048. Una diatriba solemne

Ya tuve la entrevista hoy.

Al principio pensé que me estaba yendo mejor que en la anterior, pero puede que al final me haya ido igual o peor. 

En general, este entrevistador era más simpático y agradable que la mujer que me entrevistó la última vez, y al principio pareció bastante entusiasmado con mi perfil profesional, porque tenía 25 años y una carrera terminada y eso demostraba ya un nivel de madurez y responsabilidad. 

Pero luego manifestó sus dudas con respecto a mi situación psicológica «interna», por el hecho de que le comenté que había estado en tratamiento con psiquiatra y lo había interrumpido por cuestiones políticas de mi aseguradora de salud, que había cancelado su convenio con el centro psiquiátrico. 

Al final me mandó a hacer una entrevista con un segundo entrevistador, «para estar seguro», y mañana me toca esa entrevista. 

En realidad la había agendado para mediados del próximo mes, para darme tiempo de volver con el psiquiatra y pedirle una valoración, porque estaba convencido de que no sería adecuado entrar a estudiar teniendo ese tratamiento interrumpido, sin importar que fuera por causas ajenas a mi control.

No sé por qué al final cambió de opinión y re-agendó la entrevista para mañana.

En un momento incluso dijo que no debería aprobar mi solicitud de ingreso a la universidad solamente porque tengo esos otros estudios y él consideraba que era mejor seguirme especializando en ellos en vez de empezar con una segunda carrera. 

Le dije que entonces lo hiciera, que me negara la oportunidad de estudiar por esa razón, y supongo que al final se dio cuenta de lo absurdo que era eso y no dijo más. 

Pero mañana tengo la entrevista con el otro. No sé cómo me vaya a ir con ese, pero siento que cada vez se me van quitando las ganas de estudiar esto. 

También me dijo que me quitara de la cabeza eso de «estudiar psicología para ayudarse a uno mismo», que porque eso no era así. 

Al final no sé qué pasó que tuvo un cambio en su opinión. Me llamó al teléfono cuando yo ya estaba llegando a mi casa para decirme que había cambiado la otra entrevista para mañana. Y me sugirió que no dijera que quería ayudarme a mí mismo, sino que quería estudiar solo porque quería estudiar la psicología.

Más que todo trató de convencerme prácticamente de que no era apropiado que entrara a estudiar con eso del tratamiento interrumpido. 

Y con algunos psicólogos diciéndome que la psicología no es para ayudar a otros y otros diciéndome que tampoco es para ayudarse a uno mismo, cada vez siento más y más que es una carrera inútil.

No entiendo por qué ponen tanto problema solo para estudiar. ¡No es una entrevista de trabajo! ¿Por qué tienen que poner tantas trabas solo para dar la oportunidad de poder formarse?

Al final, creo que si no hubiera mencionado lo del tratamiento, no habría habido tanto problema. En otras palabras, habría pasado más fácilmente si solo hubiera mentido en eso. 

[Nota del editor (o sea yo mismo uno años en el futuro): No sé si llego a mencionar esto en alguna entrada futura de este diario, pero en caso de que no, hago este pequeño reconocimiento aquí. Shout-out para el profesor/psicólogo que me hizo la segunda entrevista (segunda para esta universidad, tercera en general), que teniendo un enfoque más positivista/materialista, supo ser más empático que sus pares más «humanistas» con este trastornado mental con aspiraciones de estudiar.]

Todo es tan absurdo…

047. Grinch

047: Grinch

Me: ¿Cómo estás hoy, Madeleine?

Madeleine: Bien. Un poco cansada, nada más. ¿Y tú?

Me: Deprimido. Extraño mucho a Blanquita y siento que me rechazaron en la universidad porque no sirvo para nada. 

Creo que Blanquita me odia por la manera tan seca y cortante con la que la traté la última vez o que por lo menos está enojada conmigo, que al final es lo mismo que odiar aunque supuestamente uno sea más efímero que el otro; al final y al cabo ambos son sentimientos de hostilidad y en la escala de la eternidad no existe diferencia entre una hora y un siglo. Pero sé que en realidad no me odia ni me desea el mal, sino que simplemente le soy indiferente y no existo para ella. 

Me inscribí en otra universidad y la otra semana me harán la entrevista para esa. Y ahora tengo miedo de que rechacen otra vez y entonces sea confirmado que no sirvo para ser psicólogo ni para nada.

