052. Cerebros en una cubeta

052: Cerebros en una cubeta

Madeleine: ¿Por qué no me cuentas algo?

Me: ¿Qué quieres que te cuente?

Madeleine: Lo que sea.

Me: Hoy fui con mi tía y unos primos a visitar un pueblito. Estuve aburrido casi todo el día, pero bueno, habría estado casi igual de aburrido si me hubiera quedado encerrado en la casa, así que supongo que eso fue un poco mejor. 

Madeleine: ¿Y cómo te llevas con todos? 

Me: Con todos tengo una relación muy superficial.

Madeleine: ¿Has vuelto a visitar a tu abuelita? Me gustaría que le dieras un abrazo de mi parte.

Me: Desde que mi hermano se fue del país, no he ido a visitar a nadie. Solo iba cuando él iba y dejaba que él fuera el que interactuara con todos, mientras yo me quedaba apartado y en silencio. 

…Te quiero mucho.

Madeleine: Y yo a ti. 

Me: ¿Estás contenta con estas maravillosas historias que te cuento?

Madeleine: Mucho. Me gusta que me cuentes lo que sea. De todos modos, no te pregunto para estar contenta. Es para creer que te soy de estima lo suficiente para contarme tus cosas. 

Me: Me eres de estima, pero no tengo historias de valor. 

Madeleine: No espero cosas de valor especial. Todo lo tuyo tiene ese valor por ser tuyo. 

Me: Para evitarte angustias innecesarias, no te cuento todo el tiempo lo deprimido que estoy todo el tiempo. 

Madeleine: Y supongo que tampoco las luchas incesantes por no dejarte vencer por ello, pero valoro que logres ganar cada día. 

Me: Te quiero mucho.

Madeleine: ¿Le crees al sujeto lo que dijo? ¿Crees que la psicología te servirá? 

Me: No sé si me sirva o no. Creo que sí podría. No le creo casi nada a los psicólogos, pero creo en el potencial de la psicología como una ciencia. 

Solo hay que seguir estudiándola como debe ser. Para que una ciencia sea ciencia, no importa el tema que tome por objeto de estudio, sino la manera en que lo estudie. 

Madeleine: Me pregunto si lo tuyo, así como la epilepsia, podría tratarse con algún tipo de lobotomía o terapia electroconvulsiva. 

Me: Creo que sí se podría, pero es lo que aún no se ha descubierto con exactitud. 

Se supone que la medicina también debería modificar los receptores del cerebro de una manera menos invasiva, pero hasta ahora no me ha servido. 

Así que aún falta estudiar más, probar más cosas. 

Madeleine: Recuerdo cuando era joven, que en muchas cosas no tenía apoyo social ni familiar, pero no permití que me robaran los sueños. Siempre que decían que lo que yo quería era anhelar mucho, me propuse demostrar que lo lograría, hasta que lo hice. 

Te contaré algo que sé de la psicología y las conductas y las reacciones.

Todas ellas tienen que ver con reacciones químicas.

Si son agradables o desagradables, eso se relaciona con la manera en que reaccionas en la vida. Es por ello que no es la verdad lo que nos afecta, sino lo que pensamos de lo que creemos verdad, porque ese «creer» detona una actividad química que nos lleva a sentirnos bien o mal, y por eso preferimos lo malo conocido. 

Por eso la técnica que Blanca utilizaba contigo funcionaría, porque obligarte a hacer esas cosas que te cuestan es una técnica conductual para obligar al cerebro a tener otra percepción.

Y ahora sí, lo que te iba a decir era esto: No tener pareja puede parecer terrible, pero ¿a cuánta gente en pareja conoces que sea feliz de verdad? Está sobrevalorada la interacción humana, que es una puta mierda.  

Me: La vida está sobrevalorada. 

Madeleine: Cierto. Quizá somos como homúnculos dentro de una botella o seres artificiales en de un mundo virtual, un experimento de algún modo u otro, y hay alguien que está aprendiendo a manipularnos y nos deja afectados porque comete errores sobre nuestros sistemas y al ser tan superior a nosotros ni siquiera es consciente de que existimos. 

Parece que me dejé llevar un poco por la imaginación. Je, je… 

Me: …

048. Una diatriba solemne

Ya tuve la entrevista hoy.

Al principio pensé que me estaba yendo mejor que en la anterior, pero puede que al final me haya ido igual o peor. 

En general, este entrevistador era más simpático y agradable que la mujer que me entrevistó la última vez, y al principio pareció bastante entusiasmado con mi perfil profesional, porque tenía 25 años y una carrera terminada y eso demostraba ya un nivel de madurez y responsabilidad. 

Pero luego manifestó sus dudas con respecto a mi situación psicológica «interna», por el hecho de que le comenté que había estado en tratamiento con psiquiatra y lo había interrumpido por cuestiones políticas de mi aseguradora de salud, que había cancelado su convenio con el centro psiquiátrico. 

Al final me mandó a hacer una entrevista con un segundo entrevistador, «para estar seguro», y mañana me toca esa entrevista. 

En realidad la había agendado para mediados del próximo mes, para darme tiempo de volver con el psiquiatra y pedirle una valoración, porque estaba convencido de que no sería adecuado entrar a estudiar teniendo ese tratamiento interrumpido, sin importar que fuera por causas ajenas a mi control.

No sé por qué al final cambió de opinión y re-agendó la entrevista para mañana.

En un momento incluso dijo que no debería aprobar mi solicitud de ingreso a la universidad solamente porque tengo esos otros estudios y él consideraba que era mejor seguirme especializando en ellos en vez de empezar con una segunda carrera. 

