044. Una reflexión incipiente sobre la psicología

Siempre pensé que la psicología era una ciencia. «La ciencia que estudia el comportamiento y la mente humana». Y no estaba equivocado. De hecho, es la definición más precisa. 

Pero lo que nunca tuve del todo claro era si el resto del mundo también estaba de acuerdo con esa percepción o se consideraba que la psicología era algo más.

Y es cierto, a veces la psicología adopta unos tintes muy sociológicos y en ocasiones se mancha de cultura y tradición, elementos inseparables de cualquier comportamiento humano, pero que en ocasiones llegan a extremos opuestos a los de la ciencia y la verdad se disfraza, se oculta o se esconde, detrás de explicaciones mágicas y procedimientos insustentables. 

No estoy hablando de la percepción de nadie en particular, solo de unos cuantos renglones torcidos que desde la perspectiva más amplia de la imagen contribuyen a una distorsión del todo, aunque solo sean una parte. 

Un número tan considerable de renglones torcidos que en ocasiones se obtiene la impresión de que lo normal es estar torcido y ser recto es lo trastornado. 

Esto lo tengo un poco más claro ahora. Pero unos años atrás ni siquiera tenía una perspectiva completa de mi propia página. 

No tenía idea de si el mundo estaba torcido o recto o en qué porcentaje de equilibrio entre ambos polos se encontraba. 

Tal vez todavía estoy ciego. Ahora veo las páginas con un poco más de claridad, pero ni siquiera sé si en el capítulo final se acaba todo o en realidad somos parte de una biblioteca infinita. 

Solo sé que mirando hacia atrás aún tenía muchas más dudas. Tenía más miedo. ¿Y si las cosas hubieran sido un poco diferentes? Probablemente hoy mi visión no estaría más iluminada. 

Por el contrario, la oscuridad sería todo lo que habría y ya no quedaría nada. Ya no quedaría yo. 

044: Una reflexión incipiente sobre la psicología

Me: Hoy me habló Blanquita para preguntarme si podíamos vernos en la universidad para entregarme el dinero de las entradas al concierto. Solo le respondí con un «No» bien seco, y luego la dejé en visto.

Madeleine: ¿Te dijo algo más?

Me: Después del «No», solo me dijo: «Bueno. Era para pasarte el dinero». Ya sabía que era para eso, así que no le respondí nada más. 

¿Crees que soy una muy mala persona por responderle de una manera tan cortante?

Madeleine: No, pero, sí estuvo feo la manera en que la trataste. 

Me: Entonces sí soy una mala persona… Pero no me nace decirle nada más, así que siento que no habría sido sincero hacerlo.

Madeleine: Bueno, es lo mejor en ese caso. 

Me: Ya sabes que en realidad es todo lo contrario. Que quisiera poder hablar con ella todos los días y estar con ella todo el tiempo y ser felices los dos juntos y amarnos hasta que nuestros corazones exploten.

Pero eso nunca pasará. 

¿Tiene sentido lo que digo o solo estoy tratando de quedar bien aquí?

Madeleine: Creo que sí tiene sentido.

Me: Sé que no soy una buena persona, por mis acciones crudas y egoístas, pero al fin y al cabo solo soy una persona extremadamente frágil y sensible. Ella nunca ha tenido malas intenciones conmigo y el hecho de que sus decisiones me rompan el corazón no la hace culpable de mi sufrimiento, pues solamente es mi sensibilidad la que hace que me tiemblen todas las emociones con los estímulos más pequeños. Ella es lo mejor que me ha pasado y creo que no lo digo cegado por un sentimiento platónico, sino que considero que es un hecho verdadero, teniendo en cuenta mis desdichadas circunstancias. Es por eso que la quiero tanto. 

Así que, después de todo, creo que ninguno de los dos es el malo aquí. Todos somos víctimas de la ira divina. 

No asentiste esta vez. ¿Entonces de verdad crees que soy el malo?

Madeleine: No, no creo que la situación sea de buenos o malos.