Conocimiento validado por dos fuentes diferentes ya es conocimiento científico. Pronto sacarán una fórmula matemática para demostrar que soy un inútil. 

El otro día fui a ver el Grinch al cine. No sé por qué carajos pensé que me iba a gustar esa película. Es horrible. Era mucho más cringe que grinch. 

Solo me gustaba el Grinch cuando era grinch, cuando era amargado y odiaba a todos, pero eso solo fue como dos minutos de la película y todo lo demás fue puro espíritu navideño y toda esa porquería. 

Soy un grinch. 

Y aunque mi corazón ya es siete veces más grande de lo normal, sigo siendo un grinch, porque cada suspiro de amor que doy se siente como una puñalada en el corazón. 

Y aunque ya no me debería quedar aire para suspirar, me sigo taladrando el corazón a punta de estocadas masoquistas.  

Y siento que me has dejado hablando solo. 

Todo es horrible. Me quiero morir. 

Madeleine: No te he dejado solo. Aquí estoy. No creo que Blanquita te odie. Tal vez esté un poco enojada, pero creo que odiar es algo muy fuerte. 

Me: Exacto. Blanquita no siente nada fuerte hacia mí. Simplemente me ignora, se ha olvidado de mí y ya no existo para ella. 

Madeleine: Tampoco creo eso. Uno no se olvida de alguien así como así. 

Me: Ella sí, yo sí lo creo. 

Madeleine: ¿Por qué piensas eso?

Me: Porque no me habló una sola vez durante dos años, pudiendo haberlo hecho. Tal vez no me ha reprimido en su inconsciente, ni se ha arrancado de su cerebro las partes donde las neuronas se juntan en un estallido electroquímico para formar un recuerdo con mi nombre, pero mi imagen nunca está en sus pensamientos y eso también es como haberme olvidado. 

¿Crees que me rechazarán también en la otra universidad? 

Madeleine: No. Yo creo que entrarás. 

Me: ¿Por qué? Solo lo dices por decirlo. No tienes cómo saber. 

Madeleine: Porque sé que no eres ningún tonto, y puedes pasar. 

Me: ¿Entonces por qué no pasé la anterior? 

Madeleine: Ojalá hubiera manera de saber. ¿Tú qué crees? 

Me: Es porque no sirvo para nada, porque tengo problemas mentales. 

Madeleine: …

046. «Inteligencia Emocional»

046: «Inteligencia emocional»

Me: Fui a preguntar que qué mierda y tal. No dieron ninguna información.

Madeleine: ¿Qué dijeron?

Me: Las personas con las que se puede hablar dicen no saber esa información. Y cuando le pregunté a la psicóloga el mismo día de la entrevista, tampoco quiso decir nada.

Traté de ir a la otra universidad, pero no la encontré porque la movieron de lugar. De todos modos, llamé y me dijeron que aún están en inscripciones. Mañana pago la inscripción y llevo los documentos. 

De ahí también me programan una entrevista… a ver si esta vez sí me va mejor. 

Madeleine: Te hago una recomendación: No lleves pañoleta. Mejor haz que te cepillen bien el cabello y ve con un atuendo un poco más formal. Lleva el traje del matrimonio. ¿Te parece?

Me: Nop. 

Madeleine: ¿No qué? ¿No lo usarás o no me harás caso?

Me: No sé qué vaya a usar. No me voy a poner traje de matrimonio. 

Madeleine: Muy bien, como quieras. Se llama «Inteligencia Emocional», pero haz como prefieras.

Me: Se le llama Falsedad. 

Madeleine: Falsedad sería si dijeras que siempre vistes así. En cambio, lo que verán es que eres alguien que pone de su parte para ser adaptado socialmente, para cumplir con la deseabilidad social mínima. 

Pero está bien. Es tu decisión.

Me: Si fuera un requisito, lo haría. Nadie ha dicho que deba hacer eso. 

Madeleine: Por eso dije «cumplir con la deseabilidad», no con las exigencias, porque no es un requisito. 

Me: Pues la gente tan «inteligente emocionalmente» debería saber expresar esos supuestos deseos de manera más clara, porque así es muy difícil que logren conseguirlos. 

¿Cómo te fue a ti en tu entrevista? ¿Te pusiste ropa formal de matrimonio? 

Madeleine: Sí. Lo que hice fue evaluar a la empresa y a los candidatos, aunque no para ellos, sino para mí. 