Le dije que entonces lo hiciera, que me negara la oportunidad de estudiar por esa razón, y supongo que al final se dio cuenta de lo absurdo que era eso y no dijo más. 

Pero mañana tengo la entrevista con el otro. No sé cómo me vaya a ir con ese, pero siento que cada vez se me van quitando las ganas de estudiar esto. 

También me dijo que me quitara de la cabeza eso de «estudiar psicología para ayudarse a uno mismo», que porque eso no era así. 

Al final no sé qué pasó que tuvo un cambio en su opinión. Me llamó al teléfono cuando yo ya estaba llegando a mi casa para decirme que había cambiado la otra entrevista para mañana. Y me sugirió que no dijera que quería ayudarme a mí mismo, sino que quería estudiar solo porque quería estudiar la psicología.

Más que todo trató de convencerme prácticamente de que no era apropiado que entrara a estudiar con eso del tratamiento interrumpido. 

Y con algunos psicólogos diciéndome que la psicología no es para ayudar a otros y otros diciéndome que tampoco es para ayudarse a uno mismo, cada vez siento más y más que es una carrera inútil.

No entiendo por qué ponen tanto problema solo para estudiar. ¡No es una entrevista de trabajo! ¿Por qué tienen que poner tantas trabas solo para dar la oportunidad de poder formarse?

Al final, creo que si no hubiera mencionado lo del tratamiento, no habría habido tanto problema. En otras palabras, habría pasado más fácilmente si solo hubiera mentido en eso. 

[Nota del editor (o sea yo mismo uno años en el futuro): No sé si llego a mencionar esto en alguna entrada futura de este diario, pero en caso de que no, hago este pequeño reconocimiento aquí. Shout-out para el profesor/psicólogo que me hizo la segunda entrevista (segunda para esta universidad, tercera en general), que teniendo un enfoque más positivista/materialista, supo ser más empático que sus pares más «humanistas» con este trastornado mental con aspiraciones de estudiar.]

Todo es tan absurdo…

050. Feliz navidad (y próspero Yule) 2018

Extraño mucho a Blanquita… y a Scarlet. 

Hoy es un día feliz para la gente normal, ¿no? Para los que no son Grinch como yo. 

Compartir en familia e intercambiar regalos, o por lo menos buenos deseos. Esas cosas conforman un día feliz para la mayoría de las personas, ¿no?

Seguramente hoy es un día feliz para Scarlet, quien debe estar en este instante compartiendo momentos memorables con su familia y su pareja actual. 

Momentos que son cortos pero que valen la pena recordar durante toda la vida, porque son momentos felices que le dan sentido a tu existencia.

Todo lo contrario a lo que soy yo, o a lo que alguna vez fui, pero que fue tan corto y tan baladí, que en realidad es como si nunca hubiera sido: 

Toda una vida entera que no vale la pena recordar ni tan solo por un instante. 

Pero creo que la vida –la de los vivos, no la mía– es muy bonita y vale la pena celebrarla, porque está llena de estos momentos de calidez que la desbordan de tanto significado que se vuelve absurdamente satisfactoria. 

Seguramente hoy es un día feliz para mi Blanca, quien debe estar en este instante regalando su cuerpo y su alma a la persona que ama. 

Un cuerpo y un alma que fueron hechos para intercambiar amor y placer; el amor que producen las caricias y el placer que produce la admiración.    

Todo lo contrario a lo que produce mi ser, que deformado por la corrupción aleatoria del azar, ataca a su propia naturaleza con reacciones opuestas.

Recibe odio a cambio de amor y genera asco en lugar de placer. 

Pero creo que esta existencia –la de los reales, no la mía– es una obra de arte grandiosa y perfecta, y al ver su belleza tan grande no puedo evitar conmoverme, y celebro satisfecho en mi desesperación la vida que nunca tuve pero que siempre soñé, porque al menos en mis sueños pude tocar algo que era perfecto, y ese algo es una vida con nombre de color. 

Feliz Navidad, Madeleine.

050: Feliz navidad (y próspero Yule) 2018

Me: ¿Cómo la estás pasando, Madeleine?

Madeleine: Algo aburrida. Estamos preparando la cena.

Me: Al final no recibí ningún mensaje de Blanquita, y yo tampoco le dejé ninguno. 

Quisiera dejarle buenos deseos y, sobre todo, decirle que la quiero mucho, pero creo que es mejor que no lo haga. 

[Medio segundo después]

Actualización: Ya le escribí yo algo. Algo sencillo: «Te quiero mucho, Blanquita. Feliz navidad». 

Pero parece que ni siquiera le llegan mis mensajes. No crees que me haya bloqueado, ¿o sí? ¡La extraño mucho!

Madeleine: No creo que ella sea del tipo que hace esas cosas. 

Me: Tienes razón. Puede que solo haya cambiado de número y nunca me hubiera avisado, ¿verdad? Incluso si solo fue por descuido… Significaría que ya nunca volveríamos a hablar, ¡solo por ese descuido! Y por su falta de interés…

¿Hablaste con Scarlet? ¿Le deseaste una feliz navidad? ¿Cómo la notaste? ¿Cómo está ella?

Madeleine: No, no he hablado con ella. 

Me: Ella es del tipo de persona que le da mucha importancia a la opinión ajena y a los intercambios sociales como estos… y tú también. 

Así que es raro que no hayan intercambiado mensajes festivos entre ustedes. 

