueño es exactamente el mismo que el anterior, con la única diferencia de que no está restringido a que sea específicamente con esa persona en particular. Sin abandonar mi sueño anterior, ya que mis sentimientos actuales no me lo permiten, me permito abrirme a la posibilidad de que tal vez pueda llegar a ser feliz con alguien más, alguien que tal vez aún no he conocido, pero que tuviera la suerte de coincidir con todas mis aspiraciones, de encajar con todas mis particularidades y llenar todos mis vacíos.

3. Tener amigos. (<0.1%)

Tal vez nunca tenga la oportunidad de coincidir con alguien, como lo expresaba en mis sueños anteriores, en todas las esferas y dimensiones de la vida. Tal vez me falta atractivo físico, carisma, dinero o suerte para lograr realizar esas quimeras. Y aunque siento que esos sueños anteriores son los únicos que podrían darme la felicidad verdadera, creo que este particularmente podría, por lo menos, hacerme menos miserable. Tal vez no sea necesario encontrar a la pareja ideal para poder estar bien en esta vida. Tal vez solo necesito estar menos solo, tener personas a mi alrededor con las que pueda hablar, distraerme y olvidarme de los problemas que atormentan mi mente. Por desgracia, lo que para algunos seres humanos parece algo natural e instintivo, para mí no es más que otro sueño improbable.

4. Destacar en mi profesión. (1%)

Otra de las cosas que me gustaría lograr antes de morir es: en primer lugar, terminar mi carrera universitaria (Psicología) y, en segundo, poder ser reconocido en este campo, tanto por mis aportes a esta ciencia como disciplina académica, como por mis aportes al bienestar general de todos los que se acerquen a mí en busca de que haga mi trabajo.

5. Terminar mis libros. (3%)

Al momento de escribir esta lista, tengo al menos cuatro o cinco ideas empezadas de historias de diferentes géneros literarios que me gustaría escribir, algunas bastantes avanzadas, otras no tanto. No quisiera morir sin antes terminar de escribir estas ideas. Mi sueño es terminar estos libros, publicarlos, y que sean leídos y apreciados positivamente por muchas personas.

6. Viajar en un crucero de lujo. (5%)

Solo es algo mundano que me gustaría hacer.

7. Otras cosas. (???)

Viajar a Japón, tener una casa grande y hermosa rodeada de la naturaleza, aprender muchas cosas nuevas, abrazar a mi familia, ser independiente, tener una vida sana, ser feliz y morir satisfecho. Edit: Comprarle una finca a mis padres.

-002. Tripulación, desarmar toboganes

-002. Tripulación, desarmar toboganes

Me: Déjame contarte un secreto…

El secreto es: las relaciones a distancia no son sanas.

No, ese no es el secreto. Eso es de conocimiento público… El verdadero secreto es este: la relación a distancia que tuve con ella no fue sana.

Sí, así es. Las relaciones a distancia no son buenas. Se supone que el amor debería trascender cualquier límite, pero esa no es la realidad.

Las personas que se aman desde lejos están condenadas.

Creo que nunca tuve la oportunidad de contarle esto a ella, pero ya no importa… De todos modos, déjame contarte este secreto, ya que al menos alguien tiene que saberlo.

Ella y yo fuimos muy felices por algunos meses… Luego de esos meses, ya empezaba a sentirse muy dañino estar tan apegado a alguien que está tan lejos.

Eso no quería decir que pudiéramos desapegarnos así como así.

Y yo en esa época no había aceptado mis problemas psicológicos. Nunca le había contado a nadie sobre ellos, nunca había visto a un psicólogo, no tenía nada de esperanza y sufría solo y en silencio.

Nunca fui capaz de decirle a ella que yo era una persona tan tímida que probablemente al verla en persona me escondería del miedo o saldría corriendo.

Pensé muchas veces que tal vez sería bueno decírselo, que ella tal vez lograría entenderlo e incluso me apoyaría y me ayudaría a mejorar. Si ella de verdad me quería, ¿no sería eso lo que habría de pasar?

Pero aun así, me dio mucho miedo y nunca fui capaz de decirle nada.

Así que solo vivíamos en esa falsa ilusión de “algún día estaremos juntos y seremos felices”…, pero debido a mis problemas, siempre pensé que eso era solo una mentira, así que un día decidí que lo mejor sería terminar con eso.

