050. Feliz navidad (y próspero Yule) 2018

Extraño mucho a Blanquita… y a Scarlet. 

Hoy es un día feliz para la gente normal, ¿no? Para los que no son Grinch como yo. 

Compartir en familia e intercambiar regalos, o por lo menos buenos deseos. Esas cosas conforman un día feliz para la mayoría de las personas, ¿no?

Seguramente hoy es un día feliz para Scarlet, quien debe estar en este instante compartiendo momentos memorables con su familia y su pareja actual. 

Momentos que son cortos pero que valen la pena recordar durante toda la vida, porque son momentos felices que le dan sentido a tu existencia.

Todo lo contrario a lo que soy yo, o a lo que alguna vez fui, pero que fue tan corto y tan baladí, que en realidad es como si nunca hubiera sido: 

Toda una vida entera que no vale la pena recordar ni tan solo por un instante. 

Pero creo que la vida –la de los vivos, no la mía– es muy bonita y vale la pena celebrarla, porque está llena de estos momentos de calidez que la desbordan de tanto significado que se vuelve absurdamente satisfactoria. 

Seguramente hoy es un día feliz para mi Blanca, quien debe estar en este instante regalando su cuerpo y su alma a la persona que ama. 

Un cuerpo y un alma que fueron hechos para intercambiar amor y placer; el amor que producen las caricias y el placer que produce la admiración.    

Todo lo contrario a lo que produce mi ser, que deformado por la corrupción aleatoria del azar, ataca a su propia naturaleza con reacciones opuestas.

Recibe odio a cambio de amor y genera asco en lugar de placer. 

Pero creo que esta existencia –la de los reales, no la mía– es una obra de arte grandiosa y perfecta, y al ver su belleza tan grande no puedo evitar conmoverme, y celebro satisfecho en mi desesperación la vida que nunca tuve pero que siempre soñé, porque al menos en mis sueños pude tocar algo que era perfecto, y ese algo es una vida con nombre de color. 

Feliz Navidad, Madeleine.

050: Feliz navidad (y próspero Yule) 2018

Me: ¿Cómo la estás pasando, Madeleine?

Madeleine: Algo aburrida. Estamos preparando la cena.

Me: Al final no recibí ningún mensaje de Blanquita, y yo tampoco le dejé ninguno. 

Quisiera dejarle buenos deseos y, sobre todo, decirle que la quiero mucho, pero creo que es mejor que no lo haga. 

[Medio segundo después]

Actualización: Ya le escribí yo algo. Algo sencillo: «Te quiero mucho, Blanquita. Feliz navidad». 

Pero parece que ni siquiera le llegan mis mensajes. No crees que me haya bloqueado, ¿o sí? ¡La extraño mucho!

Madeleine: No creo que ella sea del tipo que hace esas cosas. 

Me: Tienes razón. Puede que solo haya cambiado de número y nunca me hubiera avisado, ¿verdad? Incluso si solo fue por descuido… Significaría que ya nunca volveríamos a hablar, ¡solo por ese descuido! Y por su falta de interés…

¿Hablaste con Scarlet? ¿Le deseaste una feliz navidad? ¿Cómo la notaste? ¿Cómo está ella?

Madeleine: No, no he hablado con ella. 

Me: Ella es del tipo de persona que le da mucha importancia a la opinión ajena y a los intercambios sociales como estos… y tú también. 

Así que es raro que no hayan intercambiado mensajes festivos entre ustedes. 

Madeleine: La verdad, he estado un poco ocupada, así que no he tenido la oportunidad de hacerlo. Pero no puedo hablar por ella. La última vez que revisé, tampoco me había dejado ningún mensaje. 

Me: ¿Y si revisas ahora? ¿Hace cuánto no hablas con ella? Llevo un tiempo sin preguntar, ¿no? Ya que he estado más preocupado por Blanquita últimamente. 

Madeleine: Creo que la última vez que hablamos fue por mi cumpleaños. O quizás un poco después. Déjame reviso… ¡Oh! Mira qué coincidencia, justo me acaba de escribir.

Me: Sí, bueno, era de esperarse de ella… Creo que no la extraño tanto.

O más bien… Hay momentos en los que sí extraño el pasado, al recordar las cosas bonitas que compartí con ella. Pero no tengo ni una gota de esperanza acerca de un futuro con ella y por eso, de algún modo, se siente como si no doliera tanto.