Me: ¿Y cómo te fue? 

Madeleine: Fueron un montón de personas a las que no contrataría por nada del mundo. 

Algunos se veían desesperados. Algunos otros demostraban ser capaces de hacer lo que fuera necesario con tal de obtener el puesto. 

Otros muy pocos fueron lo suficientemente formales como se pedía explícitamente en la solicitud. Ni siquiera un 10% cumplimos con ello.

Otros se veían sudorosos y agotados. Muchos eran totalmente ignorantes sobre lo que se hace allí.

Es una empresa del rubro de la educación que ayuda con las dificultades de aprendizaje. Oferta tres vacantes en las modalidades laborales del campo administrativo, asesor educativo y tallerista.  

Hoy solamente decimos si será para aplicar en la capital y en qué modalidad y chaolín pingüín. 

Me: ¿Entonces no aceptaste a nadie mientras que a ti sí te aceptaron? 

Madeleine: Yo estaba muy tranquila, ya que no estoy desesperada por conseguir trabajo. Solo estoy viendo otras posibilidades para presionar a mi jefe por el trabajo que quiero. 

La próxima semana entregarán los resultados. Allí sabremos si les servimos a ellos y si ellos nos sirven a nosotros. 

Creo que fue una gran entrevista, porque no me sentí nerviosa o preocupada en lo absoluto. Así de segura me siento con mis conocimientos.  

Me: Bueno, me alegro de que te haya ido bien. Por mi parte, esperar a ver si me rechazan nuevamente por llevar una pañoleta. 

O tal vez me rechazaron fue por mi ansiedad social. Creerían que no sirvo para nada. Quién sabe. Si tan solo hubieran dicho el por qué no me aceptaron.

Madeleine: Creo que eres tú mismo quien debe darse una respuesta y aceptarla. Y si crees que es algo que puedes modificar, entonces hacerlo. Y crees que no, entonces prepárate para decir lo mismo y demostrar que eso es una buena motivación y no un problema. 

Me: Tal vez no debería mencionar mis dificultades psicosociales la próxima vez, ¿eh? A ver si el entrevistador es capaz de sacar ese diagnóstico a partir de mi actitud y el color de mi pañoleta. 

Madeleine: Jajaja. Si yo fuera la entrevistadora y viera que tú no estás adaptado a los estándares mínimos de deseabilidad social, pensaría que tú mismo estás saboteando tu oportunidad y no porque no quieras o no puedas, sino porque tienes miedo. 

Me: No entendí eso.

Madeleine: Estoy especulando. Digo que si yo fuera la entrevistadora y valorara como se hace con los pacientes, desde su puntualidad hasta su vestimenta, estado, aseo, actitud, etc., pensaría que no estás preparado. Porque cubrirse la cabeza, para los psicólogos aquí y al otro lado del mundo, es temor, es esconderse, protegerse. 

Me: No sería sabotear la oportunidad si ella decide aceptarme. Y ya te dije que yo sí me adapto a las normas, pero no a deseos caprichosos e inconstantes. 

Supongamos que cubrirse la cabeza sea sinónimo de sentir temor. ¿Es una buena razón para negarle a alguien la oportunidad de estudiar? Es absurdo, porque no creo que eso me incapacite para lo que debe hacer un psicólogo, que según ellos ni siquiera es ayudar, sino «facilitar». ¿No estoy preparado para ser un facilitador porque me pongo un gorro? Entonces probablemente nunca lo voy a estar.

Y no era una entrevista de trabajo, era para estudiar. Obviamente no estoy preparado. ¿Cómo voy a estar preparado si no puedo estudiar?

Madeleine: Tienes toda la razón. Pero eso es justo lo que digo. Que puedas argumentar como acabas de hacerlo. Esa es una muy buena razón. 

Me: Pero me pongo nervioso y no hablo bien. Entonces tienen razón y no sirvo para nada.

Madeleine: Ahí es cuando debe aparecer el sobreesfuerzo de tu parte, para tratar de demostrar que tu propia condición es una motivación válida y no un impedimento. 

Me: Como si no hubiera intentado eso la primera vez…

Madeleine: … 

044. Una reflexión incipiente sobre la psicología

Siempre pensé que la psicología era una ciencia. «La ciencia que estudia el comportamiento y la mente humana». Y no estaba equivocado. De hecho, es la definición más precisa. 