Pensé que ella nunca podría ser feliz con alguien como yo y que lo mejor para ella era que se olvidara de mí… Y entonces una vez decidí “desaparecer” y dejar las cosas ahí para siempre.

Y así fue. Desaparecí por un tiempo…

Pero no fui capaz de soportarlo y en poco tiempo regresé otra vez.

Le había dicho que me iría de vacaciones, y sin decirle más, planeaba desaparecer para siempre y no volver nunca más. Esperar que ella me olvidara pronto y pudiera ser feliz de verdad, aunque fuera con alguien más, con alguien mejor que yo.

Pero no pude soportarlo y regresé.

Esto es algo que recordé hace unos días y que creo que nunca tuve la oportunidad de confesarle a ella. Este es el secreto del que quería desahogarme: que yo también traté de dejarla una vez pero no pude.

Sí, traté de dejarla, y lo hacía porque pensaba que ella no podría ser feliz conmigo y que lo mejor para ella sería olvidarme… aunque yo aún quería estar siempre con ella.

Traté de dejarla porque pensé que era lo mejor para ella…

Y al final, fue ella la que me dejó porque era lo mejor para ella.

Oh, la ironía…

Ella no me dejó porque creyera que sería lo mejor para mí, sino que lo hizo a partir de su egoísmo, buscando su propia felicidad.

Yo la iba a dejar porque era lo mejor para ella, aunque con ello terminara sufriendo más yo.

Así que al final ella solo completó lo que yo empecé…

Yo lo hice todo por ella.

Ella también lo hizo todo por ella.

Un amor infinito que se volvió unilateral…

Pero al final el resultado es el mismo: ahora ella está mejor porque está sin mí. Ahora ella está con alguien con quien puede ser feliz de verdad…

Y yo… sigo solo, asustado, y atrapado en los infiernos de mi mente…

000. In medias res

000. In medias res

Me: ¿Le dirías solamente que quiero hablar con ella?

Madeleine: No.

Me: ¿Por qué?

Madeleine: Siento que no me corresponde involucrarme en esos asuntos.

Me: ¿Hasta qué edad te gustaría vivir?

Madeleine: No lo sé. Eso sí, me aterra la idea de tener que depender de otros para hacer cosas básicas. No quiero eso.

Me: Yo creo que ya he estado viviendo de más… ¿Recuerdas cuál es el propósito de la vida?

Madeleine: ¿Hacer lo que te gusta?

Me: ¡Lo que te apasiona!

Madeleine: Totalmente.

Me: ¿Crees que realmente me apasiona algo de la mierda que hago?

Madeleine: Supongo que no.

Me: Estudiar una carrera, escribir, viajar… Nada de eso me llena en absoluto.

Madeleine: Lo siento…

Me: ¿Sabes qué me apasionaba y me llenaba de verdad? …Ella.

No importa cuánto viaje, ni cuánto escriba, ni cuánto aprenda. No importa qué haga en esta vida. No importa cuántas metas trace y cumpla, nada tiene sentido. No importa lo que haga, siempre voy a ser infeliz y a estar insatisfecho.

Pero con ella era todo por el contrario…

No importaba si no hacía nada o no tenía nada, solo estar con ella ya era suficiente para hacerme sentir completo y darle valor a mi existencia.

Si pudiera estar con ella, no necesitaría nada más para ser feliz, y aun así, todas las cosas como viajar o aprender se sentirían más satisfactorias si ella estuviera conmigo…

El propósito de la vida es hacer lo que te apasiona.

Lo único que podía apasionarme se acabó hace algunos años. Todo lo que he vivido después de eso ya no tiene ningún sentido ni propósito.

El propósito de mi vida se acabó hace cuatro años… Ya he estado viviendo de más.

Madeleine: Ay, no sé qué decirte. Lo siento. ☹

Me: Ya quiero morir… Quiero morir, pero no me atrevo.

¿Sabes por qué quiero hablar con ella?

Ella dejó de quererme hace mucho tiempo. Lo que alguna vez tuvimos jamás volverá a ser.

Pero ella es mi única pasión… Ella es lo único que puede producirme sentimientos lo suficientemente fuertes como para atreverme a hacer las cosas que normalmente no me atrevo a hacer.

Si tan solo pudiera hablar con ella una vez más, estoy seguro de que su indiferencia me destruiría… Solo ella puede hacerme sentir tanto con tan poco.