Al final, el dolor surge a partir de la esperanza o por lo menos se filtra a través de ella. Incluso aunque no sea una esperanza muy grande… o tal vez precisamente porque no es grande. 

Podría ser un idiota creyendo que todo estará bien algún día y sería feliz con esa mentira. 

Pero no es así. 

Con Blanquita solo puedo conservar una pequeñísima esperanza. Tan pequeña que no sirve para nada. Tan pequeña que no parece esperanza, porque digo claramente: «sé que nunca será así».

Pero a pesar de que es una esperanza tan pequeña, es apenas del tamaño justo para seguir causándome dolor. 

Sé que con Scarlet también aún tengo algo de esperanza en el fondo. 

Pero es tan pequeña que ni siquiera puede verse al lado de la pequeña esperanza que tengo con Blanquita. 

Parece que me has dejado hablando solo…

Y ya apareció Blanquita. Solo me respondió con un frío: «Feliz Yule».

Quiero morir.

Es tan indiferente… Siento que me odia.  

Tal vez ahora sí debería alejarme de ella para siempre. Me duele mucho su actitud. 

Después de dos o tres semanas enteras sin hablar y me responde dos palabras con toda la frialdad posible. Podrían pasar años y sería igual.

¿Por qué sigo sufriendo estas cosas y el sufrimiento nunca se acaba, Madeleine?

Normalmente solo me quiero morir todos los días, pero cosas como la actitud que ella me dedica me recuerdan… que no solo quiero morir, quiero matarme. 

Ah… Feliz navidad, Madeleine.

Madeleine: …

049. Más de lo mismo

049: Más de lo mismo

Me: Tengo mucho miedo… ¿Hace cuánto tiempo crees que no hablo con ella? 

Madeleine: Al menos un par de semanas.

Me: Exactamente. Solo dos semanas, pero siento como si hubiera pasado mucho más tiempo. Es como si el tiempo pasara más lento porque no tengo nada que esperar de ella, ¡porque no tengo un futuro con ella! Y si no tengo un futuro, entonces el presente nunca se acaba, está estático, y si se mueve es tan lento que a duras penas se percibe. 

Siento como si llevara años tratando de ahogar mis ganas de hablar con ella, tratando de matar mis deseos de abrazarla, ¡pero solo han pasado dos semanas! 

Y para ella seguramente es todo lo contrario. Aunque pasen diez años sin hablarme, para ella no serán más que diez segundos y por eso nunca le voy a hacer falta, porque no importa si llevo muerto por más de diez generaciones, para ella será como si nunca me hubiera ido porque realmente nunca estuve. 

Pensé que ya la estaba superando, pero miro el reloj y el tiempo no ha pasado. 

¿Cuál es la hora en la que voy a ser feliz y porque mi reloj no avanza hacia ningún lado?

Estoy estancado en un paradójico presente, donde las cosas se acabaron sin siquiera haber empezado. 

Siento que ni siquiera pude terminar de suspirar por su llegada cuando ella ya me estaba diciendo adiós. 

Quiero morir. 

Hoy estuve varias veces revisando su perfil, esperando ver si la encontraba en línea o veía que actualizaba su estado, porque no lo ha actualizado en dos semanas y empecé a preocuparme. ¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo? Pero dos semanas no son nada y ella seguramente está bien, disfrutando de su vida con la gente que quiere, sin necesidad de virtualizar su existencia para hacer compatible su experiencia con los que no tenemos una vida propia, y pensé que la estaba superando, pero solo han pasado dos semanas ¡y estoy tan preocupado! 

Y solo quiero dejarla en paz, pero no puedo evitar buscarla y tengo miedo porque sé que está bien y en realidad no quiero encontrarla para ver que está tan bien sin mí. 

¿Tiene algo de sentido lo que digo?

No quiero que vuelva a hablarme.

Pero me gustaría que algún día volviera a hablarme y me dijera: «te quiero mucho y quiero estar contigo», pero eso nunca va a pasar y por eso no quiero que vuelva a hablarme, porque cualquier cosa que me diga no va a ser lo que quiero que me diga, y aunque su voz es la cosa más bonita que he escuchado, cualquier cosa que me diga solo me va a hacer estremecer en profundo asco y decepción.

¿Tiene algo de sentido lo que digo? 

¿Acaso algo tiene el mínimo sentido en toda mi patética, triste y solitaria vida? 