Pero lo que nunca tuve del todo claro era si el resto del mundo también estaba de acuerdo con esa percepción o se consideraba que la psicología era algo más.

Y es cierto, a veces la psicología adopta unos tintes muy sociológicos y en ocasiones se mancha de cultura y tradición, elementos inseparables de cualquier comportamiento humano, pero que en ocasiones llegan a extremos opuestos a los de la ciencia y la verdad se disfraza, se oculta o se esconde, detrás de explicaciones mágicas y procedimientos insustentables. 

No estoy hablando de la percepción de nadie en particular, solo de unos cuantos renglones torcidos que desde la perspectiva más amplia de la imagen contribuyen a una distorsión del todo, aunque solo sean una parte. 

Un número tan considerable de renglones torcidos que en ocasiones se obtiene la impresión de que lo normal es estar torcido y ser recto es lo trastornado. 

Esto lo tengo un poco más claro ahora. Pero unos años atrás ni siquiera tenía una perspectiva completa de mi propia página. 

No tenía idea de si el mundo estaba torcido o recto o en qué porcentaje de equilibrio entre ambos polos se encontraba. 

Tal vez todavía estoy ciego. Ahora veo las páginas con un poco más de claridad, pero ni siquiera sé si en el capítulo final se acaba todo o en realidad somos parte de una biblioteca infinita. 

Solo sé que mirando hacia atrás aún tenía muchas más dudas. Tenía más miedo. ¿Y si las cosas hubieran sido un poco diferentes? Probablemente hoy mi visión no estaría más iluminada. 

Por el contrario, la oscuridad sería todo lo que habría y ya no quedaría nada. Ya no quedaría yo. 

044: Una reflexión incipiente sobre la psicología

Me: Hoy me habló Blanquita para preguntarme si podíamos vernos en la universidad para entregarme el dinero de las entradas al concierto. Solo le respondí con un «No» bien seco, y luego la dejé en visto.

Madeleine: ¿Te dijo algo más?

Me: Después del «No», solo me dijo: «Bueno. Era para pasarte el dinero». Ya sabía que era para eso, así que no le respondí nada más. 

¿Crees que soy una muy mala persona por responderle de una manera tan cortante?

Madeleine: No, pero, sí estuvo feo la manera en que la trataste. 

Me: Entonces sí soy una mala persona… Pero no me nace decirle nada más, así que siento que no habría sido sincero hacerlo.

Madeleine: Bueno, es lo mejor en ese caso. 

Me: Ya sabes que en realidad es todo lo contrario. Que quisiera poder hablar con ella todos los días y estar con ella todo el tiempo y ser felices los dos juntos y amarnos hasta que nuestros corazones exploten.

Pero eso nunca pasará. 

¿Tiene sentido lo que digo o solo estoy tratando de quedar bien aquí?

Madeleine: Creo que sí tiene sentido.

Me: Sé que no soy una buena persona, por mis acciones crudas y egoístas, pero al fin y al cabo solo soy una persona extremadamente frágil y sensible. Ella nunca ha tenido malas intenciones conmigo y el hecho de que sus decisiones me rompan el corazón no la hace culpable de mi sufrimiento, pues solamente es mi sensibilidad la que hace que me tiemblen todas las emociones con los estímulos más pequeños. Ella es lo mejor que me ha pasado y creo que no lo digo cegado por un sentimiento platónico, sino que considero que es un hecho verdadero, teniendo en cuenta mis desdichadas circunstancias. Es por eso que la quiero tanto. 

Así que, después de todo, creo que ninguno de los dos es el malo aquí. Todos somos víctimas de la ira divina. 

No asentiste esta vez. ¿Entonces de verdad crees que soy el malo?

Madeleine: No, no creo que la situación sea de buenos o malos.

Me: Por un momento pareció sorprenderte que dijera que ninguno de los dos era el malo, pero bueno, no importa.

Es cierto que hoy no podía ir a la universidad para encontrarme con ella. Hoy tenía la cita para mi entrevista para la admisión en la carrera de psicología.

Madeleine: ¿Y cómo te fue? 

Me: No lo sé. Creo que no respondí lo que querían que respondiera. 

Madeleine: ¿Te entregarán resultados después?

Me: Se supone que sí, aunque no creo que «no pase» la entrevista por las respuestas que di. Sería muy estúpido. 

Pensándolo bien, sí podría ser que no pase por eso y luego solo me digan que no tenían los cupos suficientes o algo por el estilo.