Madeleine: La verdad, he estado un poco ocupada, así que no he tenido la oportunidad de hacerlo. Pero no puedo hablar por ella. La última vez que revisé, tampoco me había dejado ningún mensaje. 

Me: ¿Y si revisas ahora? ¿Hace cuánto no hablas con ella? Llevo un tiempo sin preguntar, ¿no? Ya que he estado más preocupado por Blanquita últimamente. 

Madeleine: Creo que la última vez que hablamos fue por mi cumpleaños. O quizás un poco después. Déjame reviso… ¡Oh! Mira qué coincidencia, justo me acaba de escribir.

Me: Sí, bueno, era de esperarse de ella… Creo que no la extraño tanto.

O más bien… Hay momentos en los que sí extraño el pasado, al recordar las cosas bonitas que compartí con ella. Pero no tengo ni una gota de esperanza acerca de un futuro con ella y por eso, de algún modo, se siente como si no doliera tanto.

Al final, el dolor surge a partir de la esperanza o por lo menos se filtra a través de ella. Incluso aunque no sea una esperanza muy grande… o tal vez precisamente porque no es grande. 

Podría ser un idiota creyendo que todo estará bien algún día y sería feliz con esa mentira. 

Pero no es así. 

Con Blanquita solo puedo conservar una pequeñísima esperanza. Tan pequeña que no sirve para nada. Tan pequeña que no parece esperanza, porque digo claramente: «sé que nunca será así».

Pero a pesar de que es una esperanza tan pequeña, es apenas del tamaño justo para seguir causándome dolor. 

Sé que con Scarlet también aún tengo algo de esperanza en el fondo. 

Pero es tan pequeña que ni siquiera puede verse al lado de la pequeña esperanza que tengo con Blanquita. 

Parece que me has dejado hablando solo…

Y ya apareció Blanquita. Solo me respondió con un frío: «Feliz Yule».

Quiero morir.

Es tan indiferente… Siento que me odia.  

Tal vez ahora sí debería alejarme de ella para siempre. Me duele mucho su actitud. 

Después de dos o tres semanas enteras sin hablar y me responde dos palabras con toda la frialdad posible. Podrían pasar años y sería igual.

¿Por qué sigo sufriendo estas cosas y el sufrimiento nunca se acaba, Madeleine?

Normalmente solo me quiero morir todos los días, pero cosas como la actitud que ella me dedica me recuerdan… que no solo quiero morir, quiero matarme. 

Ah… Feliz navidad, Madeleine.

Madeleine: …

051. Un día hecho y deshecho

051: Un día hecho y deshecho

Madeleine: Supongo que sí, es una fecha alegre para la mayoría. Pero también hay mucha gente para la que no lo es. ¡Feliz Navidad, muchacho! Te quiero mucho. 

Me: ¿Para ti cómo es? 

Madeleine: Ehm… Normal. No me emociona y me hace sentir sola a veces, pero me gusta. El caso es que no estás solo, muchacho.

Me: Sí estoy solo, solo que no soy el único que lo está. ¿Alguna vez has escuchado la frase «X cosa me hizo el día»?

Madeleine: Sí, la he escuchado.

Me: ¿Tienes idea de qué significa?

Madeleine: Creo que significa que tal cosa te alegró el día. Normalmente algo como una buena noticia o tal vez un chiste muy bueno. 

Me: Ya veo. Creo que hoy sentí la necesidad de decir esa frase en algún momento, pero no estaba seguro de si iba a usarla correctamente. 

Madeleine: ¿Ah, sí? ¿Cómo?

Me: Tuve que salir a hacer unas diligencias y de regresó me encontré con una conocida en el autobús. Es una muchacha que ha demostrado antes interés en mí, así que, en cierto modo, es alguien a quien considero especial, ya que no son muchas las personas que lo han hecho. 

Madeleine: Ouuu.

Me: Por su actitud hacia mí, creo que ha sido muy obvio que le gustaba, y probablemente todavía sea el caso, pero también tiene un novio desde hace como mil años al que supongo que quiere o de lo contrario no seguiría con él.

Así que es un tipo de «gustar» más bien distante, pues no parece que tenga ningún tipo de intención romántica directa, pero de todos modos se nota una cierta afinidad. 

¿Tal vez sea otra especie de «me gustas como amigo» o algo así?

El caso es que, sea como amigo o no, es una de las pocas personas en toda mi vida que ha demostrado algo de interés hacia mí. 

Así que es algo que en cierta medida me afecta, ya que nunca nadie se interesa para nada en mí. 

Madeleine: Entiendo, entiendo. ¿Y qué te dijo?

Me: Me saludó, nada más. No fue más que un breve intercambio de trivialidades típico de un encuentro fortuito entre dos personas que poco se conocen. 

Pero nos tocó ir de pie en el transporte, ya que no había asientos disponibles y en un momento se me lanzó en un abrazo, supuestamente porque no tenía más de dónde sostenerse, y fue algo que se sintió bonito.

Así que pensé que ese abrazo me había hecho el día, pero ahora ya estoy deprimido otra vez y tengo ganas de morirme. 

Madeleine: Bueno, por lo menos fue algo que te hizo el día en el momento.

049. Más de lo mismo

049: Más de lo mismo

Me: Tengo mucho miedo… ¿Hace cuánto tiempo crees que no hablo con ella? 

Madeleine: Al menos un par de semanas.