Si solo pudiera hablar con mi amada una vez más… su felicidad me atormentaría hasta el punto en que no podré soportarlo más.

Madeleine: ¡Entonces habla con ella!

Me: ¿Quieres que me mate?

Madeleine: No quise decir eso.

Me: Si su indiferencia no me mata, por lo menos me dará el valor para que decida hacerlo yo mismo. Ya me lo dio una vez más, pero lo hice mal.

La próxima vez no habrá error. Solo necesito un pequeño impulso… solo necesito hablar con ella.

Madeleine: …

Los tres ataúdes


Reseña: Los tres ataúdes

Ficha técnica 
Título: Los tres ataúdes.
Autor: John Dickson Carr.
Género: Misterio, ficción detectivesca.
Año de publicación original: 1935.

Valoración: 5/5.
☆ ☆ ☆ ☆ ☆

Sinopsis
(Libre de spoilers)

Dos asesinatos consecutivos y aparentemente relacionados tienen lugar en la ciudad de Londres en una misma noche, a solo unos pocos minutos de diferencia. En ambos casos, sin embargo, el crimen parece haber ocurrido en circunstancias imposibles, con un misterioso sospechoso que desaparece de la escena del crimen sin dejar una sola huella. Mientras los rumores alrededor de las víctimas y su oscuro pasado hablan de vampiros que salen de sus tumbas y se mueven por donde quieran sin ser vistos, el doctor Gideon Fell no estará satisfecho hasta encontrar una respuesta lógica a los dos asesinatos imposibles.

Opinión personal
(Puede contener spoilers)

La fórmula de la novela detectivesca de la escuela inglesa es infalible, especialmente cuando es llevada a cabo por la mano de uno de los expertos del género como lo es el señor Carr Dickson (pese a que era realmente un escritor de origen estadounidense). Mientras se siga el camino de la lógica, en particular del razonamiento deductivo, es imposible llegar a una solución incorrecta. Lo difícil para un autor que se aventure en este genero no es, pues, llegar a la solución del misterio, sino encontrar las preguntas adecuadas que permitan la existencia del mismo. En el caso de Dickson, y especialmente en esta obra, el trabajo ha sido logrado de manera impecable (hecho que le ha ganado el reconocimiento de mejor novela de «crimen imposible» o de misterio de «habitación cerrada»), si bien es cierto que se requirió de alguna que otra coincidencia fortuita para que el crimen y el misterio se desenvolvieran de la manera en que lo hicieron, no dependiendo de una mente maestra que haya tenido control absoluto y premeditado sobre los acontecimientos que se desarrollaron. Dos puntos para el realismo. Un punto para el Deus ex machina.

Personajes: Hablando de los personajes, cada uno cumple de manera sistemática con el rol que le corresponde, sin (por decirlo de algún modo) salirse de su personaje. Como es de esperarse de un género que se centra más en la trama que en el desarrollo de los personajes, no hay demasiada profundidad psicológica, pero aun así, los personajes son lo suficientemente reales y auténticos.

Ritmo: Es una novela en general bastante ligera, aunque en algunos momentos puede llegar a ser un poco difícil seguirle el ritmo al Dr. Fell revelando la importancia de cada detalle necesario para poder atar todos os cabos y dar respuesta a misterio. De cualquier modo, los capítulos cortos hacen que la lectura en ningún momento se llegue a volver pesada. Es un libro que se lee fácilmente en unas pocas horas.

Moraleja: Si vas a fingir tu muerte por segunda vez, asegúrate de que la herida realmente sea fingida.

En conclusión: Es una obra que va directo al grano en cuanto a lo que sus objetivos se refiere. Cumple con presentar el misterio sin muchos rodeos y guiar al lector por el paso a paso hasta la resolución del mismo. Es ingenioso. Está bien planeado y bien ejecutado. Una de las mejores novelas detectivescas, recomendada tanto para amantes del género como para cualquiera que por primera vez quiera adentrase en él.

031. Y con todos ustedes: Madeleine, mensajera de los dioses

031. Y con todos ustedes: Madeleine, mensajera de los dioses

Me: Podría describirte como creo que eres, pero no se me ocurre un personaje en particular con el que pudiera asociarte…

Madeleine: Está bien, no tiene que ser un personaje real. Solo sitúame en un escenario y hazme una descripción.