Me: Por un momento pareció sorprenderte que dijera que ninguno de los dos era el malo, pero bueno, no importa.

Es cierto que hoy no podía ir a la universidad para encontrarme con ella. Hoy tenía la cita para mi entrevista para la admisión en la carrera de psicología.

Madeleine: ¿Y cómo te fue? 

Me: No lo sé. Creo que no respondí lo que querían que respondiera. 

Madeleine: ¿Te entregarán resultados después?

Me: Se supone que sí, aunque no creo que «no pase» la entrevista por las respuestas que di. Sería muy estúpido. 

Pensándolo bien, sí podría ser que no pase por eso y luego solo me digan que no tenían los cupos suficientes o algo por el estilo.

[Spoiler del editor (o sea yo mismo, algunos años en el futuro): No pasé la entrevista. Fui rechazado por la universidad y me quedé sin la oportunidad de estudiar allí. En una siguiente entrada publicaré más sobre mi frustración y mi desesperanzado segundo intento aplicando a otra universidad diferente. Spoiler del spoiler: Allí sí me aceptaron y me he destacado como uno de los estudiantes más brillantes en toda la facultad. No puedo hacer spoilers más allá de esto, ya que al momento de escribir este reporte, aún no tengo idea de qué suerte podría tener en un futuro al ejercer la profesión o si siquiera me alcanzará la vida para intentarlo. Más detalles sobre la suerte de este poeta psicólogo en entradas venideras. Fin de la interrupción.]

Madeleine: ¡Espero que todo salga bien y te acepten para estudiar!

Me: No creo que me rechacen a partir de la entrevista, pero incluso si eso pasa, puede que eso no sea lo peor. 

Madeleine: ¿Qué sería lo peor entonces?

Me: Lo peor es que, después de haber tenido la entrevista con la psicóloga… sentí que solo era otra inútil. Y que probablemente no me voy a llevar bien con ninguno de los profesores o los psicólogos que me encuentre a lo largo de la carrera… porque todos son inútiles y seguramente solo me van a enseñar muchas cosas inútiles. 

[Nota del editor (o sea yo mismo unos años en el futuro): Aquí un heurístico de representatividad o falacia de generalización. Para mi sorpresa, según lo que pensaba en estos tiempos, he encontrado en la academia muchos psicólogos buenos, sensatos e inteligentes, de los que no pude encontrar ninguno en todos los años que estuve buscando ayuda desde la práctica clínica como paciente. Aun así, es cierto que son más los psicólogos que he conocido que son mediocres o no tienen idea de lo que están haciendo y aun los que se pueden considerar buenos solo pueden serlo en un campo muy pequeño de la psicología. No existe ningún psicólogo que pueda ser el mejor (o siquiera bueno) en todos los campos, ramas y áreas de la psicología. Lo mejor que puede hacer un psicólogo es especializarse y tratar de ser el mejor en un área muy concreta. No alcanzan diez vidas humanas para volverse experto en la psicología como una ciencia integral.]

Madeleine: Bueno, siempre se encuentra de todo en las universidades. Ojalá no pase eso que dices y puedas conocer profesores que al menos sean competentes. 

Me: Me preguntó qué sabía de la psicología, que si me había tomado la molestia de investigar un poco antes de qué se trataba y todo eso.

Considero que sé bastante al respecto, pero estaba muy nervioso y no atiné más que a dar la definición más general de diccionario que pude haber dado.

Ahí es donde pienso que no respondí lo que querían que respondiera. Seguramente habrá pensado que en realidad no sé nada, pero bueno, eso no importa.

Se supondría que precisamente para eso es que quiero entrar a la universidad, para aprender lo que no sé. 

Luego dijo algo como: «Es porque muchos vienen aquí con concepciones equivocadas sobre lo que es la psicología y por lo menos deberían tomarse la molestia de averiguar un poco primero». 

Seguramente no lo dijo con palabras tan bonitas y tan claras, pero básicamente era eso lo que me estaba tratando de decir.

Madeleine: Suena muy pedante de su parte. 