Me: Exactamente. Solo dos semanas, pero siento como si hubiera pasado mucho más tiempo. Es como si el tiempo pasara más lento porque no tengo nada que esperar de ella, ¡porque no tengo un futuro con ella! Y si no tengo un futuro, entonces el presente nunca se acaba, está estático, y si se mueve es tan lento que a duras penas se percibe. 

Siento como si llevara años tratando de ahogar mis ganas de hablar con ella, tratando de matar mis deseos de abrazarla, ¡pero solo han pasado dos semanas! 

Y para ella seguramente es todo lo contrario. Aunque pasen diez años sin hablarme, para ella no serán más que diez segundos y por eso nunca le voy a hacer falta, porque no importa si llevo muerto por más de diez generaciones, para ella será como si nunca me hubiera ido porque realmente nunca estuve. 

Pensé que ya la estaba superando, pero miro el reloj y el tiempo no ha pasado. 

¿Cuál es la hora en la que voy a ser feliz y porque mi reloj no avanza hacia ningún lado?

Estoy estancado en un paradójico presente, donde las cosas se acabaron sin siquiera haber empezado. 

Siento que ni siquiera pude terminar de suspirar por su llegada cuando ella ya me estaba diciendo adiós. 

Quiero morir. 

Hoy estuve varias veces revisando su perfil, esperando ver si la encontraba en línea o veía que actualizaba su estado, porque no lo ha actualizado en dos semanas y empecé a preocuparme. ¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo? Pero dos semanas no son nada y ella seguramente está bien, disfrutando de su vida con la gente que quiere, sin necesidad de virtualizar su existencia para hacer compatible su experiencia con los que no tenemos una vida propia, y pensé que la estaba superando, pero solo han pasado dos semanas ¡y estoy tan preocupado! 

Y solo quiero dejarla en paz, pero no puedo evitar buscarla y tengo miedo porque sé que está bien y en realidad no quiero encontrarla para ver que está tan bien sin mí. 

¿Tiene algo de sentido lo que digo?

No quiero que vuelva a hablarme.

Pero me gustaría que algún día volviera a hablarme y me dijera: «te quiero mucho y quiero estar contigo», pero eso nunca va a pasar y por eso no quiero que vuelva a hablarme, porque cualquier cosa que me diga no va a ser lo que quiero que me diga, y aunque su voz es la cosa más bonita que he escuchado, cualquier cosa que me diga solo me va a hacer estremecer en profundo asco y decepción.

¿Tiene algo de sentido lo que digo? 

¿Acaso algo tiene el mínimo sentido en toda mi patética, triste y solitaria vida? 

047. Grinch

047: Grinch

Me: ¿Cómo estás hoy, Madeleine?

Madeleine: Bien. Un poco cansada, nada más. ¿Y tú?

Me: Deprimido. Extraño mucho a Blanquita y siento que me rechazaron en la universidad porque no sirvo para nada. 

Creo que Blanquita me odia por la manera tan seca y cortante con la que la traté la última vez o que por lo menos está enojada conmigo, que al final es lo mismo que odiar aunque supuestamente uno sea más efímero que el otro; al final y al cabo ambos son sentimientos de hostilidad y en la escala de la eternidad no existe diferencia entre una hora y un siglo. Pero sé que en realidad no me odia ni me desea el mal, sino que simplemente le soy indiferente y no existo para ella. 

Me inscribí en otra universidad y la otra semana me harán la entrevista para esa. Y ahora tengo miedo de que rechacen otra vez y entonces sea confirmado que no sirvo para ser psicólogo ni para nada.

Conocimiento validado por dos fuentes diferentes ya es conocimiento científico. Pronto sacarán una fórmula matemática para demostrar que soy un inútil. 

El otro día fui a ver el Grinch al cine. No sé por qué carajos pensé que me iba a gustar esa película. Es horrible. Era mucho más cringe que grinch. 

Solo me gustaba el Grinch cuando era grinch, cuando era amargado y odiaba a todos, pero eso solo fue como dos minutos de la película y todo lo demás fue puro espíritu navideño y toda esa porquería. 

Soy un grinch. 

Y aunque mi corazón ya es siete veces más grande de lo normal, sigo siendo un grinch, porque cada suspiro de amor que doy se siente como una puñalada en el corazón. 

Y aunque ya no me debería quedar aire para suspirar, me sigo taladrando el corazón a punta de estocadas masoquistas.  

Y siento que me has dejado hablando solo. 

Todo es horrible. Me quiero morir. 

Madeleine: No te he dejado solo. Aquí estoy. No creo que Blanquita te odie. Tal vez esté un poco enojada, pero creo que odiar es algo muy fuerte. 

Me: Exacto. Blanquita no siente nada fuerte hacia mí. Simplemente me ignora, se ha olvidado de mí y ya no existo para ella. 

Madeleine: Tampoco creo eso. Uno no se olvida de alguien así como así. 

Me: Ella sí, yo sí lo creo. 

Madeleine: ¿Por qué piensas eso?

Me: Porque no me habló una sola vez durante dos años, pudiendo haberlo hecho. Tal vez no me ha reprimido en su inconsciente, ni se ha arrancado de su cerebro las partes donde las neuronas se juntan en un estallido electroquímico para formar un recuerdo con mi nombre, pero mi imagen nunca está en sus pensamientos y eso también es como haberme olvidado. 

¿Crees que me rechazarán también en la otra universidad? 

Madeleine: No. Yo creo que entrarás. 

Me: ¿Por qué? Solo lo dices por decirlo. No tienes cómo saber. 

Madeleine: Porque sé que no eres ningún tonto, y puedes pasar. 