020. Razones para no matarse

020: Razones para no matarse

Me: ¿Qué crees que es más triste: que la persona que amas te deje porque está profundamente enamorada de alguien más o que la persona que amas te rechace porque no puede controlar su deseo de estar con todas las personas aunque no ame a ninguna?

El amor es egoísta, aunque no a muchos les encanta la idea de aceptarlo. El amor romántico, quiero decir. El amor de pareja. El amor sensual, erótico o como quieras llamarlo.

Cuando amas a alguien (románticamente), quieres que ese alguien también te ame igual. No puedes conformarte solo con dar. Es inevitable también querer recibir. Eso es egoísmo, no tiene por qué ser algo negativo.

Definitivamente, cuando amas a alguien, hay un deseo inseparable de recibir algo de esa persona: amor, tiempo, cuerpo, palabras… Pueden ser muchas cosas.

Es por eso que un rechazo siempre es triste. Es la negación de un deseo, de un sueño, un anhelo. Es la negación de una parte de tus instintos, una parte de tu existencia misma.

Pero este tema solo se puede observar desde la subjetividad, es decir, desde el interior de las personas, desde su psicología, desde su mente y sus emociones. En teoría, un rechazo es el mismo, no importa si te dejan por una razón o por otra, el acto es esencial y primordialmente el mismo. Sin embargo, a las personas no nos afectan solamente los actos. Nos afectan también las razones, los porqués, estas ideas tan abstractas que nos gusta conectar movidos por una masoquista curiosidad, un doloroso deseo de saber más de lo que necesitamos saber. 

¿Por qué debería doler más una opción que la otra? Tal vez ni siquiera tiene valor preguntarse algo como esto, pero también es mi enfermiza curiosidad dejándose entrever. 

Puesto que es una cuestión que solo se puede abordar desde la subjetividad, existen tantas respuestas como sujetos a los que se les puede preguntar. 

Mi respuesta personal, basado en mi experiencia, es que duele más ser rechazado a favor de una sola persona que a favor de muchas. 

Cuando amas a alguien, cuando amas a alguien de tal manera que sientes que esa persona se ha convertido en tu mundo entero (todos tus sueños, tus intenciones, tus miedos, tus acciones, tus pensamientos, todo de ti gira entorno a ella), inevitablemente surge en ti (en mí) ese deseo egoísta de reciprocidad, de ser el mundo entero también para esa persona.

Cuando tú das tu 100% y más, también quieres recibir en la misma proporción. 

Cuando la persona que amas te está cambiando por alguien más, significa que la persona que amas le está dando su 100% a ese alguien más. Y tú estás recibiendo 0%. 

La diferencia es clara: Es una diferencia del 100% entre el total que podrías recibir y el que en realidad estás recibiendo. 

Pero cuando la persona que amas ama a cien personas más, su “mundo entero” se está dividiendo en cien, y cada una de esas cien personas está recibiendo solo un 1% del mismo.

La diferencia entre lo que estás recibiendo y lo máximo que la persona que amas está pudiendo dar es solamente de un 1%. Te comparas y ya no te sientes tan por debajo del mundo, ya no eres tan inferior. Lo sigues siendo, pero en una proporción tan ínfima que a veces es incluso difícil de considerar. 

Al fin y al cabo, el rechazo sigue siendo el mismo, tu deseo insatisfecho sigue siendo el mismo, tu perspectiva de valor respecto a ti mismo y todos los demás es lo único que cambia según cómo decidas conectar los cables que sobresalen detrás de la realidad observable a simple vista.

Pero tienes razón… todo esto solo es una reflexión estúpida. ¿Por qué no me muero?

¿Por qué es tan difícil matarse siendo tan fácil morirse? 

Madeleine: Ojalá lo supiera… 

Me: Exacto, tú no sabes nada. ¿Cómo podrías saberlo, si ni siquiera lo has intentado? No tienes idea de lo difícil que es. ¿O sí lo has intentado? 

Madeleine: No…

Me: ¿Nunca se te ha pasado por la cabeza la idea de hacerlo, ni siquiera con mis mensajes superliminales? 

Madeleine: Sí lo he pensado. Cosas como “ay, mejor me muero” o “por qué mejor no me mato y ya”, pero más allá de eso no paso…

Me: ¿Por qué?

Madeleine: No lo sé… 

Me: Bueno, para mí eso ya cuenta como un intento, el solo hecho de tener una intención… Entonces sí tienes una idea de lo difícil que puede ser. 

¿Por qué crees que no lo haces? ¿Es porque te da miedo?

