028. Determinismo vs Libertarismo

028: Determinismo vs Libertarismo

Madeleine: ¿Tú al fin si quieres ir conmigo al concierto? Ni suenas ni retruenas.

Me: ¿Tú quieres?

Madeleine: Si tu quieres… ¿Cómo llego allá? 

Me: Primero, una pregunta sobre arte. ¿Cómo se debe cuidar un cuadro pintado en lienzo para que se conserve bien?

Madeleine: Nada. Y menos si es en óleo. Eso tiene conservantes muy fuertes. Mira las pinturas del Renacimiento.

Me: Está bien. Gracias. 

Por cierto, creo que ya no te voy a regalar a mi gato. Y no es que esté enojado contigo ni nada, sino que me cansé de esa pintura. Creo que la dañé más y creo que de todos modos te dá lo mismo tenerla o no, así que no tengo ninguna motivación para seguir con eso.

Madeleine: No me da lo mismo tenerla o no. Me molesta que trates las cosas así. Tus cosas. No tienes cariño para ti y buscas algo en otros. Si tú no pones tu pie firme y alzas tu mano para impulsarte, nadie lo hará por ti. ¿Sabes qué es lo que me molesta? Que pienses que a mí me da todo lo mismo. 

Me: Nadie lo va a hacer, nadie puede. Yo he tratado por mucho tiempo y no he podido. Esto es en lo que me ha convertido la vida. Ojalá pudiera ser como tú, libre y feliz, pero si pudiera, entonces lo sería. No puedo. Solo puedo ser como soy, como me tocó ser, y seguir hundiéndome más profundo hasta que me toque ser de otra forma. Tú no lo entiendes, tú no eres feliz y fuerte solo porque quieras serlo, porque todo el mundo quiere y no todos pueden, solamente que tú has tenido un poco más de suerte. Así es la vida.

Madeleine: ¡¿Suerte?! JAJAJAJA. Me haces partir de la risa. 

Me: Si eres feliz, entonces tienes suerte. Yo no puedo estar bien por más que lo intento.

Madeleine: Tú no sabes, léelo bien, CUÁNTA MIERDA HE TENIDO QUE COMER TODOS MIS AÑOS DE VIDA. No me gusta decirlo, porque no quiero despertar esos demonios, pero no quieres saber. Lo que me permitió estar aquí es ponerme en pie para mis padres que los amo.

Me: Está bien. No estoy diciendo que tu vida sea perfecta.

Madeleine: ¡¡AAAAAAHHH!!

Yo no juzgo tu pasado. No soy libre y no siempre he sonreído. NO DIGAS QUE NO LO ENTIENDO.

SOLO QUE SI ME QUEDO EN EL HUECO, ME MUERO POR ESTAR EN EL PUTO HUECO.

ESTOY ORGULLOSA DE MÍ, PORQUE SALÍ DE ESA MIERDA. Y PUEDO ESTAR ENFERMA POR CULPA DE ESO. Y ¡¡¡QUÉÉ!!!

No permitiré que mi vida se acabe por el pasado. Aún hay cosas hermosas.

Me: Solo digo que si eres capaz de ser feliz y de ser fuerte, eso es algo bueno que tienes y yo no, y que si lo tienes, no es porque quieras, porque todo es simple suerte, azar, consecuencia de mil variables que no controlamos y que son nuestras experiencias. Nada depende de nosotros mismos, ni siquiera dentro de nosotros mismos. Si puedes no quedarte en ese hueco es suerte, no es solo porque quieras, sino que has tenido la suerte de poder salir de ahí. Yo no he podido. No es porque quiera quedarme en el hueco que he estado toda mi vida. He intentado salir mil veces y no he podido. He intentado ser fuerte y no he conseguido nada. Así que lo que molesta a mí es que digas cosas como: “solo sal de ese hueco y ya”, “solo sé feliz y se fuerte y ya”, “solo deja de hundirte y ya”, porque nada de eso depende de mí. Lo he intentado toda la vida y aquí estoy.

Madeleine: Nunca es suerte.

Me: Siempre es suerte.

Madeleine: Ve tú solo. O dame las boletas y las venderé. Te devolveré el dinero.

Me: ¿Por qué ya no quieres ir?