[Spoiler del editor (o sea yo mismo, algunos años en el futuro): No pasé la entrevista. Fui rechazado por la universidad y me quedé sin la oportunidad de estudiar allí. En una siguiente entrada publicaré más sobre mi frustración y mi desesperanzado segundo intento aplicando a otra universidad diferente. Spoiler del spoiler: Allí sí me aceptaron y me he destacado como uno de los estudiantes más brillantes en toda la facultad. No puedo hacer spoilers más allá de esto, ya que al momento de escribir este reporte, aún no tengo idea de qué suerte podría tener en un futuro al ejercer la profesión o si siquiera me alcanzará la vida para intentarlo. Más detalles sobre la suerte de este poeta psicólogo en entradas venideras. Fin de la interrupción.]

Madeleine: ¡Espero que todo salga bien y te acepten para estudiar!

Me: No creo que me rechacen a partir de la entrevista, pero incluso si eso pasa, puede que eso no sea lo peor. 

Madeleine: ¿Qué sería lo peor entonces?

Me: Lo peor es que, después de haber tenido la entrevista con la psicóloga… sentí que solo era otra inútil. Y que probablemente no me voy a llevar bien con ninguno de los profesores o los psicólogos que me encuentre a lo largo de la carrera… porque todos son inútiles y seguramente solo me van a enseñar muchas cosas inútiles. 

[Nota del editor (o sea yo mismo unos años en el futuro): Aquí un heurístico de representatividad o falacia de generalización. Para mi sorpresa, según lo que pensaba en estos tiempos, he encontrado en la academia muchos psicólogos buenos, sensatos e inteligentes, de los que no pude encontrar ninguno en todos los años que estuve buscando ayuda desde la práctica clínica como paciente. Aun así, es cierto que son más los psicólogos que he conocido que son mediocres o no tienen idea de lo que están haciendo y aun los que se pueden considerar buenos solo pueden serlo en un campo muy pequeño de la psicología. No existe ningún psicólogo que pueda ser el mejor (o siquiera bueno) en todos los campos, ramas y áreas de la psicología. Lo mejor que puede hacer un psicólogo es especializarse y tratar de ser el mejor en un área muy concreta. No alcanzan diez vidas humanas para volverse experto en la psicología como una ciencia integral.]

Madeleine: Bueno, siempre se encuentra de todo en las universidades. Ojalá no pase eso que dices y puedas conocer profesores que al menos sean competentes. 

Me: Me preguntó qué sabía de la psicología, que si me había tomado la molestia de investigar un poco antes de qué se trataba y todo eso.

Considero que sé bastante al respecto, pero estaba muy nervioso y no atiné más que a dar la definición más general de diccionario que pude haber dado.

Ahí es donde pienso que no respondí lo que querían que respondiera. Seguramente habrá pensado que en realidad no sé nada, pero bueno, eso no importa.

Se supondría que precisamente para eso es que quiero entrar a la universidad, para aprender lo que no sé. 

Luego dijo algo como: «Es porque muchos vienen aquí con concepciones equivocadas sobre lo que es la psicología y por lo menos deberían tomarse la molestia de averiguar un poco primero». 

Seguramente no lo dijo con palabras tan bonitas y tan claras, pero básicamente era eso lo que me estaba tratando de decir.

Madeleine: Suena muy pedante de su parte. 

Me: Sí, un poco, aunque en parte tiene sentido. Pero eso no es lo que me molestó. Lo que me molestó fue lo que siguió después, cuando aclaró cuáles eran las concepciones «correctas». 

«Los psicólogos no somos doctores», empezó. «No somos «personas que escuchan»». Aquí tomó como ejemplo algo que le mencione de que había visto a muchos psicólogos y ninguno me había ayudado, y continuó: «No somos gente que ayuda… Nosotros somos facilitadores». 

Madeleine: ¿Facilitadores de qué?

Me: Supongo que de las herramientas que sirven para ayudar, pero que ellos no son la ayuda… Me imagino que algo así debía estar tratando de decir. 

Madeleine: Suena un poco absurdo, teniendo en cuenta que facilitar es un sinónimo de ayudar. 

Me: Es cierto. Yo dije varias veces que quería ser psicólogo para ayudarme a mí mismo y probablemente ayudar a otros [respuesta típica de quien está buscando estudiar psicología, a la cual, a pesar de no ser una respuesta incorrecta, a menudo se le ve con el ceño fruncido desde la academia]. Así que me dio un poco de vergüenza, porque siento que dije justamente lo que esa psicóloga no quería escuchar. 