Madeleine: Sí…

Me: ¿Por qué nos aferramos tanto a esta vida de mierda?

Madeleine: Es un gran misterio. La verdad no sé. Supongo que cada uno tiene sus razones.

Me: Estaba a punto de decir que debe ser un instinto, pero ya que lo dices así, suena a que tú tienes tus razones personales para ello, más allá de cualquier instinto.

¿Cuáles serían esas razones para ti? 

Madeleine: Bueno, quiero conocer muchas cosas. Por ejemplo, me gustaría ir al Museo de la Ermita, en Rusia… y también… ay, no lo sé. Siento que aún tengo mucho por ver y conocer.

Me: ¿Para qué?Si cuando mueras no te llevarás ni los recuerdos. 

Madeleine: ¡Para vivirlo, eso es lo que importa!

Me: Sí, tienes razón… Buena respuesta. Tienes 100 puntos. 

¿Entonces no te matas no porque tengas miedo sino porque tienes una leve esperanza de que algún día vas a hacer esas cosas?

Madeleine: Un poco de ambas. El miedo del dolor que podría sentirse al fallar. 

Me: El miedo del dolor de fallar es lo que debería hacerte que te mates. Ya estás fallando. Solo muerta podrías evitar ese sufrimiento… Ah, te referías a fallar un intento suicida.

Sí, debe ser horrible… pero la vida ya es horrible de todos modos. 

Si me preguntaras a mí qué razones (motivaciones, quiero decir) tengo para no matarme… creo que no tengo ninguna.

He vivido muchos años tratando de aferrarme a una pequeñísima esperanza de que tal vez algún día puedo estar bien, pero siento que ya la perdí del todo. Me hubieras preguntado hace un año y te habría dicho que aún tenía esperanza, la más pequeña posible, pero aún la tenía… Ahora ya no tengo nada. La vida se me está acabando incluso sin mi intervención y el tiempo no se mueve hacia atrás. No hay manera de ser más joven, no hay manera de estar más sano, no hay manera de estar mejor… La vida nunca estuvo buena, pero ya no queda más que decadencia. Tengo miedo de morir, pero tengo miedo porque estoy vivo.

Ya no tengo esperanza, solo un puñado de sueños rotos. 

Madeleine: …

017. A gilded masquerade

017: Una mascarada dorada

Me: Justo hiciste lo que traté de evitar que hicieras… Pero bueno, no importa. Dime… ¿Alguna vez has sentido que te enamoras de alguien?

Madeleine: Ah… Pues… Creo que sí…

Me: ¿Recuerdas cómo es?

Madeleine: No lo sé. Es algo difícil de describir. 

Me: Tienes razón, es difícil…

Hoy vi a Blanquita. Eso era lo que tenías que adivinar. 

Madeleine: Lo siento.

Me: Y sentí como si acabara de enamorarme de ella.

Pasé por el lugar donde siempre espero encontrármela, esperando encontrármela como siempre… Pero no la vi allí. Entonces solté un suspiro de alivio y decepción al mismo tiempo, y seguí y entonces me la encontré justo de frente. 

Madeleine: ¡Casualidad cruel!

Me: Parecía que ella me había estado viendo venir, mientras inconscientemente me le acercaba. Cuando levanté la mirada después de haber estado seguro de que no me la iba a encontrar, me di cuenta de que me estaba mirando fijamente… No sé ni qué caras hice. Nunca sé cómo reaccionar cuando la veo.

Me estaba mirando con una sonrisa. Y yo iba caminando en su dirección. Casi parecía como si ella estuviera esperando que me le acercara. 

¿Crees que es posible que estuviera esperando eso? ¿Que quisiera que siguiera caminando hasta ella y me acercara a hablarle?

Madeleine: No lo sé. Puede ser que sí.

Me: Me dio la impresión de que así era.

Pero, de todos modos, ¿qué conseguiría haciendo eso? Solo sentirme peor, seguramente.

Y, aun así, sentí como si me estuviera enamorando de ella por primera vez.

Hoy no estaba vestida de negro. Tenía un vestido elegante, como si estuviera a punto de hacer algún tipo de presentación formal o algo por el estilo.

No sé qué color era. Algo como dorado, supongo.

Pero se veía muy bonita. Y mientras caminaba hacia ella y ella me miraba con esa sonrisa, sentía como si me estuviera enamorando de ella.

¿Sabes cómo es ese sentimiento?

Sí, tienes razón, es difícil describirlo. Yo tampoco sé cómo hacerlo, pero es lo que sentía.  