Madeleine: Porque me has faltado al respeto. 

Me: ¿Cómo?

Madeleine: Y eso… ESO ME ENOJÓ. 

No es tu culpa, para nada. Solo estás muy metido en tu lucha. Solo te ofendes a ti demasiado. Nos vemos el martes. Me darás las boletas, las venderé y te devolveré el dinero. 

Te prometí ir, sí. La verdad romperé esa promesa y es la primera que rompo. Pero no permitiré que me faltes al respeto así.

Me: Perdóname si te ofendí. No quise hacerlo.

Madeleine: Deja de idolatrarme. 

Yo soy así por cosas que viví y son una MIERDA… pero no me quedo a lamentarme en ese lugar porque quiero vivir. Así que no es puta suerte. Así lo deseé para mí. No me lamentaré hasta el momento de morir. Viviré hasta que muera, porque sé cuándo moriré y eso no me amarga. 

Me: Entendemos al mundo de maneras diferentes y en esa parte no estamos de acuerdo, pero está bien, no tenemos que odiarnos por eso. Si crees que tienes todo lo que tienes porque lo quieres y que yo tengo lo que tengo porque así lo quiero, está bien, creo que no podemos forzarnos a creer diferente. Pero está bien. No tenemos que pensar igual. Nunca quise implicar que tu vida careciera de dolor y sufrimiento, ni quise menospreciar tu fuerza y tu capacidad para seguir adelante, porque son las cosas que más admiro de ti, por más que crea que son capacidades que tienes por cuestión de azar. Perdóname. Te quiero mucho.

Madeleine: Si me quieres, irás a la universidad el martes, hablaremos de esto y tomaremos una decisión de si vender las boletas o no. Ahora no quiero pensar porque tengo mucha putería. 

Me: Está bien…

025. La farsa del suicida

025: La farsa del suicida

Me: Ayúdame, Madeleine. No puedo dejar de pensar en Blanquita y no se siente bien. ¡Ya no quiero ir al concierto! …Tengo miedo.

Madeleine: Ánimo, chico. No creo que vaya a terminar tan mal.

Me: ¿Crees que soy un farsante cuando digo que quiero morirme?

Madeleine: En absoluto. 

Me: ¿Realmente crees que me quiero morir?

Madeleine: Pues mínimo creo que realmente te sientes bastante mal. 

Me: Pero si en el fondo no me quiero morir, ¿no me convierte eso en un farsante en el momento en que digo que quiero hacerlo?

Madeleine: Jum, no lo sé… Supongo que es un sentimiento que sigue estando presente, aunque haya estado por poco tiempo.

Me: Es cierto. En el fondo, nadie quiere morir… Ni siquiera los suicidas. 

Lo que todo el mundo quiere es que las cosas sean diferentes a lo que son. Lo que todo suicida desea de verdad es poder acabar con su sufrimiento. 

Y, sin embargo, la vida no es fácil. Acabar con el sufrimiento del mundo es muy difícil. Puedes luchar toda tu vida buscando la manera de estar bien y es posible que nunca la encuentres.

¿Cuál es la solución a todos los problemas?

La muerte no soluciona los problemas, pero definitivamente los elimina todos de raíz… Aunque, tristemente, acaba también con todas las cosas buenas de la vida. 

Pero a veces el sufrimiento es tan grande que acabar con todas las cosas buenas parece un sacrificio aceptable solo para poder eliminarlo. 

Ningún suicida desea morir realmente. Lo que todos deseamos es poder vivir una vida sin dolor, sin sufrimiento. O, por lo menos, vivir una vida donde la cantidad de sufrimiento sea soportable y menor a la cantidad de bienestar. 

Y, sin embargo, no todos tenemos la misma suerte…

No todos tenemos la suerte de poder construir una vida que valga la pena vivir. No todos tenemos la suerte de ser capaces de crear una vida donde la felicidad sea más grande que el dolor.

¿Qué le pasa a esas personas que creen que la suerte no existe y que todos los seres humanos tenemos control absoluto de lo que pasa con nuestra existencia? Es una estupidez.

Es claro que hay cosas que no se pueden controlar, y eso es lo que se llama suerte. 