Y luego dijo una especie de tontería motivacional del tipo: «Yo creo que la respuesta siempre está dentro de uno mismo» y fue entonces que terminé de decepcionarme y recordé lo inútiles que han sido casi todos los psicólogos que he visto y esta era igual, y ahora siento que todos van a ser iguales en la carrera.  

Madeleine: Bueno, ¡ojalá que ese no sea el caso!

Me: El caso es que solo he conocido un psicólogo bueno en mi vida. Tampoco me ayudó mucho, pero era un hombre muy inteligente y muy humano al mismo tiempo, al contrario que esta señora que no busca «ayudar» a nadie. 

Para mí, era más un científico que un psicólogo [aunque por definición todo psicólogo es un científico que estudia el comportamiento y la mente humana, en la práctica muy pocos lo son realmente], y aun así, era más humanista y empático que esta mujer. 

El psicoanálisis es una mierda y la psicología conductual nunca la hacen bien, y si la universidad es tan poco humanista… entonces al final probablemente solo voy a disfrutar las materias que tengan que ver con neuropsicología y voy a odiar a todo lo demás. 

Madeleine: Para ser psiquiatra se necesita ser doctor, ¿verdad? ¿No te gustaría estudiar algo así? 

Me: Sí, hay que estudiar medicina primero. Y a mí me interesa es la mente humana. Cinco años estudiando el cuerpo, aunque sé que sí tiene una gran influencia, siento que sería un enorme retraso. 

Además, desde mi experiencia tampoco han sido muy útiles los psiquiatras. Siento que solo obedecen ciegamente lo que dicen los libros de medicina y realmente no cuestionan ni analizan nada. 

Aclaro otra vez que hablo solo desde mi experiencia acerca de cómo (no) me han ayudado los profesionales, psicólogos y psiquiatras, que he conocido hasta ahora. 

Pero tal vez estas mismas personas sean buenas con otro tipo de pacientes o tratando otro tipo de problemas. No lo sé. 

Tal vez soy yo el que soy un caso raro que nadie ha sabido cómo solucionar. Así que tampoco puedo asegurar que sean cien por ciento inútiles.

Puede que sirvan para algo, simplemente que no han servido para mi caso en específico.

La que me hizo la entrevista hoy supuestamente era especialista en pediatría. Tal vez sea buena haciendo que los niños dejen de hacer pataletas, yo qué sé. 

El caso es que yo pienso principalmente en mi problema y en cualquiera que pueda ser parecido, esos en los que parece que nadie puede ayudar de verdad.

Por eso estaba pensando… Si llegara a ser rechazado por la entrevista, aunque no lo creo, tal vez podría buscar una oportunidad para estudiar algo más relacionado con la química o una especialidad como la farmacéutica. ¿Quiénes son los que fabrican las medicinas que recetan ciegamente los psiquiatras como un libro de cocina? Tal vez también sea una especialidad de la medicina, no lo sé, pero creo que sería algo más afín a lo que a mí me interesa, que es la neuropsicología, la neurociencia. 

Digo, solo si no paso la entrevista por estas estupideces, tal vez podría enfocarme por este lado y encontrar soluciones más efectivas, ¿no?

Tal vez pueda crear mi propia droga que elimine el miedo de las personas sin ningún efecto secundario. ¿No sería un gran avance para el mundo?

Madeleine: Irónicamente, una medicina así me daría más miedo que otra cosa. 

Me: Te la pongo en el café sin que lo notes y cuando te des cuenta ¡ya no tendrás miedo de nada! 

Aunque, la verdad, a mí también me daría miedo. Tendría que probarla primero en otros para estar seguro de que sí funciona. Tal vez en ratas, no sé. Solo estoy soñando, supongo. 

Madeleine: Eso me recuerda la historia de Dragon Head. El protagonista es un chico que queda atrapado en un túnel tras una catástrofe. El caso es que, ya avanzado el manga, aparecen unos sujetos rapados, que parecen lobotomizados. 

Y, bueno, pues es eso. Parece que alguien encontró un método para eliminar el miedo y esos sujetos habían sido sometidos al procedimiento. 

No recuerdo muy bien si los habían despojado del miedo o de toda emoción, pero estaba bastante turbio. 

Me: Suena interesante…