Me: Sí, un poco, aunque en parte tiene sentido. Pero eso no es lo que me molestó. Lo que me molestó fue lo que siguió después, cuando aclaró cuáles eran las concepciones «correctas». 

«Los psicólogos no somos doctores», empezó. «No somos «personas que escuchan»». Aquí tomó como ejemplo algo que le mencione de que había visto a muchos psicólogos y ninguno me había ayudado, y continuó: «No somos gente que ayuda… Nosotros somos facilitadores». 

Madeleine: ¿Facilitadores de qué?

Me: Supongo que de las herramientas que sirven para ayudar, pero que ellos no son la ayuda… Me imagino que algo así debía estar tratando de decir. 

Madeleine: Suena un poco absurdo, teniendo en cuenta que facilitar es un sinónimo de ayudar. 

Me: Es cierto. Yo dije varias veces que quería ser psicólogo para ayudarme a mí mismo y probablemente ayudar a otros [respuesta típica de quien está buscando estudiar psicología, a la cual, a pesar de no ser una respuesta incorrecta, a menudo se le ve con el ceño fruncido desde la academia]. Así que me dio un poco de vergüenza, porque siento que dije justamente lo que esa psicóloga no quería escuchar. 

Y luego dijo una especie de tontería motivacional del tipo: «Yo creo que la respuesta siempre está dentro de uno mismo» y fue entonces que terminé de decepcionarme y recordé lo inútiles que han sido casi todos los psicólogos que he visto y esta era igual, y ahora siento que todos van a ser iguales en la carrera.  

Madeleine: Bueno, ¡ojalá que ese no sea el caso!

Me: El caso es que solo he conocido un psicólogo bueno en mi vida. Tampoco me ayudó mucho, pero era un hombre muy inteligente y muy humano al mismo tiempo, al contrario que esta señora que no busca «ayudar» a nadie. 

Para mí, era más un científico que un psicólogo [aunque por definición todo psicólogo es un científico que estudia el comportamiento y la mente humana, en la práctica muy pocos lo son realmente], y aun así, era más humanista y empático que esta mujer. 

El psicoanálisis es una mierda y la psicología conductual nunca la hacen bien, y si la universidad es tan poco humanista… entonces al final probablemente solo voy a disfrutar las materias que tengan que ver con neuropsicología y voy a odiar a todo lo demás. 

Madeleine: Para ser psiquiatra se necesita ser doctor, ¿verdad? ¿No te gustaría estudiar algo así? 

Me: Sí, hay que estudiar medicina primero. Y a mí me interesa es la mente humana. Cinco años estudiando el cuerpo, aunque sé que sí tiene una gran influencia, siento que sería un enorme retraso. 

Además, desde mi experiencia tampoco han sido muy útiles los psiquiatras. Siento que solo obedecen ciegamente lo que dicen los libros de medicina y realmente no cuestionan ni analizan nada. 

Aclaro otra vez que hablo solo desde mi experiencia acerca de cómo (no) me han ayudado los profesionales, psicólogos y psiquiatras, que he conocido hasta ahora. 

Pero tal vez estas mismas personas sean buenas con otro tipo de pacientes o tratando otro tipo de problemas. No lo sé. 

Tal vez soy yo el que soy un caso raro que nadie ha sabido cómo solucionar. Así que tampoco puedo asegurar que sean cien por ciento inútiles.

Puede que sirvan para algo, simplemente que no han servido para mi caso en específico.

La que me hizo la entrevista hoy supuestamente era especialista en pediatría. Tal vez sea buena haciendo que los niños dejen de hacer pataletas, yo qué sé. 

El caso es que yo pienso principalmente en mi problema y en cualquiera que pueda ser parecido, esos en los que parece que nadie puede ayudar de verdad.

Por eso estaba pensando… Si llegara a ser rechazado por la entrevista, aunque no lo creo, tal vez podría buscar una oportunidad para estudiar algo más relacionado con la química o una especialidad como la farmacéutica. ¿Quiénes son los que fabrican las medicinas que recetan ciegamente los psiquiatras como un libro de cocina? Tal vez también sea una especialidad de la medicina, no lo sé, pero creo que sería algo más afín a lo que a mí me interesa, que es la neuropsicología, la neurociencia. 