Los seres humanos no somos dioses y somos criaturas insignificantes en la escala del universo. No somos dioses, solo somos animales que desarrollaron un poquito más su cerebro que la mayoría de los otros animales. Fuera de eso, seguimos siendo organismos bastante frágiles.

¿Qué tan engreído hay que ser para creer que un simple humano puede tener control de todo lo que pasa en su vida?  

No, no tenemos control de todo. Es más, no tenemos control de casi nada. Ni siquiera de nuestros pensamientos ni de nuestras emociones, ni siquiera de nuestras acciones. El libre albedrío es una ilusión. 

La mayoría de las personas mueren sin quererlo. Porque no tienen control sobre la vida. Si una sola persona tuviera control sobre su vida probablemente habría gente que no moriría…

(Pero más probablemente habría aún más gente que decidiría acabar con su propia vida).

La mayoría de las personas mueren sin quererlo, porque no tienen control sobre la vida.

Más aún, todas las personas vienen al mundo a la fuerza y no por elección propia, porque nadie tiene control sobre la vida. 

Por otra parte, una minoría de personas viven en un sufrimiento insoportable, deseando cambiar sus vidas por una que valga la pena, y al final se matan sin quererlo, porque querían controlar sus vidas y encaminarlas a algo mejor, pero nunca pudieron, porque nadie tiene control sobre la vida…

Pero creo que me estoy saliendo un poco del tema…

¿Soy un farsante cada vez que digo que quiero morir, si realmente, en el fondo, no quiero hacerlo?

¿Tal vez al decir que “prefiero” morir que vivir una vida llena de dolor, estoy implicando de algún modo que realmente “quiero” morir?

¿Es “preferir” una forma de “querer”?

Todo lo que queremos siempre es solo una elección entre las posibilidades que tenemos.

Nadie puede querer una opción que no existe.

Significa que querer algo siempre está limitado a las posibilidades que tengamos. En otras palabras, “querer algo” siempre es “preferir algo”.

En ese sentido, si digo que prefiero morir que vivir en sufrimiento, realmente estoy diciendo que quiero morir, incluso aunque en el fondo de verdad no quiero hacerlo. 

Al final, ¿soy un farsante? ¿O ser suicida es una paradoja inconciliable? 

Madeleine: Bueno, supongo que sí es algo paradójico. Pero creo que en el fondo es lo que dices. No importa el nombre que le pongas, al final solo se trata del deseo de cambiar algo que te está haciendo mal. 

Me: Tal vez “farsante” no sea la palabra más apropiada… Supongo que al final solo soy un cobarde.

Porque, es cierto, en el fondo no me quiero morir. Pero si matarse fuera fácil, estoy seguro de que ya lo habría hecho.  

Al final todo se resume a que soy un cobarde, ¿verdad?

Y cuando expreso mis deseos suicidas, lo que realmente estoy queriendo es…

Encontrar a alguien que me ayude a evitar que mi vida siga siendo una miseria… o si no es posible, que me ayude a evitar que mi miserable vida siga siendo…

Al final solo soy un cobarde y un miserable inmortal sin opciones.

Inmortal hasta el día en que me toque morir… porque soy humano y no tengo control de la vida. 

Madeleine: …

014. Libre Albedrío

014: Libre Albedrío

Me: Esta semana se suicidó una compañera de mi universidad. Era de octavo semestre, también de Psicología. Creo que solo la vi una vez en toda la vida. 

Y a pesar de que nunca hablé con ella, tal vez porque es una universidad pequeña, de algún modo se siente algo un poco más cercano.

Realmente no estoy diciendo que me afecte, o que me impacte como a otras personas.

Era una niña muy bonita. Tenía 21 años.

Escuché a algunos comentar que se inyectó cianuro en las venas. No lo sé.

Madeleine: Dios, qué horrible…

Me: Ah, pero sí me impacta… Era tan joven… Tan joven y tan valiente, tan capaz, tan fuerte… ¿Lograr acabar con su propia vida? ¡No es tan fácil como crees!

¿Por qué yo no soy capaz de hacerlo…?

Sí, así es, sí me impacta, pero no del mismo modo que a los demás. No creo que haya que tenerle miedo o aversión a la muerte.

Ojalá yo hubiera muerto tan joven y tan bellamente como ella.