Me: Estados Unidos, año 2015. Madeleine Miller, fanática del cine y artista del diseño con complejos de inutilidad. Desesperada por no encontrar un empleo o algo que la haga sentir importante en su vida, se dedica día a día a trabajar en su obra hasta largas horas de la madrugada. Sus proyectos son poco claros y su crisis de los 20 años solo parece empeorar con cada minuto. La frustración alcanza su clímax después de que su gato derrama una taza de café sobre su trabajo de toda la vida. Madeleine enloquece y decide darle un nuevo rumbo a su destino…

Madeleine: Jajaja. Está genial. Ojalá tuviera un gato. Pensé que me ibas a situar en otra época.

Me: Madeleine Miller. 22 años. Estados Unidos, 2016. Artista del diseño gráfico y fanática de los ponys.

Madeleine: Jajaja, es gracioso porque los caballos me dan miedo.

Me: Si te ponía en el siglo XIII seguro me habrías dado una patada.

Madeleine: Depende de lo que hubieras hecho la escena, pero entiendo a lo que vas.

Me: Madeleine Miller, 19 años. Tenochtitlán, 1250. Artista del diseño y madre de familia. Sacerdotisa loca.

Madeleine: Ay, Dios mío. Jajaja.

Me: Viajera en el tiempo, además: La ciudad de Tenochtitlán fue fundada un siglo más tarde.

Madeleine: Me habría gustado ser una viajera en el tiempo.

Me: Madeleine, mensajera de los dioses: un alma desalmada aficionada al buscaminas. Una mujer con estrictos códigos morales que jamás se atrevería a cometer herejía. Es por eso que se encuentra con un dilema moral cuando los intereses de Quetzalcóatl y la Computadora DIOS-23 entran en conflicto. ¿A cuál de los dos dioses debería Madeleine ofrecer sus sacrificios?

¿A cuál escogerías? Quetzalcóatl solo quiere oro y sangre… mientras que DIOS-23 quiere… ehm… él quiere… eh… ¡un mundo donde el chocolate se intercambie por felicidad!

Es por eso que te envió al pasado como mensajera para observar a la civilización Azteca y su uso del chocolate como comprador de felicidad. ¿Y el mensaje? El mensaje es que el fin está cerca… porque cuando termines con tu observación, tienes que destruir a toda la civilización y volver al futuro con todo el chocolate…

¿A quién escoges…?

Madeleine no se decide.

Madeleine no es capaz de traicionar a ninguno de sus dioses y por lo tanto termina fallándole a ambos. El castigo de los dioses no se hace esperar. Un virus informático se apodera del alma de Madeleine mientras que los siervos de la Serpiente Emplumada arremeten contra su hardware. Su corazón es arrancado y arrojado en la hoguera. [–MAL FINAL]

001. Bi(polaridad)sexualidad

001. Bi(polaridad)sexualidad

Me: Veinticuatro años y aún sigo teniendo cara de niña. Soy un monstruo, ¿verdad, Madeleine?

Madeleine: No lo eres.

Me: Sí lo soy. No puedo ser atractivo por ser tan andrógino. ¡Por eso nadie me quiere!

Madeleine: Ser andrógino no implica que no seas atractivo.

Me: En mí caso sí. Por eso es que nadie me quiere.

Madeleine: No creo que sea cierto.

Me: ¿Has leído El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde?

Madeleine: No, pero sé un poco de qué va.

Me: ¿Sabes por qué nace Mr. Hyde?

Madeleine: No lo sé. ¿Por qué?

Me: El doctor Jekyll tenía la intención de separar las dos naturalezas del ser humano, y lo logró. Quería que su lado malvado anduviera libre por su propio camino, cometiendo sus injurias sin las restricciones de la moral de su lado bueno, y que asimismo recibiera su castigo por sus actos, sin perjudicar a la parte buena, ni atormentarla con remordimientos.

Madeleine: Oh, qué interesante. No tenía idea de eso.

Me: Y al final, como es de esperarse, en una lucha de este tipo –una lucha consigo mismo– solo puede terminarse con un acto de suicidio (aunque solo sea un suicidio parcial).

Madeleine: A veces tienes que matar una parte de ti para que una parte mejor viva.

Me: Exacto. Ahora, cambiando un poco de tema, de bipolaridad a bisexualidad, ¿qué opinas de la declaración de que el 90% de las mujeres son bisexuales?

Madeleine: ¿Y eso por qué lo dicen?