Me: ¿Entonces por qué no pasé la anterior? 

Madeleine: Ojalá hubiera manera de saber. ¿Tú qué crees? 

Me: Es porque no sirvo para nada, porque tengo problemas mentales. 

Madeleine: …

046. «Inteligencia Emocional»

046: «Inteligencia emocional»

Me: Fui a preguntar que qué mierda y tal. No dieron ninguna información.

Madeleine: ¿Qué dijeron?

Me: Las personas con las que se puede hablar dicen no saber esa información. Y cuando le pregunté a la psicóloga el mismo día de la entrevista, tampoco quiso decir nada.

Traté de ir a la otra universidad, pero no la encontré porque la movieron de lugar. De todos modos, llamé y me dijeron que aún están en inscripciones. Mañana pago la inscripción y llevo los documentos. 

De ahí también me programan una entrevista… a ver si esta vez sí me va mejor. 

Madeleine: Te hago una recomendación: No lleves pañoleta. Mejor haz que te cepillen bien el cabello y ve con un atuendo un poco más formal. Lleva el traje del matrimonio. ¿Te parece?

Me: Nop. 

Madeleine: ¿No qué? ¿No lo usarás o no me harás caso?

Me: No sé qué vaya a usar. No me voy a poner traje de matrimonio. 

Madeleine: Muy bien, como quieras. Se llama «Inteligencia Emocional», pero haz como prefieras.

Me: Se le llama Falsedad. 

Madeleine: Falsedad sería si dijeras que siempre vistes así. En cambio, lo que verán es que eres alguien que pone de su parte para ser adaptado socialmente, para cumplir con la deseabilidad social mínima. 

Pero está bien. Es tu decisión.

Me: Si fuera un requisito, lo haría. Nadie ha dicho que deba hacer eso. 

Madeleine: Por eso dije «cumplir con la deseabilidad», no con las exigencias, porque no es un requisito. 

Me: Pues la gente tan «inteligente emocionalmente» debería saber expresar esos supuestos deseos de manera más clara, porque así es muy difícil que logren conseguirlos. 

¿Cómo te fue a ti en tu entrevista? ¿Te pusiste ropa formal de matrimonio? 

Madeleine: Sí. Lo que hice fue evaluar a la empresa y a los candidatos, aunque no para ellos, sino para mí. 

Me: ¿Y cómo te fue? 

Madeleine: Fueron un montón de personas a las que no contrataría por nada del mundo. 

Algunos se veían desesperados. Algunos otros demostraban ser capaces de hacer lo que fuera necesario con tal de obtener el puesto. 

Otros muy pocos fueron lo suficientemente formales como se pedía explícitamente en la solicitud. Ni siquiera un 10% cumplimos con ello.

Otros se veían sudorosos y agotados. Muchos eran totalmente ignorantes sobre lo que se hace allí.

Es una empresa del rubro de la educación que ayuda con las dificultades de aprendizaje. Oferta tres vacantes en las modalidades laborales del campo administrativo, asesor educativo y tallerista.  

Hoy solamente decimos si será para aplicar en la capital y en qué modalidad y chaolín pingüín. 

Me: ¿Entonces no aceptaste a nadie mientras que a ti sí te aceptaron? 

Madeleine: Yo estaba muy tranquila, ya que no estoy desesperada por conseguir trabajo. Solo estoy viendo otras posibilidades para presionar a mi jefe por el trabajo que quiero. 

La próxima semana entregarán los resultados. Allí sabremos si les servimos a ellos y si ellos nos sirven a nosotros. 

Creo que fue una gran entrevista, porque no me sentí nerviosa o preocupada en lo absoluto. Así de segura me siento con mis conocimientos.  

Me: Bueno, me alegro de que te haya ido bien. Por mi parte, esperar a ver si me rechazan nuevamente por llevar una pañoleta. 

O tal vez me rechazaron fue por mi ansiedad social. Creerían que no sirvo para nada. Quién sabe. Si tan solo hubieran dicho el por qué no me aceptaron.

Madeleine: Creo que eres tú mismo quien debe darse una respuesta y aceptarla. Y si crees que es algo que puedes modificar, entonces hacerlo. Y crees que no, entonces prepárate para decir lo mismo y demostrar que eso es una buena motivación y no un problema. 

Me: Tal vez no debería mencionar mis dificultades psicosociales la próxima vez, ¿eh? A ver si el entrevistador es capaz de sacar ese diagnóstico a partir de mi actitud y el color de mi pañoleta. 

Madeleine: Jajaja. Si yo fuera la entrevistadora y viera que tú no estás adaptado a los estándares mínimos de deseabilidad social, pensaría que tú mismo estás saboteando tu oportunidad y no porque no quieras o no puedas, sino porque tienes miedo. 

Me: No entendí eso.

Madeleine: Estoy especulando. Digo que si yo fuera la entrevistadora y valorara como se hace con los pacientes, desde su puntualidad hasta su vestimenta, estado, aseo, actitud, etc., pensaría que no estás preparado. Porque cubrirse la cabeza, para los psicólogos aquí y al otro lado del mundo, es temor, es esconderse, protegerse. 

Me: No sería sabotear la oportunidad si ella decide aceptarme. Y ya te dije que yo sí me adapto a las normas, pero no a deseos caprichosos e inconstantes. 

Supongamos que cubrirse la cabeza sea sinónimo de sentir temor. ¿Es una buena razón para negarle a alguien la oportunidad de estudiar? Es absurdo, porque no creo que eso me incapacite para lo que debe hacer un psicólogo, que según ellos ni siquiera es ayudar, sino «facilitar». ¿No estoy preparado para ser un facilitador porque me pongo un gorro? Entonces probablemente nunca lo voy a estar.