Digo, solo si no paso la entrevista por estas estupideces, tal vez podría enfocarme por este lado y encontrar soluciones más efectivas, ¿no?

Tal vez pueda crear mi propia droga que elimine el miedo de las personas sin ningún efecto secundario. ¿No sería un gran avance para el mundo?

Madeleine: Irónicamente, una medicina así me daría más miedo que otra cosa. 

Me: Te la pongo en el café sin que lo notes y cuando te des cuenta ¡ya no tendrás miedo de nada! 

Aunque, la verdad, a mí también me daría miedo. Tendría que probarla primero en otros para estar seguro de que sí funciona. Tal vez en ratas, no sé. Solo estoy soñando, supongo. 

Madeleine: Eso me recuerda la historia de Dragon Head. El protagonista es un chico que queda atrapado en un túnel tras una catástrofe. El caso es que, ya avanzado el manga, aparecen unos sujetos rapados, que parecen lobotomizados. 

Y, bueno, pues es eso. Parece que alguien encontró un método para eliminar el miedo y esos sujetos habían sido sometidos al procedimiento. 

No recuerdo muy bien si los habían despojado del miedo o de toda emoción, pero estaba bastante turbio. 

Me: Suena interesante…

038. Día 7 (Confesiones)

038: Día 7 (Confesiones)

Día 7

Me: Día 7 sin hablar con Blanquita… ¿Cómo crees que voy?

Madeleine: ¡Muy bien!

Me: ¿Por qué lo crees?

Madeleine: Porque estás cumpliendo con el plan, ¿no?

Me: ¿Cuál era el plan?

Madeleine: ¡No hablarle a Blanquita!

Me: Bueno… Supongo que sí voy bien, en cierto modo.

Sí, es cierto. No he hablado con ella, según el plan. Y poco a poco creo que me voy acostumbrando a eso. A no hablarle, a no ilusionarme y a no decepcionarme por no poder estar con ella.

Poco a poco.

Aún no he dejado de pensar en ella todo el tiempo ni he dejado de soñar con ella cada vez que duermo.

Pero creo que poco a poco me voy acostumbrando nuevamente a estar así.

Tengo miedo.

Madeleine: Está bien, no es fácil. Pero lo estás haciendo bien.

Día 7 otra vez 

Me: Hoy otra vez es día 7 sin hablar con Blanquita. 

Creo que hice algunas cosas mal la última vez que hablé con ella, así que necesito confesarme, madre Madeleine. ¿Estás ahí, madre?

Madeleine: Sí, aquí estoy. 

Me: La última vez que me vi con ella fue cuando nos encontramos para decidir si iríamos al concierto o venderíamos las boletas. ¿Lo recuerdas? 

Madeleine: Sí, lo recuerdo. Al final decidieron vender las boletas, pero de todos modos la banda canceló el concierto.

Me: En realidad, aplazaron el concierto para este domingo, pero bueno, eso no importa. 

También te había comentado que ese día Blanquita se abrió un poco más conmigo y me contó más a profundidad sobre su historia y sus problemas.

Me estaba contando sus cosas mientras lloraba y yo no sabía qué hacer o decir.

No puedo hacer nada para cambiar su pasado y ella no tiene ningún interés en compartir su presente y su futuro conmigo. 

Así que simplemente asentía en silencio, sin saber qué hacer para darle consuelo o ánimo con las cosas que me estaba contando.

Y entre mis intentos fallidos por hacer que se sintiera bien y que sintiera que tenía mi apoyo, creo que hice un par de cosas que se sintieron muy mal… o al menos para mí fueron muy incómodas.

Y eso es lo que quiero confesar ahora.

No puedo confesárselo a ella, ahora que estoy tratando de no hablarle y olvidarme de ella… Sin mencionar que, de todos modos, a ella probablemente no le importa.