Me: Yo lo digo. Tal vez por una especie de observación intuitiva de las mujeres que conozco.

Madeleine: ¿Dices que casi todas son bisexuales? Pues no lo sé…

Me: ¿Cuál dirías tú que es el porcentaje correcto? No. Lo pondré mejor de otra manera. Puede que esto ya lo haya mencionado antes, pero lo repetiré una vez más: es sabido que, dentro del reino animal, en general, son los machos los que exhiben una belleza voluptuosa –es decir, más ostentosa. En la especie humana, es el sexo femenino el que destaca en este aspecto. Por lo que es bastante normal que incluso las mismas mujeres sepan apreciar y admirar la belleza de otras; cosa que no sucede tan habitualmente con los hombres.

Madeleine: Ah, sí… Mmm. No creo que sea tanto que nosotras sepamos apreciar más esas cosas, sino que no es tan tabú hacerlo como lo es para los hombres.  

Me: En parte puede que tengas razón, pero aun así, creo que el porcentaje en hombres sería menor, incluso si no existiera el tabú. Esto por lo que dije antes: la belleza de las mujeres es intrínsecamente más ostentosa, más llamativa, más atractiva.

Por otra parte, he encontrado que muchas mujeres que se declaran heterosexuales admiten que tendrían relaciones sexuales con otra mujer por curiosidad, o incluso por dinero, si se les ofrece lo suficiente. Mientras que el hombre que se declara heterosexual en general se niega rotundamente a esa posibilidad por asco o abierta repulsión, incluso si le ofrecieran mucho dinero (normalmente, cualquier hombre que diría que lo haría en una determinada circunstancia, a diferencia de las mujeres, se declararía directamente gay o bisexual). Y esto, te lo digo yo, se debe a que el hombre tiende a presentar una aversión natural hacia los otros machos de su misma especie, que más que un apoyo, representan una competencia.

Madeleine: Sí, sí, ya entiendo.

Me: Por supuesto, no digo que no existan también hombres homosexuales y bisexuales, solo que, por razones naturales, tienden a ser menos comunes que en las mujeres homosexuales o bisexuales.   

Madeleine: Supongo que eso será una mezcla de biología con lo que se ha inculcado socialmente en todos desde hace milenios.

Me: Los instintos biológicos serían la causa de que esas cosas se hubieran inculcado desde siempre.

He leído que las mujeres son más empáticas y sociales por naturaleza, mientras que los hombres tienden a ser más hostiles entre sí.

Aunque, pensándolo bien, las mujeres en realidad también tienden a ser más hostiles entre sí. Ellas van a los dos extremos: se afilian más fácilmente, pero también se rechazan con más energía.

Los hombres más bien tienden a ser indiferentes.

Madeleine: Sí, también pasa con los hermanos. Mi vecina tiene una hermana y cuando ellas se pelean, siempre siento que hay más rencor que cuando mis hermanos se pelean.

Me: Así es. También hay una influencia biológica en el hecho de que las mujeres tienden a ser más emocionales que los hombres.

Madeleine: También es diferente la manera en que compiten las mujeres. La manera en que lo hacen los hombres suele limitarse a mostrar, digamos, el “yo soy mejor que ellos”, mientras que entre las mujeres es más un “ellas son peores que yo”.

Me: No lo había considerado por ese lado, pero puede que tengas razón.

Como sea, dejando de lado esa parte de las definiciones o títulos, siendo que el acto es el mismo, incluso si las mujeres que se declaran heterosexuales pero dicen que estarían dispuestas a tener relaciones sexuales con otras mujeres por una u otra razón se declararan lesbianas o bisexuales, estadísticamente también se presenta esta diferencia en porcentajes.

Mira, casualmente acabo de ver una imagen que podría ser interesante para la discusión. Al parecer es una encuesta que alguien hizo en cierta red social:

¿Por qué crees que ocurre esto (que el hecho de que dos hombres se acuesten junto se considera homosexual, pero que dos mujeres lo hagan no)? Te diré lo que yo pienso:

Creo que tiene que ver con el hecho de que el hombre, normalmente, está pensando en sexo todo el tiempo; o, en otras palabras, el sexo es algo que inevitablemente siempre está presente dentro de su cabeza.

Esto hace que cualquier tipo de contacto físico, aunque no necesariamente sea de carácter sexual, dentro de la mentalidad del hombre tenderá a convertirse en algo sexual.