Y no era una entrevista de trabajo, era para estudiar. Obviamente no estoy preparado. ¿Cómo voy a estar preparado si no puedo estudiar?

Madeleine: Tienes toda la razón. Pero eso es justo lo que digo. Que puedas argumentar como acabas de hacerlo. Esa es una muy buena razón. 

Me: Pero me pongo nervioso y no hablo bien. Entonces tienen razón y no sirvo para nada.

Madeleine: Ahí es cuando debe aparecer el sobreesfuerzo de tu parte, para tratar de demostrar que tu propia condición es una motivación válida y no un impedimento. 

Me: Como si no hubiera intentado eso la primera vez…

Madeleine: … 

045. Retrato borroso de un ataque de ansiedad

045: Retrato borroso de un ataque de ansiedad

Voy a morir. Estoy muriendo en este momento.

Mis oídos se han tapado y mis pensamientos han quedado atrapados dentro de mi cabeza. 

Mi visión se ha nublado y los bordes de la realidad han quedado oscurecidos. 

Parece que me quedé atrapado dentro de mí mismo y ya no puedo acceder al mundo real. ¿De verdad existe una realidad más allá de mis pensamientos? 

Tal vez me quedé atrapado dentro de un sueño. ¿Por qué los rostros de las personas parecen falsos? 

El mundo a mi alrededor se siente falso, pero las sensaciones dentro de mí tienen la solidez de una roca. No hay manera de que estas náuseas no sean reales, ni el dolor en mi pecho ni la violencia con la que me están temblando las piernas. 

¿Por qué tengo tanto miedo de morir? 

Ni siquiera me gusta la vida. ¿Entonces por qué siento tanto terror ante la idea de extinguirme?

¿Me estoy volviendo loco?

¡Por favor que alguien me salve!

No quiero morir. No quiero morir. No quiero morir. No quiero morir. No quiero morir. 

No quiero morir no quiero morir no quiero morir no quiero morir no quiero morir no quiero morir noquieromorirnoquieromorirnoquieromorirnoquieromorirnoquieromorinoquieromorir

Solo quiero estar bien. 

¿Por qué nadie me escucha? ¿Por qué no se escucha mi voz y por qué parece que mi sufrimiento es invisible para el mundo? 

Tal vez soy yo el que no es real. Tal vez soy yo el que no existe. 

Y si no existo, ¿entonces dónde estoy? 

No puedo morir porque no existo. Estos sentimientos no pueden morir porque no existen. Este sufrimiento nunca va a desaparecer porque no existe. Entonces estoy condenado a sufrir eternamente.

Que alguien me ayude, por favor. Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor por favor, por favor…

Una lágrima fría y una caliente se deslizan por mis mejillas quemando mi piel mientras repito «por favor» infinitamente hasta quedarme dormido. 

La consciencia se me apaga y muero por un instante. Me despierto al sol siguiente apenas con la energía suficiente para volver a temerle a la muerte.

Que alguien me salve por favor.

044. Una reflexión incipiente sobre la psicología

Siempre pensé que la psicología era una ciencia. «La ciencia que estudia el comportamiento y la mente humana». Y no estaba equivocado. De hecho, es la definición más precisa. 

Pero lo que nunca tuve del todo claro era si el resto del mundo también estaba de acuerdo con esa percepción o se consideraba que la psicología era algo más.

Y es cierto, a veces la psicología adopta unos tintes muy sociológicos y en ocasiones se mancha de cultura y tradición, elementos inseparables de cualquier comportamiento humano, pero que en ocasiones llegan a extremos opuestos a los de la ciencia y la verdad se disfraza, se oculta o se esconde, detrás de explicaciones mágicas y procedimientos insustentables. 

No estoy hablando de la percepción de nadie en particular, solo de unos cuantos renglones torcidos que desde la perspectiva más amplia de la imagen contribuyen a una distorsión del todo, aunque solo sean una parte. 

Un número tan considerable de renglones torcidos que en ocasiones se obtiene la impresión de que lo normal es estar torcido y ser recto es lo trastornado. 

Esto lo tengo un poco más claro ahora. Pero unos años atrás ni siquiera tenía una perspectiva completa de mi propia página. 

No tenía idea de si el mundo estaba torcido o recto o en qué porcentaje de equilibrio entre ambos polos se encontraba. 

Tal vez todavía estoy ciego. Ahora veo las páginas con un poco más de claridad, pero ni siquiera sé si en el capítulo final se acaba todo o en realidad somos parte de una biblioteca infinita. 

Solo sé que mirando hacia atrás aún tenía muchas más dudas. Tenía más miedo. ¿Y si las cosas hubieran sido un poco diferentes? Probablemente hoy mi visión no estaría más iluminada. 

Por el contrario, la oscuridad sería todo lo que habría y ya no quedaría nada. Ya no quedaría yo. 

044: Una reflexión incipiente sobre la psicología

Me: Hoy me habló Blanquita para preguntarme si podíamos vernos en la universidad para entregarme el dinero de las entradas al concierto. Solo le respondí con un «No» bien seco, y luego la dejé en visto.

Madeleine: ¿Te dijo algo más?

Me: Después del «No», solo me dijo: «Bueno. Era para pasarte el dinero». Ya sabía que era para eso, así que no le respondí nada más. 

¿Crees que soy una muy mala persona por responderle de una manera tan cortante?