Pero me sentí demasiado incómodo con eso y siento que tengo que sacarlo de mí y explicarlo, a ver si al racionalizarlo se va un poco ese molesto hormigueo que vibra dentro de mi sangre.

Por eso tengo que decírtelo a ti. ¿No te importa que te cuente todas estas cosas, verdad?

Madeleine: No, no me molesta en absoluto. Cuéntame más. ¡Aquí estoy para escucharte! ¿Qué fue lo que hiciste que ahora te hace sentir tan mal?

Me: No es ahora. Me he sentido incómodo por eso desde que pasó, solo que no he tenido oportunidad de desahogarlo hasta ahora. 

Fueron dos cosas.

Como te dije, mientras ella me contaba su historia y sus problemas, yo no sabía qué hacer o decir para que se sintiera bien y sintiera que tenía mi apoyo… Ahora que lo pienso, tal vez simplemente debí haber dicho esas palabras, pero en ese momento no se me ocurrieron o aunque se me ocurrieron no me salieron.

Lo primero que hice en algún momento fue que le tomé una mano y la acaricié un poco. 

No sé por qué se pasó por mi mente en ese momento que eso ayudaría a ese propósito de darle ánimo y mostrarle que podía contar conmigo.

Pero creo que lo que logró fue todo lo contrario.

Por la reacción que ella tuvo, solo pude sentirme incómodo y pensar que estaba haciendo algo mal. 

¿Crees que estaba mal? 

Madeleine: Bueno, lo hiciste con buenas intenciones, ¿no es así?

Me: Su reacción fue simplemente la de quedarse en silencio y mirarme fijamente a la mano y a los ojos sin decir nada. 

Realmente no puedo explicar lo incómodo que me sentí en ese momento. No sé si era desprecio, odio o asco lo que me expresaba con su mirada, o tal vez una combinación de las tres, pero me sentí demasiado incómodo. 

Claro que mi reacción fue soltarla bruscamente después de unos segundos de incomodidad. 

Dejando a un lado las intenciones, ¿crees que fue tan equivocada esa acción?

Madeleine: Tal vez hubo una malinterpretación por parte de ella o algo así, pero no creo que haya sido algo malo de por sí lo que hiciste. 

Me: Sí, puede ser que tengas razón… Pero también creo que soy horrible para expresarme de cualquier modo y es mi culpa que todo se haya dado de una manera tan incómoda ¡y por eso me he sentido horrible!

Madeleine: Tranquilo, no es tu culpa. No es culpa de nadie. 

Me: No voy a entrar en detalle sobre las cosas que ella me contó, pero en una parte terminó confesándome un odio generalizado hacia todos los hombres. 

Y dijo que me contaba esas cosas porque yo era diferente, porque era más sensible… Me hizo sentir especial por un momento.

Pero también me hizo sentir asquerosamente incómodo su reacción a mis intenciones de mostrarle apoyo.

Tal vez ella pensó que, porque me gusta y estoy enamorado de ella y todo eso, estaba tratando de coquetearle o algo por el estilo al haberla tomado de la mano y haberla acariciado, según yo con intenciones de mostrar apoyo. 

Madeleine: Sí, puede que haya sido eso.

Me: Así que esa fue una de las cosas que siento que hice horriblemente mal ese día y siento que por eso puede que Blanquita me desprecie aun más. 

Lo segundo horrible que hice fue algo parecido. 

También mientras me contaba su sufrimiento con lágrimas en sus ojos, sin yo saber qué hacer o decir, quería mostrarle mi apoyo y hacer que se sintiera bien. 

Así que en otro momento aparte traté de darle un abrazo, pero eso también fue demasiado incómodo.

Por un lado, fue algo físicamente incómodo ya que, debido a la posición en la que estábamos conversando, sentados en dos sillas uno frente al otro, se hizo un poco difícil acercar el cuerpo sin tener que ponerme de pie. 

Pero igual que antes con la mano, ella solo se quedó en silencio recibiendo mi abrazo, pero sin devolvérmelo. ¿Sabes cómo es eso, no? 