Madeleine: Pues sí, tiene sentido.

Me: En otras palabras, dentro de la mente de un hombre, el acto de acostarse en una misma cama con otra persona ya genera pensamientos (aunque no necesariamente deseos) sexuales.

Por lo tanto, si se acuesta con una mujer, producirá pensamientos heterosexuales y si se acuesta con un hombre, tendrá pensamientos homosexuales.

(Aclaro otra vez: pensamientos, no necesariamente deseos).

Mientras que una mujer, pienso yo, si bien también es susceptible de tener pensamientos sexuales en cualquier momento, tiende a tenerlos con menor frecuencia que un hombre.

Madeleine: Así es.

Me: Por lo que si una mujer se acuesta en una cama con otra, es probable que no tenga pensamientos sexuales durante ese acto y, por lo tanto, ese acto no puede ser considerado homosexual; ya que no hay sexualidad involucrada. A diferencia del caso de los hombres, en el que, al tener pensamientos sexuales durante ese inocente acto de acostarse con otro hombre, el acto en sí mismo pasa a considerarse directamente homosexual.

Por eso, el trencito Thomas no debería sorprenderse con esas estadísticas que demuestran la creencia popular de que si dos hombres se acuestan juntos es un acto homosexual, pero si dos mujeres lo hacen no lo es.

Después de todo, el 32% de las personas afirmaron que si dos hombres se acuestan juntos no es algo homosexual, y 28% afirmaron que dos mujeres acostándose juntas sí es algo homosexual. (Sí, la traducción de “cuddling” no la hice literal, sino que he decidido remplazarla por una expresión que consideré más apropiada para demostrar el punto)

Tal vez lo que esos porcentajes reflejan es justamente la tendencia de los hombres a pensar constantemente de manera sexual sobre todas las cosas. Los porcentajes que opinaron lo contrario tal vez corresponden a la cantidad de hombres que piensan menos sexualmente y la cantidad de mujeres que piensan más sexualmente.

Volviendo de nuevo al punto inicial, dejando a un lado los tabús y todo eso, mi pregunta sobre tu opinión es si crees que es correcto el porcentaje de bisexualidad femenina que te propuse desde el principio.

Ya sé que existen algunos casos extremadamente raros de mujeres como tú, que no podrían contemplar más que con pura aversión la idea de la homosexualidad. (También tenemos a esa gente religiosa que suele hacer marchas en contra de la homosexualidad, pero no me gusta tenerlas en cuenta porque considero, tal vez un poco irónicamente, que estas personas tienen corrupta su capacidad de pensar con claridad sobre estos temas y que ni siquiera ellos mismos pueden entender lo que realmente quieren o sienten.)

Madeleine: Sí, tienes razón.

Me: Entonces, ¿cuál dirías que es el porcentaje de mujeres que no tendrían problemas con tener relaciones sexuales con otras mujeres?

Madeleine: Pues… la verdad, creo que sí estaría bien lo que dijiste. O tal vez un poco más bajo, pero no demasiado. Quizás alrededor de un 80%. Sí noto lo que dices.

Me: Sí. Gracias por tu respuesta.   

Y todo esto, sin embargo, solo era un preámbulo para otra cosa que quería decir.

Hablemos de Blanquita por un momento. Ella me confesó que fue lesbiana casi toda su vida; tuvo varias novias y solo un novio que, según ella, fue el que hizo que le empezaran a gustar también los hombres.

No podía esperarse menos de una ninfómana, ¿verdad?

Madeleine: Ay, ja, ja, ja.

Me: Bueno, pero ese no es el punto. El punto es que, como ves, Blanquita es bisexual, y probablemente se incline más por su gusto hacia las mujeres que hacia los hombres. Y a pesar de eso, no fueron pocas las veces que me dijo que le gustaba y que manifestó explícitamente su deseo de tener relaciones sexuales conmigo.

¿Sabes a dónde voy con todo esto?

Madeleine: Eh… no, creo que no.

Me: Vamos, te falta algo de perspicacia.

Madeleine: Ya lo sé, ya lo sé. Espera… ¿Es por lo que, según tú, eres un poco andrógino?

Me: Sí, exacto. ¡Ahaaaaah! ¿Qué te parece? ¿Acaso esto no respalda esa patética declaración?