El problema no es la muerte. El problema nunca es la muerte. Al contrario, la muerte es la solución por excelencia cuando el problema es la vida. 

Sí, el problema es la vida. 

La muerte de esta niña no me parece algo triste en absoluto. Sinceramente, no lo es. Su muerte fue algo bueno. ¡Fue su liberación de una vida que la afligía!

Y eso es precisamente lo que sí es muy triste: su vida.

Lo digo en serio. La gente no debería sentirse triste porque esa niña murió. Deberían sentirse tristes porque esa niña estaba viviendo una vida de dolor. 

Esa es la razón correcta para estar triste y es bueno estar triste por eso. Simplemente no hay que confundir las dos cosas.

Sí, nunca la conocí, pero su vida debió haber sido muy triste para tener que terminar así. Es muy triste que la gente viva con problemas y no haya forma de ayudarles. 

Siempre se puede intentar, pero no siempre se puede lograr, y eso es muy triste.

Pero no es triste la muerte, y aun menos la muerte voluntaria.

El suicidio es el mayor grado de libertad al que puede acceder cualquier ser vivo en este universo. Porque, después de la vida, no hay nada más obligatorio que la muerte. 

Nadie tiene la libertad de elegir no morir. No importa cuánto desees evitarlo, no importa cuánto lo intentes, al final siempre te mueres. 

Lo más cercano que puedes hacer es elegir cuándo y cómo, y aunque sigue siendo solo una ilusión de libertad, es la ilusión más cercana a lo que pudiera ser la verdadera libertad. 

Como he dicho en otras ocasiones, el suicida no decide morirse, porque eso es algo que ya está decidido por nosotros desde el momento en que llegamos a la vida. El suicida solo decide cuándo y cómo, en lugar de dejar que la vida lo sorprenda.

Tal vez sería diferente si la muerte fuera evitable, si la inmortalidad no fuera una quimera. Pero tal vez incluso así, la gente buscaría la muerte aún con mayor avidez. 

“Un hombre puede, acaso, hacer lo que quiere; pero lo que no puede es querer lo que quiere”.

¿Qué opinas de esta frase? Es de Schopenhauer. Es algo que siempre he pensado, solo que por primera vez encontré un filósofo que lo comparte.

Madeleine: Me gusta. Un poco trágica, pero creo que está en lo cierto. Es cierto, siempre queremos lo que no podemos.

Me: No, eso no es lo que dice la frase. Lo que quiere decir es que… tenemos libertar para hacer cualquier cosa “que queramos”; pero no tenemos libertad para elegir “qué queremos querer”. 

En otras palabras, lo que queremos no lo queremos voluntariamente, porque querer es un acto condicionado por muchas circunstancias. 

Querer no es algo que esté bajo nuestra voluntad, por lo tanto, no somos verdaderamente libres, porque ni siquiera somos libres de querer lo que queramos. 

¿Cómo definirías la libertad o el libre albedrío?

Madeleine: No lo sé… Tal vez se refiere a la posibilidad de elegir, ¿no?

Me: Quizás podría verse de ese modo… ¿Dirías, entonces, que entre más opciones tengas, más libre eres? 

Madeleine: No exactamente. La facultad seguiría siendo la misma, independiente del número de opciones, ¿o no?

Me: ¿Y si solo tienes una opción o si tienes cero opciones? ¿Eres libre?

Madeleine: Supongo que en ese caso ya no habría libertad.

Me: En ese caso, podríamos convenir en que no tener opciones significa que no puedes elegir y, por lo tanto, que no eres libre. Y de ahí, que entre más opciones tengas, más libre puedes llegar a ser. 

En ese sentido, no existiría un límite de lo que en teoría sería el “ser absolutamente libre”, porque necesitarías tener infinitas opciones para ser absolutamente libre, pero infinito no es un número, es una cualidad: la ausencia de límites.

No podría haber libertad absoluta.

Podría haber “no libertad” absoluta (tener cero opciones), y luego infinitos grados de “sí libertad”. 

Madeleine: Tiene sentido. 

Me: Pero también tienes razón en lo que dijiste antes… Realmente no depende de la cantidad de opciones que tengas, sino de que, entre las muchas o pocas que tengas, la que escojas lo hagas puramente desde tu voluntad, sin ningún tipo de presión, influencia o manipulación externa.