Como cuando abrazas a un gato, pero el gato solo se quiere ir, sin importar que tus intenciones solo sean buenas.

Me sentí muy incómodo también en ese momento.

Sentía que ella se estaba sintiendo incómoda porque la hubiera abrazado y eso me hizo sentir incómodo a mí. 

Otra vez, ¿estuvo tan mal esa acción de mi parte?

Ella normalmente es una persona muy cariñosa y en parte es por eso que yo también lo soy con ella. 

Pero ese día parecía que intentar ser afectuoso con ella era lo peor que podía hacer.

Y, como dije muchas veces ya, yo solo quería que ella se sintiera bien y que sintiera que tenía mi apoyo y podía contar conmigo… Por supuesto que no le estaba coqueteando ni nada por el estilo.

Es horrible. Siento que ahora me odia por eso, pero sé que no es así.

Soy un asco para las relaciones humanas, ¿verdad que sí, Madeleine? ¡Nunca sé qué hacer o decir y todo lo hago mal!

Madeleine: Las relaciones interpersonales son complicadas, chico. Ambos somos un asco en eso. Pero no creo que ella te odie por eso. 

Me: Yo tampoco lo creo, pero siento que es así. Y ya no tendré oportunidad de pedirle disculpas por eso. Así que su odio ahora será para siempre, dentro de mi cabeza.

Madeleine: No seas tan duro contigo mismo. Eso es lo que menos ella querría.

Me: Y, por desgracia, es lo que menos puedo hacer por ella.

No puedo dejar de ser duro conmigo mismo. No puedo dejar de odiarme a mí mismo. No puedo dejar de odiar mi asquerosa vida. 

Eso es lo único que tal vez nunca habría sido capaz de hacer por ella. 

No puedo dejar de odiarme.

Pero, irónicamente, también creo que la única manera en que eso habría sido posible (que yo pudiera dejar de odiarme) sería si las cosas hubieran sido un poquito diferentes con ella.

Ella es la única esperanza que tuve en algún momento de sentir que podía sentirme bien en este mundo y en esta vida.

Y otra vez más es día 7

Me: Hoy otra vez es día 7 sin hablar con Blanquita. 

Estaba haciendo mal las cuentas. Primero estaba contando los días desde la última vez que nos vimos en persona, pero es cierto que hablamos por mensajes otra vez después de eso.

Ahora sí son 7 días desde la última vez que tuve contacto con ella.

Y debo confesar dos cosas más que debí haber confesado ayer, pero no sentí apropiado.

Ahora esas dos cosas empiezan a parecer mentira, así que debo confesarlas antes de que desaparezcan para siempre.

Lo otro que quería confesar ayer es que antier había soñado con Scarlet.

Por lo que pensé que tenías razón: que solo habían pasado seis días, pero poco a poco estaba logrando olvidarme de Blanquita.

Y cuando soñé con Scarlet no me dolió tanto pensar en ella… como todavía me duele al pensar en Blanquita.

Así que pensé que estaba haciendo bien… que estaba avanzando… que me estaba olvidando de Blanquita y pronto tendría algo de paz.

Pero también pensé que solo en seis días ya estaba pensando en Scarlet y soñando con ella… lo que significa que, a medida que los pensamientos de Blanquita se van desvaneciendo lentamente, los de Scarlet van apareciendo en su lugar cada vez más y más.

Eso fue lo que pensé. Pero en realidad, no creo que todo se vaya a inclinar hacia el lado de Scarlet nunca más. 

Creo que los pensamientos de Blanquita podrían desvanecerse un poco más, poco a poco, y los de Scarlet seguir apareciendo un poco más, poco a poco…

Pero no creo que los de Blanquita desaparezcan del todo y para siempre. Ni que los de Scarlet aparezcan para borrar todo lo demás.

Creo que llegará un punto en que ambos estarán presentes por igual y entonces me quedaré estancado ahí para siempre.

Ya estaba así antes, ¿no? Antes de todo este último tiempo en que volví a hablar con Blanquita.

Soy como estúpido con todo esto, ¿verdad?