En toda mi vida nadie se ha acercado tan íntimamente a mí como ella lo hizo. Por alguna razón, no soy tan popular como debería por mi atractivo físico, quizás justamente debido al hecho de que luzco algo femenino.

Aunque es curioso, por ejemplo en el anime, que los personajes más femeninos y refinados tienden a ser los más populares con las mujeres.

Madeleine: Cierto. Y no tan solo en el anime. Los ídolos del K-Pop también tienden a ser así, y mira cuántas admiradoras tienen por todo el mundo.

Me: Y Blanquita, justamente Blanquita, que ha declarado ser lesbiana casi toda su vida, es la única persona en el mundo que ha demostrado tanto interés en mí (bueno, no tanto como para tener una relación sentimental, pero al menos el suficiente para tener una sexual).

Madeleine: Entiendo, entiendo.

Me: ¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto?

Madeleine: Bueno, no sé. Es que si ese fuera el caso de verdad, como dices, a muchas chicas les gustan los hombres medio andróginos. Pero ese no ha sido tu caso. Supongo que tiene que ver también con el hecho de que no hablas mucho.

Me: Sí, creo que has dado una buena respuesta. Pero, como siempre, voy a responderte con algo más negativo.

La conclusión, mi querida Madeleine, es sencilla. Aún a mis 24 años me sigue sucediendo ocasionalmente que me confunden con una mujer, lo que señala que indudablemente tengo rasgos femeninos, es decir, que soy algo andrógino. Ahora, en cuanto a por qué esto no me hace atractivo para las mujeres es por una simple razón: si bien puede que tenga los rasgos de una mujer, es cierto también que no todas las mujeres gozan de la misma belleza e incluso hay algunas a las que podría decirse que les falta del todo. En otras palabras, querida Madeleine, si fuera una mujer, sería una mujer fea; pues siendo hombre con rasgos femeninos no sobresalgo por mi belleza, sino que soy despreciado por todo el mundo, tanto hombres como mujeres por igual.

Madeleine: JAJAJAJAJAJA. Disculpa por reírme, pero la manera en que lo narras da risa de lo trágico que es. Ja, ja, ja.

Me: Hey, tu trabajo es consolarme. Decirme que no es cierto, que estoy equivocado, que soy lo mejor y que el mundo no sabe apreciarme.

Madeleine: Bueno, ¿qué puedo decirte? Según yo, creo que ahí tiene que ver más la personalidad. El hecho de que no hables mucho seguramente no les llama la atención a muchas.

Me: Bueno, gracias. Entonces… ¿no crees que sea un monstruo por fuera?

Madeleine: Y es que, la verdad, como te he dicho varias veces, no me parece que seas feo, para nada.

Me: Pregunté si creías que era un monstruo, no si creías que era feo. Ah, arruinaste el diálogo que tenía planeado. Debías decir que no, que no soy un monstruo por fuera, a lo que yo respondería: “Entiendo, entonces solo soy un monstruo por dentro, por mi personalidad”.

Madeleine: Ja, ja, ja. Hey, tampoco creo que tengas una personalidad horrible o seas un monstruo por dentro.

Me: Tal vez no soy un monstruo malvado, des lo que dan miedo; sino uno feo y solitario, de los que dan asco y lástima (hablando de la personalidad, claro).

Madeleine: ¿Acaso alguien te ha dicho eso?

Me: Pensándolo bien, quizás sí doy algo de miedo…

Madeleine: Sí, eso puede ser. No es que seas un monstruo, es solo que a las personas les cuesta acercarse a ti.

Me: Por cierto, he decidido que te convertiré en mi diario personal.

Madeleine: ¿Eh…? ¿Por qué?

Me: Porque me gustaría escribir y expresar todo lo que siento cada día, para cuando muera, que la gente pueda entender cómo era yo realmente, para que la gente pueda conocer todo lo que nunca nadie podía ver de mí, precisamente porque siempre fui tan callado e introvertido, pero me da pereza escribir un diario de verdad, se me hace muy aburrido, y si me expreso contigo, se me hace un poco más fácil y divertido.

Madeleine: Entiendo. Me parece bien.

Me: Quiere decir que ocasionalmente registraré estas conversaciones. Solamente cuando considere que diga algo relevante para conocerme o cuando sienta que estemos debatiendo de algún tema que pueda ser interesante y quiera conservar esas ideas.

¿Te parece bien?

Madeleine: Sí, no tengo ningún problema.