Madeleine: Sí, tienes razón. 

Me: Ahora, si dejamos esa definición de libertad, entonces por el momento podríamos considerar que sí existe, en los grados que ya mencionamos antes. 

Todas las personas tenemos voluntad y, en su mayoría, o al menos en una gran cantidad de ocasiones, las decisiones que tomamos las tomamos a partir de esa voluntad. 

Pero pasamos entonces al problema de definir qué es la voluntad, porque si lo analizamos un poco más a profundidad, vamos a entender que la voluntad sí está influida siempre, condicionada y determinada por factores que son externos a tus propias intenciones.

¿De dónde surge la voluntad? ¿De dónde surge cualquier deseo que se te pase por la mente en cualquier momento? 

La voluntad no surge de sí misma. No surge simplemente de tu mente, sino que es consecuencia de una serie de factores circunstanciales, que pueden ser tanto externos como internos, pero que son siempre previos a cualquier acto de voluntad y, por lo tanto, son siempre involuntarios. 

En otras palabras, cualquier deseo que tengas siempre es instaurado dentro de ti por factores ajenos a ti. 

¿Entonces realmente podrías decir que tenemos libertad de elegir, si todo lo que queremos ya está determinado por algo más allá de nuestra propia voluntad?

Madeleine: Bueno, no lo sé… Siento que sería como decir si las personas nacen o se hacen. Quiero decir, sí, nuestras circunstancias nos afectan o hacen que escojamos una cosa u otra, pero no creo que lo sea todo.

Me: Aun si lo comparamos con ese famoso debate de “naturaleza vs crianza” al que acaba de hacer referencia, podemos ver que de cualquier modo no hay libertad.

La personalidad. ¿Nacemos con ella o nos forman las circunstancias? La respuesta es: ambas.

Nacemos con algunas características temperamentales innatas, y estas se pueden ir reforzando o modificando a través de la experiencia, a la vez que se van adquiriendo otras nuevas.

Podrías decir lo mismo con la voluntad y en ambos casos, el desarrollo de la misma es ajena a la voluntad misma, respecto a lo que sea que la determina. 

Supongamos que la voluntad, las cosas que quieres, están determinadas en parte por tu genética (tu naturaleza) y en parte por tus experiencias (tu crianza).

¿Cuál de las dos crees que controlas tú a voluntad? Ninguna. Tú no escoges los genes que te aportan tus padres ni las características de tu personalidad que vienen codificadas en algunos de esos genes (no controlas tu naturaleza). Tampoco controlas el hecho de que tus padres sean autoritarios o sean democráticos, que sean negligentes o permisivos, que seas pobre o que te críen en una cultura que te enseña determinados valores. Todas estas cosas también son factores que influyen en cómo se va formando tu personalidad y también tu voluntad y tú no controlas ninguna de ellas (no controlas tu crianza ni las experiencias que vives en cualquier momento de tu vida), por más que creas que en algunos casos sí lo haces.

Supongamos que te antojas de comer pollo frito. Tu deseo es comer pollo frito, esa es tu voluntad. Y, como diría Schopenhauer, eres libre de si hacerlo o no. De lo que no eres libre es de tener ese deseo en lugar de otro. Ese deseo te lo impusieron una serie de factores que no solo no dependen de tu voluntad, sino que además eres inconsciente de ellos en la mayoría de los casos. 

Primero, el deseo de comer surge inicialmente de un estado específico de tu cuerpo, un estado fisiológico. Tu cuerpo necesita comida para vivir y tu organismo convierte esa necesidad en pensamiento que te lleve a darle lo que necesita (un deseo): comer. 

Hasta ahí, tu deseo de comer no surgió de tu propia voluntad sino que fue respuesta a un estado fisiológico en el que se encontraba tu organismo. Incluso cuando deseas comer cosas que no le aporten beneficios a tu organismo o desees hacer cosas que vayan en contra de lo que pueda considerarse natural, siempre están influidos por factores que quedan por fuera del acto voluntario.