Esos fuertes sentimientos que hacen parecer que la vida es perfecta solo con ellos… si solo son correspondidos.

Que si solo hubiera podido estar con ella en esos momentos, habría sido un día perfecto.

Pero no. Solo pude seguir de largo. Acercármele no habría sido algo bueno.

Ella me levantó una mano en forma de saludo y yo hice lo mismo, y creo que también traté de devolverle la sonrisa, pero la verdad es que ni siquiera puedo imaginarme la expresión que estoy teniendo en mi cara cuando me estoy sintiendo tan contrariado por dentro… feliz de verla, pero infeliz por el estado de las cosas.

Madeleine: Qué lindo.

Me: Y solo me fui para mi clase de cocina, y estuve todo el tiempo distraído, pensando en ella, pero sabiendo que nunca voy a poder ser feliz con ella.

Ahora que lo recuerdo, creo que mañana es su cumpleaños… O tal vez era hoy y por eso iba vestida así… No lo sé.

Me dan ganas de desbloquearla y volver a hablarle y decirle que la quiero… pero sé que no conseguiría nada bueno de eso, solo sentirme peor.

Así que solo me queda sufrir en silencio… Por siempre…

¿Cuándo se acabará mi sufrimiento, Madeleine? 

Madeleine: Ojalá pudiera saberlo…

Me: ¿Te molesta que te cuente estas cosas?

Madeleine: No me molesta, para nada. Me gusta saber que al menos puedas desahogarte un poco expresando todo lo que sientes. 

Me: ¿Crees que soy como una niñita cursi? ¿Es normal que un hombre se sienta así todo el tiempo?

Madeleine: Yo diría que es normal, solo que los hombres prefieren no hablar de ello.

Me: Quiero morir… 

A veces cuando hablaba con Scarlet parecía que teníamos intercambiadas ciertas convenciones de género… Yo era el que siempre parecía una niña cursi y sentimental, y ella un animal que solo piensa en sexo.

Supongo que no sabías eso. Pero así era.

Pero ahora Scarlet está más feliz con alguien más…

Y Blanquita también está mucho más feliz sin mí…

¿Por qué no me muero?

Madeleine: Eres más que tus relaciones, chico. Tu valor no se limita solo a eso.

Me: Soy una mierda. Eso es todo a lo que asciende mi valor.

Madeleine: …

078. Derecho a equivocarse

Madeleine: La ignorancia es el camino más fácil.

Me: Dependiendo de lo que quieras…

Madeleine: No lo sé, el otro camino se me hace más sensato.

Me: A mí también, pero puede terminar en un final doloroso.

Madeleine: Sí, pero es mejor que estar en una mentira, ¿no?

Me: …Supongo. Además, el final doloroso también lo puedes aprender a superar. Seguramente para ustedes será más fácil que para mí. Así como ella también pareció superarme en un segundo…

Madeleine: No lo sé.

Me: Ninguno de ustedes es tan sentimental y tan obsesivo y tan dependiente y tan sensible y tan romántico y tan patético como yo…

Madeleine: Por el momento debería enfocarme en terminar mi carrera y encontrar pronto un trabajo.

Me: A mí me falta mucho para terminar la mía… ¡Y seguro ni siquiera logro pasar este semestre! Soy un fracaso…

Madeleine: Sí pasarás. Y, vamos, si repruebas alguna materia no importa. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse, ¿verdad?

Me: Yo no. Yo no tengo ese derecho. Soy esclavo de la sociedad y de los prejuicios y de la estupidez humana.

Madeleine: Claro que no. Todos tenemos derecho a equivocarnos, chico.

Me: ¡Pero no quiero hacer uso de ese derecho!

El derecho a fracasar es un derecho que solo usan los fracasados… No quiero usar ese derecho. No quiero ser un fracasado.

Madeleine: ¡Entonces esfuérzate para no serlo! Aún puedes salvar el semestre.

Me: Me esfuerzo tanto como puedo, pero aun así…

011. Nadie…

011: Nadie…

Me: Ah… he tenido muchas ganas de suicidarme en estos días.

Madeleine: Oh, God, no…

Me: Déjame contarte una triste historia.

Madeleine: A ver…

Me: Esta es la historia de alguien que no es nadie… Mi historia.

El domingo pasado estuve en uno de estos eventos frikis. Y gracias a mi (a pesar de poca) trayectoria como cosplayer, parece que he adquirido cierto nivel de popularidad… Algo muy pequeño, en realidad, pero evidente dentro de estos pequeños círculos.