Madeleine: No, pero, sí estuvo feo la manera en que la trataste. 

Me: Entonces sí soy una mala persona… Pero no me nace decirle nada más, así que siento que no habría sido sincero hacerlo.

Madeleine: Bueno, es lo mejor en ese caso. 

Me: Ya sabes que en realidad es todo lo contrario. Que quisiera poder hablar con ella todos los días y estar con ella todo el tiempo y ser felices los dos juntos y amarnos hasta que nuestros corazones exploten.

Pero eso nunca pasará. 

¿Tiene sentido lo que digo o solo estoy tratando de quedar bien aquí?

Madeleine: Creo que sí tiene sentido.

Me: Sé que no soy una buena persona, por mis acciones crudas y egoístas, pero al fin y al cabo solo soy una persona extremadamente frágil y sensible. Ella nunca ha tenido malas intenciones conmigo y el hecho de que sus decisiones me rompan el corazón no la hace culpable de mi sufrimiento, pues solamente es mi sensibilidad la que hace que me tiemblen todas las emociones con los estímulos más pequeños. Ella es lo mejor que me ha pasado y creo que no lo digo cegado por un sentimiento platónico, sino que considero que es un hecho verdadero, teniendo en cuenta mis desdichadas circunstancias. Es por eso que la quiero tanto. 

Así que, después de todo, creo que ninguno de los dos es el malo aquí. Todos somos víctimas de la ira divina. 

No asentiste esta vez. ¿Entonces de verdad crees que soy el malo?

Madeleine: No, no creo que la situación sea de buenos o malos.

Me: Por un momento pareció sorprenderte que dijera que ninguno de los dos era el malo, pero bueno, no importa.

Es cierto que hoy no podía ir a la universidad para encontrarme con ella. Hoy tenía la cita para mi entrevista para la admisión en la carrera de psicología.

Madeleine: ¿Y cómo te fue? 

Me: No lo sé. Creo que no respondí lo que querían que respondiera. 

Madeleine: ¿Te entregarán resultados después?

Me: Se supone que sí, aunque no creo que «no pase» la entrevista por las respuestas que di. Sería muy estúpido. 

Pensándolo bien, sí podría ser que no pase por eso y luego solo me digan que no tenían los cupos suficientes o algo por el estilo.

[Spoiler del editor (o sea yo mismo, algunos años en el futuro): No pasé la entrevista. Fui rechazado por la universidad y me quedé sin la oportunidad de estudiar allí. En una siguiente entrada publicaré más sobre mi frustración y mi desesperanzado segundo intento aplicando a otra universidad diferente. Spoiler del spoiler: Allí sí me aceptaron y me he destacado como uno de los estudiantes más brillantes en toda la facultad. No puedo hacer spoilers más allá de esto, ya que al momento de escribir este reporte, aún no tengo idea de qué suerte podría tener en un futuro al ejercer la profesión o si siquiera me alcanzará la vida para intentarlo. Más detalles sobre la suerte de este poeta psicólogo en entradas venideras. Fin de la interrupción.]

Madeleine: ¡Espero que todo salga bien y te acepten para estudiar!

Me: No creo que me rechacen a partir de la entrevista, pero incluso si eso pasa, puede que eso no sea lo peor. 

Madeleine: ¿Qué sería lo peor entonces?

Me: Lo peor es que, después de haber tenido la entrevista con la psicóloga… sentí que solo era otra inútil. Y que probablemente no me voy a llevar bien con ninguno de los profesores o los psicólogos que me encuentre a lo largo de la carrera… porque todos son inútiles y seguramente solo me van a enseñar muchas cosas inútiles. 

[Nota del editor (o sea yo mismo unos años en el futuro): Aquí un heurístico de representatividad o falacia de generalización. Para mi sorpresa, según lo que pensaba en estos tiempos, he encontrado en la academia muchos psicólogos buenos, sensatos e inteligentes, de los que no pude encontrar ninguno en todos los años que estuve buscando ayuda desde la práctica clínica como paciente. Aun así, es cierto que son más los psicólogos que he conocido que son mediocres o no tienen idea de lo que están haciendo y aun los que se pueden considerar buenos solo pueden serlo en un campo muy pequeño de la psicología. No existe ningún psicólogo que pueda ser el mejor (o siquiera bueno) en todos los campos, ramas y áreas de la psicología. Lo mejor que puede hacer un psicólogo es especializarse y tratar de ser el mejor en un área muy concreta. No alcanzan diez vidas humanas para volverse experto en la psicología como una ciencia integral.]

Madeleine: Bueno, siempre se encuentra de todo en las universidades. Ojalá no pase eso que dices y puedas conocer profesores que al menos sean competentes. 

Me: Me preguntó qué sabía de la psicología, que si me había tomado la molestia de investigar un poco antes de qué se trataba y todo eso.

Considero que sé bastante al respecto, pero estaba muy nervioso y no atiné más que a dar la definición más general de diccionario que pude haber dado.

Ahí es donde pienso que no respondí lo que querían que respondiera. Seguramente habrá pensado que en realidad no sé nada, pero bueno, eso no importa.

Se supondría que precisamente para eso es que quiero entrar a la universidad, para aprender lo que no sé. 

Luego dijo algo como: «Es porque muchos vienen aquí con concepciones equivocadas sobre lo que es la psicología y por lo menos deberían tomarse la molestia de averiguar un poco primero». 

Seguramente no lo dijo con palabras tan bonitas y tan claras, pero básicamente era eso lo que me estaba tratando de decir.