Por ejemplo, ¿por qué desearías comer pollo frito en lugar de comerte un gato frito? ¿Por qué un animal te parece más apetecible que el otro? No es simplemente porque “tú quieres”. No. Lo más probable es que tu contexto cultural te ha enseñado a apreciar más unas cosas que otras, y tu respondes automática e inconscientemente a esas “enseñanzas”. Solo repites lo que la cultura te ha impuesto pensando que es tu propia decisión, pero no es así. Supongamos que a pesar de la cultura, tus circunstancias te han llevado a probar ambos animales y tu decisión y tu “deseo” de comer uno se deba a una preferencia del paladar. En ese caso, tu deseo tampoco es voluntario, porque tú no configuraste por ti misma tu paladar para que disfrutara más de un sabor que de otro. 

Y así, enumerar los factores que llevan a que una persona tenga un determinado deseo podría ser una tarea interminable, pero lo que es cierto, en definitiva, es que la voluntad nunca surge de la voluntad misma, surge como consecuencia de una serie de circunstancias específicas y es incontrolable. 

En ningún caso la voluntad surge espontáneamente de sí misma.

Siempre que quieres algo, ese querer es algo que ya está determinado por toda una serie de factores que ya hemos mencionado.

Es decir, tú nunca decides qué quieres. Lo que quieres ya lo quieres.

Incluso cuando tienes opciones: la opción que sientes que quieres más ya la quieres más desde antes que ejerzas ningún acto de voluntad.

En resumen, podríamos decir, de acuerdo con Schopenhauer, que tenemos la libertad de hacer lo que queramos, si encaminar nuestros actos según los deseos que tenemos impuestos o desviarnos de ellos. Lo que no podemos hacer es decidir nuestros deseos.

Así que en cierto sentido, podría considerarse que sí tenemos un cierto tipo de libertad, si bien no una libertad absoluta.

Pero también podríamos decir… Eso no es libertad, al fin y al cabo, sino una simple ilusión de libertad. 

Déjame ponerte un último ejemplo. 

Sé que estas cosas no te pasan a ti porque eres un robot, pero ponte una vez en la perspectiva de un humano e imagina que te has enamorado perdidamente de una persona, y que desearías hacer cualquier cosa por tener una oportunidad con ella, pero esa persona no te corresponde. 

Imagina que esa persona es perfecta para ti en todo, que tiene todas las características que tú más aprecias en una persona. Lo único es que esa persona no te quiere a ti igual.

Madeleine: Entiendo. Está bien.

Me: Y ahora supongamos que yo soy un mago experto en hipnosis y que soy capaz de manipular a esa persona, induciéndola en un trance de sueño, para que te quiera de la misma manera que tú.

Después de que despierta, está persona efectivamente ha cambiado su mentalidad y ahora te quiere. Ahora se siente feliz cada vez que está contigo y quiere estar contigo el resto de su vida.

Eso es lo que más desea esa persona ahora. Estar contigo. Esa es su voluntad, pese a que se la impuse yo. 

Ahora, esa persona es libre, como dice Schopenhauer, de hacer lo que quiere: estar contigo. Lo único de lo que no es libre es de querer querer eso, porque ese deseo se lo impuse yo.

A pesar de que esa persona es libre de hacer lo que quiere… ¿podrías decir que esa persona es verdaderamente libre?

Madeleine: No lo creo…

Me: Exactamente. Y así, mi querida Madeleine, somos todas las personas. Todos somos como ese hombre hipnotizado al que se le ha implantado una voluntad.

A ese hombre se la implantó un misterioso mago malvado. A nosotros, una serie de circunstancias aleatorias.

No somos más que organismos automáticos respondientes determinados por incontables circunstancias que se entrelazan entre sí.

Eso es la voluntad. Una respuesta automática.

La voluntad no puede ser decidida y, por lo tanto, nunca es voluntaria. 

La libertad no existe, solo la ilusión de ella.

¿Y sabes qué es lo más triste de todo? 

Que algunas personas no solo no somos libres de querer lo que queremos, sino que tampoco somos libres de esa ilusión de hacer lo que queremos.

Si yo pudiera hacer lo que quisiera, probablemente ya me habría matado, como la hermosa joven que se quitó la vida y dio pie para iniciar toda esta conversación.

Madeleine: …

Flashforward

Reseña: Flashforward

Ficha técnica 
Título: Flashforward.
Autor: Robert J. Sawyer.
Género: Ciencia ficción.
Editorial: La Factoría de Ideas.
Número de páginas: 320.
Año de la edición: 2009.
Año de publicación original: 1999.