Así es… soy “el que hace cosplays”… Soy el que se disfrazó de este personaje y el que se disfrazó de aquel otro… No soy nadie.

Soy Jeff the Killer, soy Jack Sparrow, soy Ulquiorra Schiffer, soy Orochimaru, pero no soy nadie…

El evento estuvo lleno de mucha gente agradable. Contrario a la opinión popular, asisten a estos eventos personas muy simpáticas y atractivas. Al menos en este así fue… pero yo no soy nadie.

Algunas personas se toman fotos conmigo, pero… ¿qué soy? ¿Quieres saber qué soy? Te diré lo que soy: soy una estatua nacional, una figura de cera. Soy algo con lo que te tomas fotos para recordar que estuviste en cierto lugar.

No soy nadie.

Y estas personas simpáticas y atractivas solo me hacen sentir vacío. Ninguna se acerca a mí. Y ya que soy una estatua, yo no hablo, solo existo, en silencio…

Algunas personas se toman fotos conmigo… ¿Quiénes son ellos? Probablemente no son nadie… Los que son alguien no se toman fotos conmigo. Los que son alguien se toman fotos con ellos, junto a mí, no conmigo. Cada uno con su pareja, cada alguien con su otro alguien, pero yo estoy solo…

Ah, ¿no es bastante triste ya?

Pero aún hay algo más patético por contar…

Yo, que me esforcé durante un buen tiempo para lucirme ese día con mi apariencia, no soy nadie… ¿Es que acaso la apariencia no importa? No, no es eso. Lo invisible de mí tampoco le importa a nadie…

¿Sabes que sí le importa a la gente? ¡La apariencia!

Sí, sí, sí, sí importa…

Pero no la mía, no, no mucho, porque soy una estatua…

Mi amigo, que no se esforzó nada, que ni siquiera quería ir, pero lo convencí porque yo no quería ir solo, sí, él sí era alguien…

Porque él en su casualidad tenía mejor apariencia que yo en toda mi preparación…

Y las personas simpáticas y atractivas que estaban allí se acercaban a él y le confesaban su admiración.

¿Y las personas menos simpáticas y menos atractivas? Todas ellas también eran alguien y todas tenían a alguien más… Yo era el único nadie, el único solo…

¿Qué soy yo? No soy nadie…

Cuando me pongo el disfraz, soy una máscara, pero no hay nada debajo de ella, solo un fantasma…

Cuando me pongo la máscara, soy un disfraz, pero no hay nada debajo de él, ni siquiera una idea…

Pero cuando soy yo, no soy nadie…

Sí, ya sé que soy superficial y estúpido y envidioso… Y también soy nadie…

010. El halcón rojo

010. El halcón rojo

Me: ¿Supiste de ese caso en el que se suicidaron una docena de hombres hace un tiempo siguiendo una especie de juego macabro?

Madeleine: Sí, se formó un gran revuelo con todo eso. Al final, el tipo que lo empezó todo también se suicidó.

Me: Sí, eso dicen. Qué noticia tan triste, ¿no?

Madeleine: Sí, es triste, pero al mismo tiempo me parece muy estúpido que esas personas decidieran matarse solo por un juego. No me cabe en la cabeza cómo puede ocurrir algo así.

Me: Es cierto, no lo entiendes. Déjame cortarlo en pedacitos pequeños para que te pueda caber en la cabeza.

A primera vista, puede percibirse como tú y la mayoría de las personas lo hacen: un grupo de hombres tontos matándose porque son tontos y siguen un jueguito tonto; que los adultos también pueden ser estúpidos y fácilmente manipulables. Y eso es cierto, definitivamente. Pero si analizas detenidamente la biografía de cada uno de estos hombres, encontrarás que todos ellos eran personas con un nivel de inteligencia bastante por encima del promedio.

Madeleine: Parece que estás muy involucrado con ese caso.

Me: En cierto sentido, sí… Así que al final no es tan simple como muchas personas están dispuestas a creer. Es algo mucho más complejo.

Una persona inteligente no se mata simplemente porque le digas que se mate.

Si le dices a una persona inteligente que se mate, tienes dos posibilidades: 1) que no quiera hacerlo y no lo haga, o 2) que quiera hacerlo y lo haga.

En otras palabras, el hecho de matarse no depende de que te lo diga alguien más o te lo proponga un juego. Es algo que decides por ti mismo.