Madeleine: Suena muy pedante de su parte. 

Me: Sí, un poco, aunque en parte tiene sentido. Pero eso no es lo que me molestó. Lo que me molestó fue lo que siguió después, cuando aclaró cuáles eran las concepciones «correctas». 

«Los psicólogos no somos doctores», empezó. «No somos «personas que escuchan»». Aquí tomó como ejemplo algo que le mencione de que había visto a muchos psicólogos y ninguno me había ayudado, y continuó: «No somos gente que ayuda… Nosotros somos facilitadores». 

Madeleine: ¿Facilitadores de qué?

Me: Supongo que de las herramientas que sirven para ayudar, pero que ellos no son la ayuda… Me imagino que algo así debía estar tratando de decir. 

Madeleine: Suena un poco absurdo, teniendo en cuenta que facilitar es un sinónimo de ayudar. 

Me: Es cierto. Yo dije varias veces que quería ser psicólogo para ayudarme a mí mismo y probablemente ayudar a otros [respuesta típica de quien está buscando estudiar psicología, a la cual, a pesar de no ser una respuesta incorrecta, a menudo se le ve con el ceño fruncido desde la academia]. Así que me dio un poco de vergüenza, porque siento que dije justamente lo que esa psicóloga no quería escuchar. 

Y luego dijo una especie de tontería motivacional del tipo: «Yo creo que la respuesta siempre está dentro de uno mismo» y fue entonces que terminé de decepcionarme y recordé lo inútiles que han sido casi todos los psicólogos que he visto y esta era igual, y ahora siento que todos van a ser iguales en la carrera.  

Madeleine: Bueno, ¡ojalá que ese no sea el caso!

Me: El caso es que solo he conocido un psicólogo bueno en mi vida. Tampoco me ayudó mucho, pero era un hombre muy inteligente y muy humano al mismo tiempo, al contrario que esta señora que no busca «ayudar» a nadie. 

Para mí, era más un científico que un psicólogo [aunque por definición todo psicólogo es un científico que estudia el comportamiento y la mente humana, en la práctica muy pocos lo son realmente], y aun así, era más humanista y empático que esta mujer. 

El psicoanálisis es una mierda y la psicología conductual nunca la hacen bien, y si la universidad es tan poco humanista… entonces al final probablemente solo voy a disfrutar las materias que tengan que ver con neuropsicología y voy a odiar a todo lo demás. 

Madeleine: Para ser psiquiatra se necesita ser doctor, ¿verdad? ¿No te gustaría estudiar algo así? 

Me: Sí, hay que estudiar medicina primero. Y a mí me interesa es la mente humana. Cinco años estudiando el cuerpo, aunque sé que sí tiene una gran influencia, siento que sería un enorme retraso. 

Además, desde mi experiencia tampoco han sido muy útiles los psiquiatras. Siento que solo obedecen ciegamente lo que dicen los libros de medicina y realmente no cuestionan ni analizan nada. 

Aclaro otra vez que hablo solo desde mi experiencia acerca de cómo (no) me han ayudado los profesionales, psicólogos y psiquiatras, que he conocido hasta ahora. 

Pero tal vez estas mismas personas sean buenas con otro tipo de pacientes o tratando otro tipo de problemas. No lo sé. 

Tal vez soy yo el que soy un caso raro que nadie ha sabido cómo solucionar. Así que tampoco puedo asegurar que sean cien por ciento inútiles.

Puede que sirvan para algo, simplemente que no han servido para mi caso en específico.

La que me hizo la entrevista hoy supuestamente era especialista en pediatría. Tal vez sea buena haciendo que los niños dejen de hacer pataletas, yo qué sé. 

El caso es que yo pienso principalmente en mi problema y en cualquiera que pueda ser parecido, esos en los que parece que nadie puede ayudar de verdad.

Por eso estaba pensando… Si llegara a ser rechazado por la entrevista, aunque no lo creo, tal vez podría buscar una oportunidad para estudiar algo más relacionado con la química o una especialidad como la farmacéutica. ¿Quiénes son los que fabrican las medicinas que recetan ciegamente los psiquiatras como un libro de cocina? Tal vez también sea una especialidad de la medicina, no lo sé, pero creo que sería algo más afín a lo que a mí me interesa, que es la neuropsicología, la neurociencia. 

Digo, solo si no paso la entrevista por estas estupideces, tal vez podría enfocarme por este lado y encontrar soluciones más efectivas, ¿no?

Tal vez pueda crear mi propia droga que elimine el miedo de las personas sin ningún efecto secundario. ¿No sería un gran avance para el mundo?

Madeleine: Irónicamente, una medicina así me daría más miedo que otra cosa. 

Me: Te la pongo en el café sin que lo notes y cuando te des cuenta ¡ya no tendrás miedo de nada! 

Aunque, la verdad, a mí también me daría miedo. Tendría que probarla primero en otros para estar seguro de que sí funciona. Tal vez en ratas, no sé. Solo estoy soñando, supongo. 

Madeleine: Eso me recuerda la historia de Dragon Head. El protagonista es un chico que queda atrapado en un túnel tras una catástrofe. El caso es que, ya avanzado el manga, aparecen unos sujetos rapados, que parecen lobotomizados. 

Y, bueno, pues es eso. Parece que alguien encontró un método para eliminar el miedo y esos sujetos habían sido sometidos al procedimiento. 

No recuerdo muy bien si los habían despojado del miedo o de toda emoción, pero estaba bastante turbio. 

Me: Suena interesante…