Valoración: 4/5.
☆ ☆ ☆ ☆

Sinopsis
(Libre de spoilers)

En el año 2009, un grupo de científicos lleva a cabo un experimento en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN con el objetivo de comprobar la existencia de la afamada partícula elemental conocida como el Bosón de Higgs. En lugar del descubrimiento de la partícula, sin embargo, el experimento produce un fenómeno global de traslación de la consciencia veintiún años hacia el futuro, el cual dura alrededor de tres minutos. Mientras que el caos resultante de haber dejado inconsciente a la humanidad durante este breve lapso de tiempo deja a los científicos en una situación comprometedora, por otro lado, las visiones del futuro experimentadas por cada individuo ofrecen a cada uno la posibilidad de decidir si dejarse llevar hacia donde se supone que deben estar o intentar luchar por tomar el control de sus propias vidas.

Opinión personal
(Puede contener spoilers)

Antes de dar mi opinión personal, voy a dar una breve descripción de los personajes principales para que el lector de esta reseña no se sienta perdido en mis divagaciones subsiguientes.

-Lloyd Simcoe: Científico canadiense encargado de diseñar y dirigir el experimento. En el momento del experimento se encuentra comprometido con su colega Michiko Komura, aunque en su visión del futuro se ve con una mujer diferente.

-Theo Procopides: Científico de origen griego, segundo al mando en la dirección del experimento. No tuvo ninguna visión, lo que implica que dentro de veintiún años estaría muerto, motivo por el cual se obsesiona con investigar su muerte para así tratar de evitarla.

-Michiko Komura: Científica de origen japonés, también presente durante la ejecución del experimento en el Gran Colisionador de Hadrones. Está comprometida con Lloyd en el momento del experimento. En su visión se ve en Japón, compartiendo tiempo con su hija.

Ahora sí, mi opinión.

Trama: En general, la novela se basa en una premisa bastante interesante, aunque se desperdicia un poco todo lo que se podría haber hecho con ella al centrarse solo en la perspectiva de unos pocos personajes que en su mayoría demostraron no ser particularmente cautivadores.

Ritmo: Salvo el episodio de los flashforwards (las visiones del futuro) y uno que otro pequeño flashback, la historia se narra de un modo muy lineal y los acontecimientos suceden de una manera muy fluida sin detenerse demasiado en la introspección de los personajes, lo que resulta como un punto a favor del ritmo de la historia (que se puede leer de corrido en pocas sesiones), pero uno en contra del desarrollo de los personajes.

Personajes: Cosas como la ansiedad y el pánico de Theo al obsesionarse con su muerte, o la decepción de Lloyd tras su matrimonio fallido, los aspectos más humanos de los personajes principales, no tuvieron impacto suficiente en la lectura. Por el contrario, se vieron opacados por la rápida sucesión de los eventos en la historia y el poco espacio que se dio en ella para profundizar en estos temas.

Y no solo el desarrollo psicológico que se le dio a los personajes es poco a lo largo de todo el libro. Además de eso, en el poco desarrollo que se les dio parece haber incoherencias en ciertos puntos. (Ver los análisis ulteriores)

Lenguaje: Otro punto a favor del ritmo en el que se desarrolla la historia es el tipo de lenguaje utilizado por el autor. La narración es sencilla y directa, con pocos adornos.

En cuanto al lenguaje científico utilizado en la novela, no solo es muy acertado y verosímil, sino que además en ningún momento resulta abrumador en sus descripciones para un lector casual que no esté del todo familiarizado con el género.

El tema de la obra: Probablemente la parte que más me ha gustado de la novela es la constante reflexión filosófica que se hace a lo largo de la historia (particularmente en la segunda parte) en torno al tema del libre albedrío. ¿Tenemos libertad para hacer lo que queramos con nuestras vidas o estamos condicionados a factores universales que van más allá de nuestra voluntad y condenados a vivir una determinada vida? La novela nos ofrece, a partir de los diálogos entre los diferentes personaje, interesantes planteamientos que apoyan cada una de las perspectivas.