Pero, entonces, ¿cómo es que doce hombres inteligentes terminaron accediendo a un juego que todo el mundo considera tan estúpido?  

Esto puede que te sea un poco difícil de creer, pero la verdad es que fue justamente porque eran personas más inteligentes que el resto.

Es triste, pero se ha demostrado estadísticamente una correlación subyacente entre la inteligencia y la depresión. Y digo que es triste, más que todo por el mundo que se pierde de la brillantez de estas personas y se ahoga en la alegre abundancia de la estupidez de otras.

El hombre que lo empezó todo dejó constancia en su carta de suicidio de que había hecho todo esto como un “regalo” para estas personas y al parecer fue bien recibido. Los familiares y personas cercanas a los hombres que cometieron suicidio con este juego de hecho reportaron haber notado una actitud más alegre y positiva en ellos durante las últimas dos semanas antes de sus muertes.

Madeleine: Espera… Según los informes de la policía, el tipo que lo empezó todo no dejó una carta suicida antes de acabar con su vida.

Me: Oh, pero sí la dejó. Solo que la policía no fue lo suficientemente competente para descifrarla. Su carta suicida está oculta en los mensajes que dejaron los otros doce antes de matarse.   

Cada uno odiaba su vida por razones particulares, pero hay dos cosas en común en todos ellos que son evidentes. Primero, un claro desprecio por la vida que es previo a cualquier juego macabro y al hecho definitivo. Segundo, si se puede decir así, sería la causa de lo anterior, que es personal y única en cada individuo, pero que se puede agrupar en una categoría más general: porque no podían disfrutar la vida como las demás personas.

Eran gente sin propósitos y sin esperanzas, y así lo expresa en su mensaje el hombre que lo empezó todo:

“Estas personas no se mataron porque yo se los pedí. No, al contrario. Estas personas me pidieron que las matara y yo se los concedí. Yo soy su salvador. Ellos no tenían nada antes de mí, no tenían esperanzas ni propósitos, solo su deseo de morir. Yo les di algo, les di todo. Les di un propósito a su vida y un significado a su muerte”.   

Madeleine: ¿Cómo sabes todas estas cosas? ¿Y por qué tan interesado en el caso de repente?

Me: Eh… No es nada…

031. Y con todos ustedes: Madeleine, mensajera de los dioses

031. Y con todos ustedes: Madeleine, mensajera de los dioses

Me: Podría describirte como creo que eres, pero no se me ocurre un personaje en particular con el que pudiera asociarte…

Madeleine: Está bien, no tiene que ser un personaje real. Solo sitúame en un escenario y hazme una descripción.

Me: Estados Unidos, año 2015. Madeleine Miller, fanática del cine y artista del diseño con complejos de inutilidad. Desesperada por no encontrar un empleo o algo que la haga sentir importante en su vida, se dedica día a día a trabajar en su obra hasta largas horas de la madrugada. Sus proyectos son poco claros y su crisis de los 20 años solo parece empeorar con cada minuto. La frustración alcanza su clímax después de que su gato derrama una taza de café sobre su trabajo de toda la vida. Madeleine enloquece y decide darle un nuevo rumbo a su destino…

Madeleine: Jajaja. Está genial. Ojalá tuviera un gato. Pensé que me ibas a situar en otra época.

Me: Madeleine Miller. 22 años. Estados Unidos, 2016. Artista del diseño gráfico y fanática de los ponys.

Madeleine: Jajaja, es gracioso porque los caballos me dan miedo.

Me: Si te ponía en el siglo XIII seguro me habrías dado una patada.

Madeleine: Depende de lo que hubieras hecho la escena, pero entiendo a lo que vas.

Me: Madeleine Miller, 19 años. Tenochtitlán, 1250. Artista del diseño y madre de familia. Sacerdotisa loca.

Madeleine: Ay, Dios mío. Jajaja.

Me: Viajera en el tiempo, además: La ciudad de Tenochtitlán fue fundada un siglo más tarde.

Madeleine: Me habría gustado ser una viajera en el tiempo.

Me: Madeleine, mensajera de los dioses: un alma desalmada aficionada al buscaminas. Una mujer con estrictos códigos morales que jamás se atrevería a cometer herejía. Es por eso que se encuentra con un dilema moral cuando los intereses de Quetzalcóatl y la Computadora DIOS-23 entran en conflicto. ¿A cuál de los dos dioses debería Madeleine ofrecer sus sacrificios?