Madeleine: No eres estúpido. Considero que sí es posible que eventualmente todo se estabilice tal y como dices.

Me: ¿No soy estúpido? ¿Qué soy entonces? Define esta porquería con una palabra. 

Y cuando dices estable, es más bien “equilibrado”, porque incluso aunque logre un poco más de serenidad con respecto a estos asuntos, siempre estaré buscando la forma de morir.

Ayer pensé que me iba a morir mientras me estaba quedando dormido, solo porque me estaba quedando dormido temprano, lo cual es inusual en mí.

Ya sé que soy un poco hipocondríaco, pero parece que me has dejado hablando solo porque no me contestas.

Si no soy estúpido, ¿qué soy? ¿Cómo describirías esta porquería que es mi vida y la forma en que hago las cosas?

Madeleine: Ahm… No sé cuál es la palabra, pero no eres estúpido. Eres sensible e inteligente. Un poeta o bohemio, algo así. No sé cómo es esa palabra exactamente. Me recuerdas un poco a Andrés Caicedo o a Edgar Allan Poe.

Me: ¿Por qué este mundo es tan horrible, Madeleine?

Madeleine: Ojalá tuviera la respuesta a eso, muchacho.

Me: Desde que Blanquita me contó su historia, odio más al mundo.

Yo he sufrido una mierda de vida porque nací con problemas mentales.

Pero hay gente como ella que ha sufrido cosas tal vez peores porque el mundo está lleno de gente horrible. ¡Está lleno!

De gente asquerosa que hace daño a otros… y de gente pobre que ha sufrido la maldad de esos.

Este mundo es una mierda.

Y normalmente soy indiferente con el sufrimiento del mundo, sabiendo que tengo mi propio sufrimiento de sobra para preocuparme…

Pero no puedo evitarlo desde que supe su historia, y sé que mucha gente sigue sufriendo atrocidades cada día.

Esa era la primera confesión que quería hacer ayer. Que soñé con Scarlet y pensé que estaba avanzando un poco o solo me estaba moviendo hacia un abismo diferente.

La segunda es que, a pesar de todo, según me sentía ayer (que no era bien en absoluto), por un momento sentí el impulso de confesar que no quería morirme. 

Que no estaba bien, pero quería vivir y llegar a estarlo algún día.

Pero como te dije, esas dos confesiones hoy parecen mentira. 

Hoy me dormí temprano y mientras me quedaba dormido, sentí que me estaba muriendo… Y sentí que estaba bien, que sería genial si me moría. Que sería genial si mis ojos se cerraban en la oscuridad y mi consciencia se apagaba para siempre.

Y puede que haya sido solo una ilusión del sueño, pero sentí que de verdad podría morirme en algún momento quedándome dormido. Que me puede pasar cualquiera de estos días.

Tal vez solo sea una ilusión, pero lo sentí real y acepté con determinación ese destino.

Si voy a morir ahora, que así sea. Seguramente eso sería lo mejor.

Si pienso en retrospectiva, realmente no ha valido la pena mi vida. Nunca.

Habría sido mejor si hubiera muerto aquella vez que lo intenté, después de que Scarlet me abandonara para siempre.

No habría podido conocer a Blanquita, que fue algo hermoso… pero aun así, habría sido mejor.

Porque el sufrimiento ha sido más grande que la pequeña ilusión de felicidad que haya podido tener en cualquier momento.

Claro que todo habría sido mucho mejor si nunca hubiera nacido en primer lugar.

Mi vida no ha valido la pena. 

Pero ya nací y he sobrevivido hasta ahora… Y hasta ahora, la vida me ha demostrado que entre más pronto me hubiera llegado la muerte, mejor habría sido mi vida.

Y seguramente aún es así para el futuro que me quede. Es por eso que no me quiero quedar para comprobarlo. 

Sí, ayer quería confesar esas dos cosas, pero hoy parecen una mentira.

Hoy otra vez soñé con Blanquita y no me sentí bien.

Y hoy otra vez quiero confesar que sí me quiero morir. 

Madeleine: …