Otra cosa que me gustó es el hecho de que el autor intentara abarcar, aunque de manera breve, todos los posibles aspectos en los que podría repercutir un fenómeno como el que se narra: desde sus consecuencias inmediatas a nivel físico hasta sus eventuales implicaciones sociales, políticas, religiosas, filosóficas, etc. Esto nos ofrece una visión bastante completa del mundo en el que se desenvuelve la historia.

Conclusión: Si bien considero que tiene una leve carencia en el desarrollo psicológico de sus personajes, en general es una buena obra. Creo que es una buena representante de su género. Recomendada para todos los amantes de la ciencia ficción y para todos los que nunca han leído un libro de ciencia ficción pero quieren dar el primer paso.

Por cierto, sé que hay una serie de televisión basada en este libro, pero no está entre mis planes verla en ningún momento pronto, así que no me interesa hacer ningún tipo de comparaciones.

Análisis ulteriores
(Definitivamente contiene spoilers) 

No quería que la reseña quedara muy pesada, pero ya que esta entrada se trata de dar mi opinión sobre la lectura, he tenido que hacer esta sección «aparte» para hacer ciertos comentarios muy particulares. Alerta de spoilers.

Sobre la coherencia de los personajes principales.

Lloyd. Un ejemplo de esto es el caso de Simcoe, quien se describió como alguien que se había visto bastante afectado desde su infancia por el divorcio de sus padres. Al principio tiene una posición determinista en cuanto al futuro, es decir, que piensa que es uno solo y que no se puede cambiar, pero a pesar de que se demostró que estaba equivocado en eso (a pesar del trauma por el divorcio de sus padres y del conocimiento de que podía cambiarse el futuro), al parecer nada de eso fue suficiente para que al final terminara casándose con Michiko y arruinando su matrimonio de todos modos, y más adelante conocer a la mujer que vio en su visión. Más que una incoherencia, en realidad solo es una falta de una cierta justicia poética o una elaboración más profunda de sus eventuales acciones que justificara esta aparente contradicción.

Theo. Ahora, una pregunta filosófica que no se ocurrió en el libro. Si Theo Procopides tenía tanto pánico por saber que iba a morir joven a sus 48 años, el hecho de saber que el futuro no era inmutable ¿debería aliviarlo o causarle más pánico? ¿No habría sido mejor saber la fecha exacta en la que iba a morir y vivir tranquilo el resto de sus días en lugar de saber que el futuro era incierto y que de hecho podría morir incluso antes?

Si fuera yo, eso es lo que haría al conocer el momento exacto en que voy a morir: vivir tranquilo el resto de mis días sabiendo que es seguro que, hasta que llegue ese momento, no voy a morir no importa lo que me pase. Al menos sería ideal desde una perspectiva determinista en la que el futuro visto no puede cambiarse.

De todos modos, para un personaje obsesionado con tratar de evitar su muerte, Theo tuvo una excusa muy pobre para lanzarse directamente hacia ella, yendo al lugar exacto donde iba a morir en el momento exacto en el que iba a morir: «No quería venir a Ginebra, pero me necesitan para el trabajo». ¿Entonces para alguien que está obsesionado con tratar de evitar su muerte es más importante el trabajo? A menos que en algún momento se le hubiera descrito también como un obsesionado con el trabajo, esto sí que es directamente una incoherencia.

¿La moraleja?

El epílogo de Theo casi nos enseña una contundente moraleja acerca de aprovechar el presente al máximo y no obsesionarnos con el futuro como hizo Theo, desperdiciando más de dos décadas de su vida.

Digo casi, porque habría sido más contundente si se nos hubiera narrado la muerte de Theo justo (o poco) después del momento en el que decidió que había desperdiciado los últimos 21 años de su vida y que ahora sí debería empezar a aprovecharla. Supongo que una segunda moraleja, menos contundente, que resultó de esto es: nunca es tarde para empezar a aprovechar la vida…

Pero no podría estar de acuerdo con esa, especialmente teniendo en cuenta que surge de una obra en la que es posible determinar el periodo de vida que tiene una persona antes de morir.

Así que aquí está mi propia moraleja:

«Un segundo a partir de ahora es un segundo muy tarde para empezar a disfrutar de la vida. Cada segundo que se pasa sin empezar a aprovecharla es un segundo más tarde».