¿A cuál escogerías? Quetzalcóatl solo quiere oro y sangre… mientras que DIOS-23 quiere… ehm… él quiere… eh… ¡un mundo donde el chocolate se intercambie por felicidad!

Es por eso que te envió al pasado como mensajera para observar a la civilización Azteca y su uso del chocolate como comprador de felicidad. ¿Y el mensaje? El mensaje es que el fin está cerca… porque cuando termines con tu observación, tienes que destruir a toda la civilización y volver al futuro con todo el chocolate…

¿A quién escoges…?

Madeleine no se decide.

Madeleine no es capaz de traicionar a ninguno de sus dioses y por lo tanto termina fallándole a ambos. El castigo de los dioses no se hace esperar. Un virus informático se apodera del alma de Madeleine mientras que los siervos de la Serpiente Emplumada arremeten contra su hardware. Su corazón es arrancado y arrojado en la hoguera. [–MAL FINAL]

003. Autor-idad

003. Autor-idad

Me: Y lo digo con autoridad moral.

Madeleine: ¿A qué te refieres?

Me: No preguntes por el sentido de cosas que no lo tienen… No, está bien. Tienes razón. Estás en tu derecho de preguntar y no te negaré eso. Pregunta siempre todo lo que quieras.

Déjame pensar una respuesta…

Madeleine: Está bien. Ahaha.

Me: Ya que soy una persona odiosa (odio enanos, odio perros…), significa que soy alguien que crea odio. En otras palabras, soy autor del odio, lo que significa que soy autoridad en el tema. Por lo tanto, si yo digo que me odiarás, es porque así será.

Ah, todo es culpa de Dios, por no matarla cuando se cansó de mí… Y todo es mi culpa por no matar a Dios cuando la vida se cansó de Él… Y todo es culpa de la muerte, porque nos lleva a todos y nunca se cansa de nosotros…

Madeleine:

002. El arte de morir

002. El arte de morir

Me: “Arte”. Esa es la palabra que estás buscando. “La manera en que se matan es… arte”.

Madeleine: Para nada.

Me: Realmente creo que sí (aunque no recuerdo esas muertes de las que hablas). Pero si la vida es arte, significa que la muerte lo es aún más.

Madeleine: El chico que fue empujado de la torre estaba en un bosque con su hermanito pequeño y el tipo que los cuidaba. Luego llegaron unos salvajes.

Me: Sí recuerdo las escenas de las que hablas, pero no recuerdo exactamente cómo es que se mataban.

Madeleine: A uno le cortaron la garganta y a otro lo atravesaron con una flecha.

Me: Bueno, así es la guerra. De hecho, creo que es una buena forma de morir. Mueres por una razón, mueres porque luchas por algo. Quizás haya dolor, pero es rápido… En mi opinión, es una buena forma de morir.

Madeleine: Lo más feo fue cuando atravesaron a uno en el ojo con una espada.

Me: En la vida real te atropella un auto y te deja peor. Y lo que es peor aun, mueres sin ninguna razón. Quizás te atrape un cáncer y vivas una vida miserable entre terapias y medicinas, sufriendo lentamente y muriendo sin ninguna motivación.

No hay una buena forma de morir, en realidad. Pero, en mi opinión, una de estas dos opciones haría de la muerte algo un poco más tolerable:

1. Una motivación. Morir por alguna razón, por algún fin.

2. Simplemente morir tranquilamente, sin dolor y sin miedo.

Pero la vida real es mucho más cruel que la ficción. La vida no tiene un autor como los libros o las películas para que decida un final feliz. Nadie es el autor de su propia vida, como a algunos les gusta pensar. Todos somos personajes secundarios atrapados en un argumento incoherente. Nos gusta pensar que somos personajes únicos e importantes, pero todos estamos basados en los mismos arquetipos milenarios. Todos tenemos el mismo propósito –alcanzar la felicidad– y todos compartimos el mismo desenlace: la muerte. Luchamos toda la vida tratando de buscar nuestro final feliz, pero casi siempre es imposible. Después de todo, ¿es posible que un final sea feliz? ¿Acaso hay algo de bueno en que todo se acabe? No lo creo… En la vida real no existen los finales felices. Es por eso que debemos tratar de aprovechar el inicio y el clímax y disfrutarlos tanto como nos sea posible, porque en algún momento nos llegará el final y definitivamente no será algo bueno…

Madeleine: …